Por Carlos Eduardo Galli (director revista El Vecino)
Despuntaban los ’80, cuando comencé a incursionar con frecuencia por el viejo bar El Cairo. Medio kelper como todo forastero, procuré forjar mis primeras amistades. Entre ellas, Rodolfo Perassi, consagrado artista plástico de la ciudad, apodado “Belmondo”, según se dice por su parecido en sus años mozos, al recordado actor francés Jean- Paul Belmondo. Asimismo, hace al alma de los bares, que en cada mesa convivan los habitúes con los agregados circunstanciales.
Luego, apareció Guillermo Ryan, “Willie”, psicólogo, profe en la UNR, dueño de un humor inteligente y ácido como todo irlandés. Por entonces el Negro, iba todas las tardecitas a beber un mate cocido, su infusión favorita.
Con Chiquito Martorell, nos conocíamos desde hacía años-fue otro contacto en esa emocionante conexión con Roberto.
El Negro Centurión, inauguraba la tertulia, porque el pervive cama adentro en Sarmiento y Santa Fe desde el Paleolítico, y también daban su presente cotidiano, el “Choper”, Marcelo Herrera, el “Ruso”: Gustavo Soboleosky, el Chelo Molina, el Zorro,“El Peruca” Castillo, peruano él, Pochi, Antonio Postiglioni , actorazo, tapa de “El mundo ha vivido equivocado” , se agregó luego el Pitu , y disculpas por alguna omisión. Pasa que siempre hubo integrantes pasajeros. Fauna variopinta toda ella, que devino en la Mesa de los Galanes, rebautizada hoy por Centu, casi cuatro décadas después como Mesa de Saldos.
Había sido citada fundacionalmente, no por el Negro, sino por el entrañable Félix Reinoso-con i latina- siempre lo recalcaba en su programa nocturno La Linterna. Solía tomar un cafecito con nosotros antes de partir a la radio, donde luego en joda, comenzó a decir al aire:” vengo de estar con los “galanes” de El Cairo. Fontanarrosa, después, a estos desechos, los convertía en perlas inolvidables.
Casi me caigo de culo, cuando en 1982, me ofreció ser tapa de su primer novela: “Best Seller”, a la que accedí gustoso, con el premio de su dedicatoria: “Para mi chica de Tapa”. No lo podía creer. A fines de ese año, mientras cursaba la licenciatura en Comunicación, la derrota de Malvinas, comenzaba a marcar el fin de la dictadura genocida.
Abrazados ya a la democracia que tanto nos costó recuperar, con Aldo Marinozzi-puta madre-, otro que se fue joven hace poquito, y un par de compañeros de la Facu, sentimos la necesidad de parir una publicación, de hacer catarsis, de ver y descubrir, en qué estado había quedada una sociedad que emergía luego de un largo luto, que aún segrega secuelas.
El Negro, que siempre apoyó desinteresadamente cualquier a cualquier emprendedor de proyectos culturales, nos prometió primero chistes, más nos habilitaría con su increíble Inodoro Pereyra.
Admiraba al Negro desde sus inicios, me parecía mentira poder compartir momentos imborrables a su lado.
El primer chiste que nos alcanzó, había sido publicado en la excelente Hortensia, parida en Córdoba, para todo el país, caso excepcional desde el interior.
Adaptado a ese humor cordobés, único en su género, se trataba de una señora que al entrar a su dormitorio, sorprende a su marido acostado con su amante: ¡Canalla! Le grita. ¡No si vuá sé leproso!, le replica su esposo. Joya.
No alcanzarían varios tomos para describir las bondades de tamaña persona. Anécdotas que lo ratifican por todos aquellos que lo conocieron u imaginaron, que no cesan en sus elogios. Va una. Fontanarrosa ya nos había advertido sobre los riesgos de incursionar en el terreno editorial, y lo comenzamos a padecer de movida nomás. A punto de cumplir dos años, arañando las paredes, el Negro a ver si levantábamos, nos hizo la tapa, algo que por su tipo de dibujo no hacía habitualmente. Me dijo: “Mira Turco, mis personajes son todos feos, los tipos, las minas, todos..Pero acá en Rosario, tenemos uno, que al revés mío, no puede dibujar feo, todo lo que hace es lindo, es El Tomi”, actual hacedor de nuestra tapas desde Barcelona, otro de los grosos de la ciudad.
La Mesa, ya había sufrido pérdidas irreparables: “el Choper”, Willie”, “Pochi”, el Pelado Reinoso y recientemente Fabián, el más joven , agregado en la última etapa y hace una década la del genio, que la hizo trascender. Precisamente, a comienzos de 2015, se promulgó la Ley 27100, que consagra el 26 de noviembre, fecha de nacimiento del Negro, como el Día Nacional del Humorista.
Cenamos con él, el día anterior a que esa maldita enfermedad se lo lleve, esa noche de miércoles del 18 de julio, cuando no, viendo un partido del Mundial Sub-20 de fútbol. Notablemente disminuido físicamente, y con un tenue hilo de voz, susurraba que cuando llegue el verano ya podríamos cenar en el balcón. Entereza. El Día del Amigo, de 2007, no fue joda, no fue chiste, la ciudad que lo vio nacer le tributó una despedida jamás vista.
Los homenajes se suceden, cine, teatro, evocaciones de colegas, amigos, de la ciudad, el país y desde otros rincones del mundo, pero creo que el mejor es el convite a leer su profusa obra, de dimensiones superlativas. Puta cuánto queda sin poder decir.
“El Negro, no se va…No se va…el Negro no se va”, es el grito atronador, que se desprende de los cuatro costados del Gigante. Y sigue afuera…miles no pudieron entrar. Y sigue…el grito ya muta en música que se extiende por toda nuestra extensa geografía y traspone fronteras.
¡Que lo parió! Escuchó. No se fue. Sus duendes están entre nosotros y seguimos día a día cagándonos de risa, su objetivo primario.
Perdón, mientras esto escribo, releo un cuento. Me cago de risa. Perdón, al toque se me pianta un lagrimón. Gracias Negro querido. Amigo. ¡Qué Jugador!