Por Marcelo Agnoli

La historias de los nazis en la Argentina y en América del Sur tienen una sucesión  de misterios sin resolver, en este caso el personaje central es Martin Bormann uno de los hombres más cercanos a Hitler  que a  su vez era el financista y el estratega de la manipulación de los millones en dinero, artes y fortunas ajenas que sirvió para establecer un  IV REICH en la sombras.

Él era junto a otras partes de ODESSA organización secreta para proteger a los nazis prófugos y para establecer el nuevo orden mundial, el cual hoy en nuestro siglo XXI rige bajo la tutela de EEUU y otras potencias. Lo que yo llamaría el hitlerianismo sin Hitler. Además debo agregar que también fue el responsable de inversiones oscuras y sin resolver entre otras manipulaciones financieras inclusive la fortuna de Hitler que hasta la fecha se habla de millones de dólares que supuestamente estarían todavía en algunos organizaciones financieras secretas (bancos, grupos neo-nazis, políticos de derecha, gobiernos pro-nazis, etc.) y cuando hablo de gobiernos incluyo al principal EEUU con Donald Trump y su anterior homólogo los Busch y aliados del mismo.

“Hitler emergerá desde el odio que le rodea ahora como una de las significantes figuras de la historia. El tenía aquello de lo que las leyendas están hechas.”

                                                John F.  Kennedy

1 de agosto de 1945

El oro sucio de los nazis

 POSADAS. El llamado oro nazi traído al país, representa otra de las grandes incógnitas. Como parte del informe de la Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades Nazis en la Argentina (Ceana), Lord Ralph Dahrendorf escribió a modo de comentarios finales que “el clima político e intelectual de la Argentina en las décadas de 1930 y 1940 se mostró en alguna medida receptivo a las ideas nazis y fascistas. El Presidente Juan Domingo Perón fortaleció esta predisposición favorable”. También admite el ingreso de bienes de valor como obra de arte y oro, provenientes de países nazis y fascistas.
Ceana en su informe sostiene no haber obtenido “la evidencia que respalde las imputaciones de que las operaciones en oro del Banco Central argentino con su contraparte portuguesa sirvieron para blanquear parte del saqueo nazi en el Río de la Plata o que la Argentina peronista, envió 25 toneladas de lingotes de oro con marcas de fundición nazis al Paraguay a comienzos de la década de 1950”.
Es que en forma previa recordaban, que Mario Rapoport y Andrés Musacchio, al referirse a que Argentina recibió oro nazi y croata, habían documentado que ello ocurrió en los comienzos del Tercer Reich. Ello cuando Alemania se mostró interesada en asegurar futuras compras de productos primarios argentinos, pagaderos en oro. El llamado oro nazi es producto del saqueo a las víctimas, en especial a las comunidades judías.
En esto se incluía desde barras de monedas, anillos, joyas, piezas dentales postizas y otros bienes personales. El mismo informe plantea la presencia de algunos elementos dudosos, en investigación, como la presencia de 40 lingotes de oro realizado en algún momento de 1942 a nombre de la Sociedad Anónima Financiera Uruguaya y Federico Mandl de Montevideo en el Banco Central de la Argentina. Era sospechado de transferir y administrar en el país, parte de las fortunas de algunos jerarcas nazis.
También se cuenta que se había descargado el oro del Tercer Reich en la costa cercana a     Camarones, provincia de Chubut.  Lo habrían traído con el submarino Graf Spee, que surcó las aguas del Río de la Plata. Además hay un film documental titulado “Oro nazi en Argentina”, cuyo guión pertenece a Camarasa, basado en su libro titulado “Odessa al Sur”.
Camarasa explicó a El Territorio que “cuando uno dice oro nazi es una metáfora, los capitales nazis ingresaron a la Argentina en forma de empresas alemanas”.
A su vez, en el libro escrito por la periodista alemana Gaby Weber, se rastrea los pormenores del engranaje que según su investigación, diseñaron los nazis y el Gobierno argentino para ocultar dinero alemán. Detalla el lavado de dinero que se produjo en dos épocas: tanto durante el gobierno peronista, entre 1951 y 1955, y entre 1957 y 1959. Según ese escrito, Perón montó una compleja red de colaboración económica con los nazis. El método era sobrefacturar el valor de las exportaciones alemanas o haciendo facturaciones sobre transacciones inexistentes.

Resguardado
También la banca suiza había admitido que parte de la fortuna nazi estaba en sus bóvedas. Allí dormían, fundidos en lingotes, desde oro de alianza e innumerables pequeños objetos. La realidad comenzó a conocerse mediante la publicación de un libro de 1997, que descubría el papel que jugó Suiza en la guerra. Es “El oro nazi” de Jean Ziegler.
Además mediante una ley de libertad de información de la legislación norteamericana, permitió dar a conocer los secretos del Archivo Nacional de Estados Unidos.
En “Actividades objetables de Suiza en representación de los nazis y del III Reich”, la información aporta numerosas pruebas sobre hechos que sólo habían denunciado algunos historiadores, el Congreso Mundial Judío y por supuesto las propias víctimas del Holocausto.
Los datos demuestran que fueron varios los países que colaboraron con los propósitos nazis. Tales como Portugal, Turquía, Suecia, Argentina, España y el Estado Vaticano y, que la principal autopista de estos tesoros fue la neutral banca suiza. El oro sustraído a los bancos centrales de los países ocupados, a los judíos perseguidos y a todos los que ingresaban en los campos de concentración, salía rumbo a Suiza donde era almacenado en cuentas bajo nombres y claves falsas.

 Los mil escapes y todas las muertes de Martin Bormann

 

   La historia de Martin Bormann no ha sido muy diferente a tantas otras, de tantos otros jerarcas nazis desaparecidos repentinamente justo cuando el final de la Segunda Guerra Mundial era casi un hecho. El epitafio de Bormann, vice Führer de Adolf Hitler tras la caída en desgracia de Rudolf Hess en 1941 y uno de los hombres más influyentes sobre el dictador alemán que se hayan conocido, dice que nació en Halberstadt, Alemania, el 17 de junio de 1900 y que murió en Berlín el 2 de mayo de 1945, pero…¿ha sido efectivamente así?

Bormann era el cerebro gris amparado a la sombra de Hitler. Este hombre siniestro hacía dos cosas a las mil maravillas: influir como nadie sobre Hitler y además encargarse de construir una muralla en torno al dictador para que nadie se interpusiera entre ellos. Bormann era efectivo, certero, silencioso, discreto y afecto a no exhibirse para poder concentrarse en sus tareas recluido en su oficina. Pensaba en todo y estaba en todo. Martin Bormann era el titiritero maléfico, el hombre que copiaba a la perfección los extraños horarios de Hitler para nunca dejar de estar con él, el jerarca casi impoluto que no tenía vicios que, como si fuera poco, se transformó tras la «primera muerte» de Hitler en el depositario de las esperanzas para la fundación del  IV Reich. Y el plan para fundar un nuevo imperio no tenía lugar en Europa, sino en Sudamérica y todo gracias a la nefasta organización ODESSA, o «La Araña» como también se la conocía.
ODESSA comenzó a actuar en Alemania durante los juicios de Nüremberg con total efectividad.   Mientras Bormann era juzgado en rebeldía y condenado a la horca, al mismo tiempo ya disfrutaba de toda la protección de una red mundial que comenzaba en Génova, Italia y que terminó en las playas de San Clemente del Tuyú, en la costa atlántica de la Provincia de Buenos Aires, en Argentina.
Mientras muchos de sus adeptos y algunos familiares lo lloraban sobre una tumba vacía en Alemania, Bormann comenzaba un largo periplo enmascarado con cambios físicos y pasaportes falsos (siete en total) todos con nombres que no eran precisamente el suyo. Desde Italia y tras un paso por España, Bormann pisa las tranquilas arenas de San Clemente del Tuyú en Argentina. Bormann había logrado con los empresarios y acaudalados afectos al régimen algo similar a lo que había conseguido Hitler años antes en Estrasburgo: que depositen sus fortunas en favor de la concreción del nuevo Reich. Así lo hicieron y las sumas resultan hoy incalculables. ODESSA ya había hecho de las suyas previamente y recién en 1946 los aliados comprobaron que una suma de 800 millones de dólares se había «esfumado misteriosamente» de los bancos alemanes. Para poder tener una idea de la cantidad de dinero de la que estamos hablando hoy en día, habría que multiplicar esa cifra por 100.

El 28 de marzo de 1945 había arrimado a las playas de Argentina un convoy de varios U-Boots (submarinos alemanes) con un pesado cargamento de oro, divisas, alhajas y piedras preciosas que fue puesto a resguardo de inmediato. Han querido la casualidad y la providencia que exactamente tres semanas después de esa misteriosa e inesperada llegada, se realizaran monumentales depósitos a nombre de Eva Duarte de Perón en el Banco Transatlántico Alemán, el Banco Germánico y el Banco Tornquist, todos con sede en Buenos Aires, Argentina.
Mientras tanto Bormann, ese mismo que «había muerto en Berlín» el 2 de mayo de 1945, se reunía en Roma con Monseñor Montini (luego el Papa Paulo VI) en el Vaticano, sellando un acuerdo de protección que lo trajo hasta Argentina a través de la ruta de las Ratas recién en 1948. Eva Duarte de Perón también había aportado lo suyo con su viaje a Europa en 1947, momento que aprovechó para su encuentro con Bormann finiquitando el arreglo que lo traería a la Argentina. Como el viaje había sido largo y seguramente Bormann «había utilizado muchos de sus ahorros», Juan Domingo Perón le transfirió un cuarto de aquella monumental fortuna llegada en los U-Boots y depositada en los bancos alemanes en Buenos Aires. Para asegurarse de no pasar penurias también se transfirió desde Alemania a Argentina gran parte del tesoro del Deutsche Bank, el cual estaba a nombre de un tal L. Freude, quien casualmente fue encontrado muerto a los pocos días de realizada la transacción…

En 1951 se traslada a Paraguay, se encuentra con Joseph Menguele, vive allí y luego se instala en Brasil con el nombre de Richard Bauer. Las «visitas» de comandos israelíes en Argentina en los ’60, lo hace dudar de su regreso  a estas pampas, pero Argentina tenía algo especial para él: el centro mundial de la Organización ODESSA estaba (¿estaba?) radicado en Bariloche, provincia de Río Negro, en la Patagonia de Argentina y es por eso que regresa al país en 1972 (muchos años después de aquel fatídico 1945 en el que «había muerto» en Alemania) luchando contra un cáncer que lo venció mientras vivía supuestamente como «cualquier hijo de vecino» en la localidad de San Martín, Provincia de Buenos Aires.

Martin Bormann, aquel hombre al que el mismísimo Hitler tildaba de «brutal pero fiable», no sólo que no había muerto en Berlín en 1945, sino que logró sobrevivir y pasarla bastante bien hasta bien entrados los años ’70 en diferentes lugares de Argentina, Brasil y Paraguay, amparado por gobiernos, empresarios, banqueros y autoridades que contribuyeron en gran medida a crear el tan ansiado (por ellos) IV Reich. Los mil escapes y las varias muertes de Bormann no eran, definitivamente, un cuento de ciencia ficción…