Por Bruno Del Barro

Una aproximación comunicacional

(2º Parte)

¿Adónde pertenecer y adónde pertenece “el otro”? Defender o no la causa mapuche, ¿son argentinos los mapuches? ¿Son chilenos, kirchneristas, anarquistas, sionistas, ingleses? Los medios de comunicación, ¿aclaran u oscurecen?

Defender o no las paredes.Posteriormente a la marcha multitudinaria por Santiago Maldonado, uno de los integrantes de La Orquesta Típica Fernández Fierro, casi finalizando su último recital en Munro, dijo: «Queremos que aparezca Santiago Maldonado», sin agregar nada más. Con sólo esto, bastó para que aproximadamente la mitad del público, de un total de quinientas personas, se levantara y retirara del lugar insultando a la banda de tango con expresiones tales como: «ustedes rompieron todo y nosotros tenemos que pagarlo»; y por último se acercó un funcionario del área de cultura que dijo: «Yo no estoy ni a favor ni en contra» (1)

Este acontecimiento es ejemplar, pues, en ausencia total de diálogo, de un ida y vuelta racional entre emisor y receptor, varias decenas de personas actuaron según el fenómeno de presumir el “grupo de pertenencia” del emisor o emisores en base a un ideario personalizado y actuar en consecuencia.

Conceptos vagos

En tercer lugar, y lo que nos conduce a una confusión más profunda, son aquellos ambiguos conceptos que se utilizan indiscriminadamente en cualquier debate: “compromiso”, “hacer política”, “justicia”, “represión”, derechas e izquierdas, “democracia”, “dictadura”, “militancia”, “oposición”, por dar ejemplos, que varían radicalmente en todas las esferas en que se genera un entendimiento, en un tiempo histórico determinado, ya sea generacionalmente, en un sector social o ideológico particular, y por último de un individuo a otro.

Para algunos, hacer militancia o hacer política en el presente tendrá un sentido lúcido y altruista que denota compromiso con la realidad del país –sobre todo en la juventud-, mientras que para otros posee connotaciones negativas y egoístas de quienes intentan sacar ventajas personales o partidarias de un hecho cualquiera.

La primera conclusión que nace de esta elucidación es que para los primeros hacer política es, por definición, hacer al mismo tiempo un acto de justicia, mientras para los segundos, nada tiene que ver una cosa con la otra y de hecho seconfrontan: mientras unos reclaman por justicia, los otros, al “militar” y “hacer política”, buscan lo contrario: mezquinos provechos e intereses.

La segunda cuestión toca un tema mucho más sensible, y son los conceptos de democracia y dictadura. Para ciertos sectores el hecho de desconocer aún los paraderos de Julio López, momentos posteriores de declarar contra su represor, y de Santiago Maldonado, momentos posteriores a la intervención de gendarmería en un corte de ruta donde se encontraba, son precisamente los acontecimientos que se asemejan con los ocurridos en la última dictadura militar, por lo cual, la democracia adquiere tintes dictatoriales (vale recalcar las diferencias que hacen a cada uno de los acontecimientos -en los que algunos hacen énfasis y otros no-, de relacionar la desaparición de Maldonado directamente con las fuerzas oficiales del orden, mientras en López la relación de su desaparición con el oficialismo de entonces es indirecta y en todo caso se le imputa al kirchnerismo de indolente inacción y mutismo).

En cambio otros sectores concluyen radicalmente lo opuesto: que relacionar la desaparición de Maldonado con gendarmería y el gobierno nacional, y las demandas, protestas y desórdenes que dicho reclamo generan, son de hecho, acciones “desestabilizadoras” que ponen en riesgo la democracia y un gobierno particular elegido por el voto popular. Es decir, exactamente lo contrario.

Esta última ponderación suele adjudicarse exclusivamente a la manipulación mediática, menospreciando así la inteligencia de las personas, no importa cuán cierta sea dicha manipulación, en el momento de dialogar entre pares que disienten, esta acusación directa anularía desde el principio toda posibilidad de franca conversación.

Cuando un maestro “cuenta” en su clase sobre Santiago Maldonado ¿qué verbo utilizar? ¿el maestro “educa” o “politiza” o “adoctrina”? ¿Es posible generalizar? Nuevamente, dependerá de la información recabada sobre los hechos – lo que creemos saber de ellos- y lo que consideremos “verdad” –la interpretación de los hechos-, de sutilezas en los modos de cada docente en particular y de cómo informaron los medios al respecto. Mientras no haya un concepto inequívoco de dichos verbos y acciones, la discusión será subjetiva y ocurrirá más que nada en el universo de la abstracción: basta con dos o tres noticias viralizadas en internet en que unos pocos maestros repartieron imágenes del desaparecido entre los alumnos para incurrir en hipótesis genéricas y sin pruebas que básicamente tienen su génesis en las figuraciones de cada individuo: la primera conclusión es que “muchos” docentes están haciendo esto –los suficientes para que la situación sea definida como “peligrosa”-, la segunda es que estos son “militantes kirchneristas” y por lo tanto, lo que están haciendo es “adoctrinamiento”, y por último, con la clara intención de  culpabilizar al gobierno nacional, desestabilizar, etc.

En contrapartida, los que simpaticen con la causa Maldonado, no verán matices en las prácticas pedagógicas, sino un solo accionar razonable, recto, íntegro, cabal.

Al fin y al cabo, es una guerra discursiva donde cada uno habla su propio idioma y traduce las palabras de su interlocutor con su diccionario personalizado.

¿Cómo salir de esta confusión?

Es imposible si las propias convicciones no son puestas en duda. Imposible en un mundo de “obviedades” que el otro, alienado, no puede ver. Si no me declaro públicamente sobre los casos Maldonado, López o Nisman con la inmediatez que ofrece internet, ¿estoy siendo cauto o cobarde? ¿estoy siendo cómplice? ¿cómplice de qué o quién? ¿no me importa la “justicia”? ¿soy un apátrida? ¿soy el enemigo?

¿Tan evidentes son el bien y el mal?

La recopilación de información no parece ser una prioridad para no sacar conclusiones apresuradas, lo fundamental, en apariencia, es por el contrario declararse prontamente de “un lado o el otro”.

Imposible escapar a la confusión en un mundo de “hechos” y no de interpretaciones donde políticos, aparatos mediáticos y ciudadanos aseguran poseer La Verdad (y nada más que la verdad). Imposible donde la misma Comunicación no sea sujeta a discusión.

“Lo que podemos observar en casi todos estos casos de comunicación patológica es que constituyen círculos viciosos que no se pueden romper a menos que la comunicación misma se convierta en el tema de la comunicación, en otras palabras, hasta que la comunicación esté en condiciones de meta-comunicarse.” (2)

Bruno del Barro

10/09/17

 

(1) “La decepción de la Orquesta Típica Fernández Fierro con el público que los fue a ver”, Diario Registrado (03/09/17)

(2) “Teoría de la Comunicación Humana” (1967), Paul Watzlawick, Janet HelmickBeavin, Don D. Jackson

Obras consultadas:

-“Pasos hacia una ecología de la mente” (1972), Gregory Bateson

-“El árbol del conocimiento” (1984), Humberto Maturana R., Francisco Varela G.