Por Sergio Rinaldi (Periodista Ambiental) -Coordinador General del «Taller de Comunicación Ambiental» (Rosario).

                                         

                                                    LOS ORÍGENES EN ROSARIO.-

 La aparición en Rosario y nuestra región de los denominados «grupos ecologistas», tal como los denomina la gente común, se sitúa aproximadamente en los primeros años de la democracia. Es más, algunos empezaron a realizar sus primeras reuniones para conformarse como tal en los últimos años de la última dictadura militar.

Percibir que los militares se marchaban, y que ya se empezaba a respirar los «aires perfumados» de una democracia que se nos venía, alentaba la aparición de diferentes organizaciones sociales y las organizaciones ambientalistas no escapaban a ese dulce florecimiento.

Particularmente comencé a trabajar en organizaciones ecologistas a principio de los 80 y ya en 1985 me involucraría definitivamente en una novel organización que a tres décadas de su fundación sigue hoy trabajando fervientemente.

A la par de mi militancia en las ONGs ambientalistas también empezaría a realizar y desarrollar mi carrera de «periodista ambiental». Prácticamente con el trabajo de militante empezaría a desarrollar mi carrera de «periodista verde».

Fue a mediados de la mencionada década de los 80 y con la recién recuperada democracia que nos invitaron a un grupo de personas entre las cuales me encontraba a realizar comentarios en un programa de los sábados a la mañana en la vieja Radio Dos que en ese momento se encontraba ubicada en la calle Dorrego entre San Luis y San Juan.

La temática para la cual nos convocaban eran de las más variadas y porque no también fantásticas…

Vi y percibí en ese momento que se me habría una gran oportunidad para ofrecerme a realizar comentarios sobre la problemática del medio ambiente…o como decían vulgarmente y todavía algunos comunicadores dicen, simplemente para «hablar de ecología»…

Como dije ya,hacía algunos años que militaba en las denominadas organizaciones ecologistas y esa era una gran oportunidad para llevar a los micrófonos de las radios más importantes, la problemática ambiental…

Así fue que durante todo el segundo lustro de los ochenta haría mis comentarios en la vieja Radio Dos, agregándole poco tiempo después columnas de opinión en Radio Nacional Rosario en dónde supimos llevar adelante con un grupo de comunicadores  fantásticos, proyectos radiales llamados «El Duende Americano» y «La Hora de los Magos»…

También en una reconocida FM de la ciudad, que hoy todavía funciona, realizaría mi primera experiencia de llevar adelante mi  proyecto radial llamado «El Correo del Sol», una hermosa experiencia que me permitiría realizar la cobertura de una de las más importantes cumbres ambientales de la historia, la reconocida «Cumbre de la Tierra» o «Eco 92» en la bella ciudad de Río de Janeiro, Brasil, en junio de 1992…

Pero fue a comienzos de la década de los 90 con mi llegada a LT8 dónde empezaría a darle más continuidad a mis comentarios en defensa de este malherido presente ambiental que supimos conseguir. Era todo un desafío personal llegar a este importante medio de comunicación. Los comienzos no fueron sencillos, había que hacerse de un espacio entre colegas que desarrollaban las «clásicas» columnas de todo medio de comunicación… la política, los deportes, el espectáculo, tuvieron que comenzar a abrirse y dar espacio a estos comentarios de una «nueva» problemática que se acentuaba cada vez más a nivel planetario. Por suerte muchos de esos hoy compañeros de trabajo tuvieron la generosa apertura mental para recibirme y sumarme a los diferentes grupos de trabajo.

Pasaron muchos años ya, muchas idas y vueltas, coberturas radiales por el territorio argentino, por países hermanos de nuestra Sudamérica y el continente europeo. Mucha agua paso por debajo del puente y todavía acá estamos, haciendo «comunicación verde».

Párrafo aparte tienen a esta altura los reconocimientos, debo decir que ha sido hermoso sentirse «acariciado» alguna vez por una u otra distinción como en su momento fue el tan preciado Martín Fierro.

Pero obviamente que las mejores distinciones son las que otorga la audiencia, esos oyentes que te llaman, que te detienen por la calle y te agradecen el compromiso para con la defensa de nuestro planeta. En definitiva esos elogios nos dan aliento para seguir por muchos años más en este camino de compromiso ambiental.

PERIODISTAS VERDES Y MILITANTES… (DEL «NO HAGAN OLAS» A «GREENPEACE»)

Fue en la diminuta isla de Amchitka, situada en un extremo del archipiélago aleutiano del Pacífico Norte donde Estados Unidos realizó una prueba nuclear subterránea en 1969, ahí unos hasta ese momento desconocidos canadienses, Jim Bohlen, Irving Stowe y Paul Cote dieron origen a Greenpeace, concentrando en su nombre dos elementos cardinales de la organización: pacifismo y ambientalismo.

Ubicada en las aguas de la costa oeste de Alaska, Amchitka está situada en una de las regiones más sísmicas del mundo. En 1964 un temblor de entre 8.3 y 8.6 grados en la escala de Richter ocasionó la muerte de 115 personas, dejando a cientos sin hogar y destruyendo el 75% de la infraestructura del comercio y la industria. Esto generó también series de tsunamis y olas sísmicas que afectaron playas de Oregón, California, Hawái y Japón.

Este fue el sitio que Estados Unidos escogió para probar su arsenal nuclear, así que el 2 de octubre de 1969, Amchitka fue estremecida por la fuerza de una bomba nuclear, que explotó 1,200 metros bajo su superficie.

El acto estuvo rodeado de controversia, pues la gente temía otro temblor. El día de la prueba, 10 mil manifestantes bloquearon el paso a la principal frontera entre Estados Unidos y Canadá para demostrar su preocupación. La Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos ignoró las protestas y llevó a cabo la prueba, mientras los sismógrafos grababan olas que medían 6.9 en la escala de Richter. Pero la bomba no causó un temblor ni una onda en la marea, y el miedo bajó por un tiempo. Luego llegó el anuncio de que se llevaría a cabo otra prueba en 1971, cinco veces más fuerte que la anterior.

Una de las personas más activas en la protesta antinuclear era Jim Bohlen. Buzo y operador de radar en la Marina de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, el neoyorquino Bohlen estaba en Okinawa cuando Estados Unidos lanzó las primeras bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945. Bohlen se opuso fervientemente a políticas del gobierno estadounidense relacionadas con las armas nucleares, y objetó fuertemente la participación de este país en Vietnam. Luego se mudó a Vancouver en 1966 con su familia, donde conoció a Irving Stowe en una marcha antiguerra en 1967.

Fue Stowe quien introdujo a Bohlen en la religión cuáquera. Los cuáqueros creían en una forma de protesta conocida como “dar testimonio”, una forma de resistencia pasiva que implica acudir a la escena de una actividad objetable y expresar oposición simplemente al estar ahí de manera física.

Pronto enfocaron su atención en Amchitka. La cuestión era cómo despertar la conciencia en Estados Unidos. En 1970 Bohlen y Stowe, junto con Paul Cote, formaron el comité “No Hagan Olas”, retomando el lema de la manifestación de 1969. El propósito era detener la prueba nuclear en Amchitka.

Según Bohlen: “‘Comité No Hagan Olas’ eran palabras que no significaban mucho. La gente no se relacionaba con ellas, así que el grupo trató de pensar en algo que la gente pudiera entender”.

No queda claro cómo surgió el nombre, al parecer fue Hill o Bill Darnell, un ecologista y trabajador social canadiense, quien ideó la combinación de palabras que señalan la preocupación por el planeta y la oposición a las armas nucleares. Aparentemente a Darnell se le ocurrió la combinación dinámica de las palabras para unir la preocupación del grupo por el planeta y la oposición a las armas nucleares. Así nació Greenpeace.

DANDO TESTIMONIO.-

El Phyllis Cormack, un viejo barco pesquero de 24 metros, fue el primer navío del grupo, rentado por seis semanas a un costo de 15,000 dólares. Tenía más problemas mecánicos que los que se suponía debía tener. Después de pasar trece meses tratando de encontrar algo mejor, Bohlen, Stowe y Cote concluyeron que no había alternativa. En este bote navegaron hacia la bomba.

Tanto el navío como su tripulación estaban en el ojo público. Se comunicaron por radio con la costa y los medios. Había doce personas a bordo, incluyendo al capitán Cormack. A las 4 de la tarde del 15 de septiembre de 1971, llevando los símbolos de la paz y la ecología, el Phyllis Cormack, zarpó a cumplir su primera misión real.

“Nuestra meta es muy simple, clara y directa: llevar a una confrontación entre la gente de muerte y la gente de vida. No nos consideramos a nosotros mismos radicales. Somos conservadores, insistimos en conservar el medio ambiente para nuestros hijos y futuras generaciones de hombres”, reportó Ben Metcalfe, un veterano de radio que estaba entre los periodistas que integraban la tripulación, y que jugaron un rol preponderante, la mañana del 16 de septiembre desde el barco.

En esa travesía también resultó clave la presencia de otro periodista, Robert Hunter, quien llevaba a bordo un libro llamado Guerreros del Arcoiris, un pequeño volumen de mitos indígenas y leyendas, y que fue una fuente de inspiración para el equipo, en particular una profecía de 200 años de una anciana cree llamada Ojos de Fuego, quien predijo que cuando la tierra fuera saqueada de sus recursos, el mar ennegrecido, las corrientes envenenadas, el venado muerto sobre sus huellas, justo antes de que fuera demasiado tarde, el indio recobraría su espíritu y enseñaría al hombre blanco la reverencia por la tierra, uniéndose a él para convertirse en Guerreros del Arcoiris. Este nombre tendría una resonancia básica en la historia posterior de Greenpeace.

Así pues, en el camino a Amchitka, a cinco kilómetros del límite territorial, con cámaras y grabadoras la tripulación del Cormack “atestiguó” en la tradición cuáquera, y a través de los medios hizo que Canadá también fuera testigo. Entonces la tripulación recibió un mensaje por radio que anunciaba que la prueba había sido pospuesta, pero no se sabía por cuánto tiempo.

Luego, el 30 de septiembre, se acercó al Cormack el buque Confidence, de la Guardia Costera, y el comandante avisó al barco de Greenpeace que estaba bajo arresto, y los tripulantes fueron detenidos. A espaldas del comandante, el personal del Confidence entregó a los tripulantes del Cormack un cablegrama firmado por 17 marinos, y que decía: “Debido a la situación en que nos encontramos, la tripulación del Confidence siente que lo que están haciendo es por el bien de toda la humanidad. Si nuestras manos no estuvieran atadas por estos lazos militares, estaríamos en la misma posición en que están ustedes, si fuera posible. Buena suerte. Los apoyamos 100%”. Cuando los marinos partieron, lo hicieron con los bolsillos llenos de carteles, libros y banderas con el signo de la paz que les dio la tripulación de Greenpeace.

A pesar de un sentimiento de derrota, ya que la batalla no se había ganado, al menos aparentemente, Greenpeace reunió apoyo en toda la nación gracias a la información de los periodistas Metcalfe y Hunter: los eventos del viaje, especialmente el arresto y “amotinamiento” de la tripulación de la Guardia Costera.

Tanta era la buena voluntad hacia Greenpeace que, de regreso a la Columbia Británica, Stowe pudo reunir el dinero para otro bote más rápido, de 47 metros, el Edgewater Fortune, que se enfiló hacia Amchitka mientras el Cormack volvía a casa. Los dos barcos se cruzaron cerca de la isla de Vancouver.

Empezó entonces una carrera contra el tiempo. La tripulación de 28 miembros reunió provisiones e hizo planes en 24 frenéticas horas, después de que el presidente Nixon marcara como fecha límite para la siguiente prueba: el 4 de noviembre de 1971. El Fortune, rebautizado como Greenpeace II para el viaje, perdió tiempo cuando fue golpeado por una tormenta al tratar de cruzar el Golfo de Alaska y tuvo que hacer dos paradas por reparaciones y combustible.

A pesar del valeroso intento, el Fortune estaba a 1,100 kilómetros, el 6 de noviembre de 1971, cuando se ordenó que la bomba fuera detonada.

El sismo que se dio fue del orden político: tantas manifestaciones públicas contra las pruebas y emplazamientos a huelga que era imposible para Estados Unidos continuar con las pruebas en Amchitka. Después de cuatro meses de silencio, se anunció el final de las tentativas en el archipiélago aleutiano por “razones políticas y de otra índole”. La voz de Greenpeace se había escuchado, y la pequeña isla de Amchitka estaba a salvo.

LOS TRIPULACIÓN COMPLETA ABORDO DEL PRIMER BARCO FUERON

  • El capitán John Cormack, propietario de la embarcación
  • Jim Bohlen, Greenpeace
  • Bill Darnell, Greenpeace
  • Patrick Moore, Greenpeace
  • Dr. Lyle Thurston, médico
  • Dave Birmingham, ingeniero
  • Terry Simmons, geógrafo cultural
  • Richard Fineberg, profesor de ciencias políticas
  • Robert Hunter, periodista
  • Ben Metcalfe, periodista
  • Bob Cummings, periodista
  • Bob Keziere, fotógrafo

QUIÉNES FUERON LOS PERIODISTAS VERDES Y MILITANTES QUE ESTUVIERON DESDE EL COMIENZO.

– Bob Hunter activista canadiense nacido el 13 de octubre de 1941 en St. Boniface, Manitoba. Hunter fue el primer presidente de Greenpeace hasta 1977. Él fue el creador de la expresión «The Rainbow Warriors» (guerreros del arco iris), que describe a los activistas de la organización, y bautizó al barco emblema de Greenpeace con el mismo nombre. En 1979 fundó Greenpeace Internacional. Hunter fue reconocido por sus trabajos periodísticos. Trabajó como periodista de medio ambiente en la televisión canadiense y fue comentarista humorístico de noticias. Falleció el 2 de mayo de 2005 a los 63 años de edad en Toronto (Canadá) de un cáncer de próstata. Hunter había sido nombrado por la prestigiosa revista ‘Time’ como uno de los diez héroes ecologistas del siglo XX por sus múltiples campañas contra la armas nucleares y la caza de ballenas y focas.

– Ben Metcalfe, otro de los fundadores de Greenpeace, combinaba un compromiso inquebrantable con el medio ambiente con una aptitud especial para ser paladín de la causa. Periodista y locutor, convirtió su experiencia personal en las trincheras ecologistas en material para periódicos e informativos de televisión. Un movimiento que empezó con tempranas señales de peligro, como el libro de Rachel Carson «Primavera Silenciosa», y se dio a conocer vagamente en las manifestaciones en contra de las pruebas nucleares fue cobrando ímpetu. Metcalfe se encontraba entre la pequeña banda de activistas que consiguieron centrar la atención del mundo en el medio ambiente. Bob Hunter, que junto con David McTaggart fue otro de los padres fundadores del movimiento, decía que Metcalfe había sido un modelo que contribuyó a darle coherencia.

  1. Bennet Metcalfe había nacido en Winnipeg, Manitoba, y fue a Inglaterra con su familia cuando tenía 16 años. Se alistó en las fuerzas aéreas británicas y entró en acción en India durante su levantamiento contra el yugo colonial. Cuenta la tradición que él prefirió prestar atención a Gandhi en vez de a las órdenes recibidas cuando, siendo artillero aéreo, él y su piloto arrojaron bombas en solares vacíos en lugar de en los pueblos señalados como objetivo. Más tarde, en el norte de África, sirvió con los británicos contra el Afrika Korps de Rommel en el desierto de El Alamein.

Fue agregado de prensa del Servicio Diplomático británico en Düsseldorf, Alemania, y escribió para periódicos de Francia y Winnipeg, trabajando también como locutor. Viajó mucho para reunir material para sus artículos y fundó una empresa de relaciones públicas con su mujer, Dorothy. Metcalfe coordinó las campañas iniciales del Comité No Hagáis Olas, que pronto cambiaría su nombre por Greenpeace, contra las pruebas nucleares previstas en las islas Aleutianas y a favor de los intentos de salvar las reservas de aves de la región. El grupo afirmaba que una prueba nuclear allí, cerca de una línea de falla geológica, podría desencadenar un terremoto devastador y una ola gigante. El movimiento se hizo verdaderamente internacional en los años siguientes, quizá por la fama que lograron las misiones capitaneadas por Metcalfe para impedir las pruebas nucleares francesas en la atmósfera en el sur del Pacífico. En 1972, Metcalfe, que había reclutado a McTaggart, fue arrestado en París a causa de esta campaña. Fue expulsado de Francia, acción que recibió a su vez fuertes protestas de los intelectuales franceses, entre los que se encontraba Jean-Paul Sartre. La relación oficial de Metcalfe con Greenpeace terminó poco después, y volvió a escribir artículos y ensayos, muchos de ellos en apoyo de las causas ecologistas.

Ben Metcalfe, otro de los fundadores de Greenpeace murió en su casa de Shawnigan Lake, en la isla de Vancouver, British Columbia, a causa de un infarto. Tenía 83 años.

– Bob Cummings, el tercer periodista de la tripulación, es sobre el que tenemos menos datos informativos, escribía para el periódico militante Georgia Straight y ayudó a promover la causa sumandose a el grupo en noviembre de 1969. Pero ya en septiembre de ese año los había acompañado en las protestas en el consulado norteamericano en Vancouver contra los ensayos nucleares. Finalmente en 1971 se suma a la tripulación del barco.

# Páginas consultadas www.greenpeace.org.ar – buscabiografias.com y consultas personales de cuando el autor de la nota estuvo en los barcos de Greenpeace

SERGIO RINALDI-TALLER DE COMUNICACIÓN AMBIENTAL