Este es el nombre que lleva la muestra que se exhibió desde el 3 de Julio y hasta el 2 de Septiembre en la Fundación OSDE, en el 5to y 6to piso, en calle Boulevard Oroño 973 de nuestra ciudad. La muestra intentó redescubrir tanto desde lo biográfico como desde lo visual la trayectoria de un artista mundialmente premiado y reconocido por la crítica artística y la academia.

Creó el Sindicato de Artistas Plásticos exclusivamente para ayudar económicamente a los artistas, ya que él mismo sufrió múltiples privaciones económicas hasta que empezó a triunfar.

Nacido en 1986 en el barrio de Palermo de la ciudad de Buenos Aires, hijo de madre piamontesa y padre austríaco, viaja a la tierra de sus ancestros a los tres años y vuelve en 1902. Empieza y termina la escuela primaria. Luego decide trabajar y se queda trabajando en un almacén de Ramos Generales en Mercedes, provincia de Buenos Aires. A los 17 años entra a la tienda Gath & Chaves en Buenos Aires y a los 18 al Correo. A esa edad decide estudiar en una escuela técnica. Obtiene el segundo premio por sus trabajos. Se entusiasma con el dibujo. En 1915 ingresa a la academia de Bellas Artes. Al terminar primer año se reúnen sus profesores y le aprueban directamente el 4to. Año. Al año siguiente egresa como Profesor Nacional de Dibujo. Hace taller de paisaje al aire libre y taller de figura humana. En 1920 se muda a San Juan. Realiza su primera muestra individual y empieza a participar de salones y muestras, sobre todo en Buenos Aires. “La caracterización y el dibujo son las bases de la pintura al óleo”, sostiene.

En la muestra exhibida sobresale la ductilidad de técnicas y la amplitud de recursos plásticos y se observa el pasaje del artista académico al artista moderno: así, hay una diferencia notable entre el autorretrato de 1917 y el autorretrato de 1930, si bien los dos son óleos y la técnica es la pintura en el primero la pincelada está muy influenciada por el impresionismo y el tratamiento de la luz y en el otro, el de 1930 ya hay un tratamiento vigoroso y fuerte de la personalidad del artista retratado y se marcan los planos y volúmenes en forma más bien geométrica con planos de color que avanzan más bien hacia la oscuridad. Lo mismo ocurre entre el “Paisaje de Palermo” de 1916 y el óleo de la “Iglesia de Saint Rémy”, de 1927. Hay un cambio de pincelada, del tratamiento del color y del plano y del volumen de la composición que es notable: el primero se acerca al arte impresionista y al paisaje convencional, el segundo ya es definitivamente un óleo de arte moderno. Lo mismo ocurre con el “Desnudo femenino”, de 1927 (tinta sepia sobre papel), ya el tratamiento de los volúmenes del cuerpo es de arte moderno, es lo que más lo caracteriza, tal cual ocurre en la “Figura ”, de 1931 exhibida en el Museo Nacional de Bellas Artes, o la obra “El escultor”, de 1936. Es interesante destacar que la obra “Figura” fue expuesta en 1931 en el Salón Nacional de Bellas Artes y si bien fue muy elogiada por la crítica: “En esta figura (cuerpo de mujer, rostro de niña), no se sabe qué admirar más” (Revista Criterio N° 187) no obtiene ningún premio. En disconformidad con eso un grupo de artistas organizan un “Homenaje a Spilimbergo” (hacen una cena para recaudar fondos de dinero) y juntos compran la obra y la donan al Museo Nacional de Bellas Artes. Esta obra que forma parte de la muestra permanente de dicho museo es una de las más emblemáticas como una obra ya definitivamente de arte moderno.

Trata de perfeccionarse en grabado usando los rodillos de una secadora de ropa vieja. Realiza dos monocopias: “Elemento de trabajo” y “En invierno”, con las que gana el Primer Premio de Grabado en el Salón Nacional de Buenos Aires. En 1923 gana el primer premio del Salón Nacional de Pintura por “Seres humildes” que según su propia descripción “son dos viejas con una parva de sarmientos cada una sobre la cabeza y detrás las sierras azuladas de San Juan. Es un paisaje típico de aquí, una escena habitual” dice Spilimbergo. Renuncia al Correo en 1924 y se dedica totalmente al arte. Se instala en Estación Paso de los Andes, Mendoza y estudia el paisaje, realiza óleos y aguafuertes. En 1925 gana el Premio Único del Salón Nacional por el conjunto de obras: “El ciego”, “Descanso”, “Paisaje Andino” y “Vieja putuyana”.
En 1925 viaja a Italia, recorre ampliamente toda la península y se instala en la casa de sus abuelos. Recorre Florencia y se dedica a estudiar en la Academia Mazoni é Rossi, admira la ciudad. Viaja a Roma y estudia en la Pinacoteca Vaticana. Recorre la Capilla Sixtina y admira la obra de Leonardo. Visita las ruinas de Pompeya, Sicilia y Venecia, “la Presentación de la Virgen en el templo, de Tiziano, es lo mejor que he visto en Venecia”, sostiene. Después de Italia se instala en París, con Butler y Badi. Asiste a la Grande Chaumiere, una escuela de arte independiente enfrentada a la Academia de Bellas Artes. El maestro Lothe le enseña el lenguaje plástico que necesita para expresarse. Allí conoce a Germaine, su esposa, quien lo acompañará hasta su muerte. Gana en 1927 el Primer Premio Adquisición en el Salón Anual de Pintura de Santa Fe. Con Antonio Berni, Aquiles Badi, Horacio Butler y Héctor Basaldúa (conocidos como “los cinco de París”) hacen una muestra en Amigos del Arte de Buenos Aires. La muestra es muy atacada y defenestrada por la crítica: no admiten el arte no tradicional ni convencional.

En este sentido, si bien los objetos de la representación plástica de Spilimbergo son absolutamente tradicionales (los retratos, la mujer, en desnudo o no, los paisajes, las naturalezas muertas) el pasaje del artista tradicional académico al artista moderno es resistido y criticado, lo nuevo asusta y es temido. Un artículo del diario “La Nación” sostiene en 1928: “al igual que Berni, Lino Enea Spilimbergo es un artista de mucho porvenir y un dibujante de primer orden pero parece que llegó a París y cambió sus ideales pictóricos súbitamente. Lo único que perdura es el valor enérgico de su pintura. Debajo de los inútiles tanteos por doquier asoma algo que pudiera ser garra”. En este sentido es relevante que en 1929 con su obra “Paisaje de San Juan”, Spilimbergo gana el XI Salón de Rosario, llevándose el Primer Premio en Pintura. “Su arte es puro, reconforta el ánimo y alegra los ojos por el solo hechizo de la verdad hondamente sentida y expresada”, sostiene el diario La Prensa en 1929. El mismo año expone su obra en la Casa España, en San Juan, “el conjunto expuesto es el acontecimiento artístico más importante de los últimos años”, sostiene La Nación. Hace una muestra colectiva en Amigos del Arte. En 1933 gana el Primer Premio en Pintura del Salón Nacional por su obra “Naturaleza muerta”, un óleo que representa una estatuilla de yeso con una maceta y una planta. Es una obra muy elogiada por la crítica: “Es definitivamente el mejor pintor argentino. Spilimbergo construye por masas, a grandes planos, usa una paleta de tonos fuertes, son cuadros muy vigorosos”.

Esto se nota en la obra expuesta en OSDE en “Composición”, de 1931 y “Dos mujeres”, de 1935. También sobresalen los óleos “Alegoría” y “Sabiduría y amor”, ambos de 1931 por su proximidad ya al arte contemporáneo, libres totalmente de toda atadura de tipo académica. No se puede decir lo mismo de “Cabeza de mujer” (óleo, 1920) y “Cabeza de niña” (óleo, 1922) que si bien siguen los cánones convencionales del retrato tradicional son absolutamente magistrales en el tratamiento del color y en la expresividad de los rostros.
En 1934 entra como profesor de la cátedra de Dibujo en el Instituto Argentino de Artes Gráficas, ejerce 5 años ad-honorem ese cargo. Obtiene el 1er. Premio del XX Salón Nacional. En 1935 entra como profesor de Dibujo en la Academia Nacional de Bellas Artes, cargo que ejerce hasta 1948, año en que se muda a Tucumán. Presenta “Terraza con figuras” (óleo) en una exposición en Pittsburg, Estados Unidos. Participa de la muestra “Siete pintores argentinos”. En 1937 ilustra el libro “Interlunios” de Oliverio Girondo, con el que gana la Medalla de Oro al grabado en la Exposición Internacional de París por las aguafuertes que realizó. Su obra “Figura” gana el Gran Premio de Pintura en la misma Exposición de París. Por su óleo “Figuras” gana el Gran Premio de Pintura del Salón Nacional. “Son dos figuras, un niño y una mujer en cuyos ojos palpita la dulzura del mundo” (diario “Crítica”, 1937).

En mayo de 1939 decora el Pabellón Argentino en la Exposición Internacional de Nueva York. Viaja a Bolivia en donde realiza su serie “Cholas”, es nombrado Socio Honorario del Sindicato de Artistas Plásticos de Bolivia y da clases en la Universidad. En 1941 expone en Nueva York e ilustra Les fleurs du mal de Baudelaire. Hace una muestra invitado por Pettoruti en el museo de Bellas Artes de la Plata. Crea con Berni y Castagnino entre otros el Taller de Arte Mural, redactando un Manifiesto del movimiento. En 1946 realizan el Mural de las Galerías Pacífico. En 1948 organiza la sección Pintura de la Universidad Nacional de Tucumán. “Considero que el dibujo y la pintura deben enseñarse simultáneamente en un método teórico-práctico en un orden progresivo de lo simple a lo complejo”, sostiene.
En 1952 deja la cátedra en la Universidad y vuelve a Buenos Aires. Compra una casa en Unquillo en las afueras de Córdoba. Continúa con el retrato y el desnudo femenino. En 1956 es nombrado Académico de Número de la Academia Nacional de Bellas Artes. Expone en China y Nueva York. En 1958 en Bruselas y en 1959 en Lima, Perú. Vuelve a instalarse en París con su mujer. Pinta paisajes y recorre museos. En 1964 vuelve a Buenos Aires a hacer unos trámites y tiene un ataque de asma. Los médicos le aconsejan descansar un tiempo en Córdoba. Viaja a Unquillo en donde fallece el 16 de marzo de 1964.

En la obra expuesta descolló el perfecto dibujante en obras como “Desnudo masculino” (torso) de 1918, “Desnudo femenino”, de 1918, en tinta y en lápiz graso, también sobresalen “Figura de mujer” de 1958, “Desnudo femenino” de 1952 y “Dos mujeres” de 1952 en donde se anima a plantear el tema de las relaciones sexuales entre mujeres y el tema de la masturbación femenina. Tanto por el tratamiento de la figura humana como de la expresividad y el lenguaje gestual estos dibujos tienen el valor más importante, a mi gusto, de toda la muestra, la cual merece verse en forma detallada y meditada por el espectador, cualquiera sea el sitio donde se exhiba.