Un argumento en contra de los argumentos a favor del aborto, es que estos son mentirosos, porque usan mal las palabras, y se ha hecho especial énfasis en el verbo Interrumpir.

De seguro esto es porque Agustín Laje lo reiteró muchas veces desde hace tiempo (“la interrupción es el cese transitorio de un proceso para su posterior reanudación”), y se han hecho eco de él hasta el día de hoy, reproduciéndose incluso en la cámara de diputados como una razón más en contra de la proverbial Ley.

Interrumpir está mal porque el que interrumpe “detiene una cosa para luego continuarla”, mientras que un aborto es cosa definitiva.

Pues acabemos definitivamente con este asunto.

Es común toparse a veces con estos razonamientos basados en la semántica o gramática, en el correcto uso de una lengua, pero casi exclusivamente cuando hay que atacar al enemigo en todos los frentes; como en el Lenguaje inclusivo, de repente, muchas personas que nunca antes le habían prestado la menor atención a la RAE ni sabían lo que ella era, se vuelven sus defensores y la citan (cuando la finalidad no es lingüística, sino ideológica, atacar al feminismo). Del mismo modo que para desestimar el matrimonio igualitario, inopinadamente se interesan en –incluso descubren– la Biología (aunque solo genitalmente hablando, para ser honestos), para luego olvidarse de ella en cualquier otro aspecto (cuando la finalidad no es biológica, los procesos naturales de los organismos vivos, sino ideológica, defender la familia tradicional).

Redescubren el diccionario, y como cualquier aprendiz cree en un principio, entienden que las reglas se escriben sobre piedra, que las palabras se refieren a cosas definitivas, que se hallan en un lugar fijo y atemporal de Ideas y Arquetipos platónicos.

He aquí una novedad o información que podrá servir en un futuro, para aquellos –esporádicos– interesados en el correcto uso de la lengua, pero que rara vez investigan o tan siquiera googlean: «interrumpir» no solo refiere a “detener o pausar algo para luego reanudarlo», sino que otra acepción válida es «detener definitivamente una cosa».

Sin embargo –y esto es lo verdaderamente interesante–, aún en el caso de que esto último no fuera así, el lenguaje nos permite algo fabuloso, que es crear nuevos significados de conceptos aislados en una combinación nueva de palabras. Es decir “interrupción del embarazo” puede emplearse independientemente del significado del verbo aislado interrumpir, para dar con uno nuevo.

El significado (semántica) de una expresión debe buscarse en la organización de sus partes (sintaxis), y esta a su vez en el contexto en el que se da (pragmática).

Por más lejanas que parezcan entre sí las expresiones “interrumpir una película”, “interrumpir cuando alguien está hablando” e “interrumpir un embarazo”, todas son válidas.

Compárese con el verbo caer; observen su elasticidad:

-Perder un cuerpo el equilibrio: Se cayó al subir las escaleras.

-Pender, colgar: El flequillo le cae sobre los ojos.

-Sentar bien o mal: El café me ha caído fatal.

-Decaer, extinguirse: Está cayendo el Sol.

-Desaparecer, dejar de ser: Ya caerá ese ministro.

-Morir: Cayeron varios marines en combate.

-Llegar a comprender algo: Ahora caigo en lo que me decías.

-Tocar o corresponder a alguien; golpe de suerte: Me han caído veinte millones.

-Estar situado en alguna parte o tiempo: La puerta cae a la derecha; San Juan cae en verano.

-Caer enfermo; perder el conocimiento: Le dio un bajón de tensión y se cayó redondo.

-Estar a punto de suceder: El verano está al caer. (Fuente: que-significa.com)