Por Carlos del Frade.

Santa Fe, junio de 2017.

 

Narcotráfico, poder y esperanza, es la síntesis de informaciones y notas producidas en el período que va entre junio de 2016 y junio de 2017.

Un panorama de lo que sucede en las principales provincias argentinas, fundamentalmente Santa Fe y que cuenta, en esta ocasión, con el aporte de dos excepcionales trabajadores de prensa de investigación, como son Daniel Enz y Juan Federico, que describen la realidad de Entre Ríos y Córdoba, respectivamente.

Con la excusa del combate contra el narcotráfico,

El gobierno de Mauricio Macri repite las recetas impuestas por el imperio en Colombia, México y Brasil. La multinacional paraestatal que regula el negocio en todo el continente, la DEA, agradecida.

“…las fuerzas armadas de Colombia se convirtieron en el tercer receptor mundial de ayuda militar de Estados Unidos, después de Israel y Egipto, y lograron un crecimiento y modernización notables. Washington invirtió entre los años 2000 y 2016 alrededor de 10 mil millones de dólares en el Plan Colombia, en su transcurso incrementó el número de efectivos en territorio colombiano, en donde disponía de siete bases militares y se multiplicó la creación de grupos paramilitares para combatir la guerrilla, una táctica que había sido defendida por el general Barry Mc Caffery, ex comandante en jefe de las fuerzas militares de Estados Unidos en América del Sur… En cuanto al narcotráfico, éste no desapareció sino que se transformó.

“En el marco del Plan Colombia se irrigaron 1,6 millones de hectáreas con glifosato para intentar erradicar plantaciones de coca, sin embargo, en 2014, Colombia registró unincremento de la superficie cultivada de 48 mil a 69 mil hectáreas. En 2015, las fuerzas de seguridad incautaron una cantidad record de cocaína: 252 toneladas”, escribió Carlos Alfieri, en su nota “Drogas y geopolítica”, en el informe especial del Explorador dedicado a Colombia, por “Le Monde Diplomatique”, publicado en 2016.

El gobierno del presidente Mauricio Macri repite esa fórmula, esa matriz.

Son recuerdos del futuro.

El 25 de julio de 2016, la información decía que la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, se había reunido con funcionarios de seguridad de los Estados Unidos.

Los titulares dieron cuenta de avanzar en “una cooperación para la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado”.

Los medios apuntaron que “la comitiva norteamericana se ofreció a colaborar en una triangulación junto con Colombia para la capacitación de los efectivos argentinos allí. Esta iniciativa se espera será ampliada con la visita del director de la Policía de Colombia que tendrá lugar este miércoles. Para finalizar, en el contexto de la llegada en agosto próximo del secretario de Estado, John Kerry, la ministra Bullrich expresó que «se va a conformar un equipo de trabajo especial en el que van a colaborar todas las fuerzas para la visita» y aseguró: «Vamos a garantizar la seguridad del mandatario al igual que en el caso del operativo desplegado con la visita de Obama»”, remarcaron las noticias.

Días, después, según este guión histórico ya interpretado por otros actores, Bullrich y el jefe de la Policía Nacional de Colombia, General Jorge Hernando Nieto Rojas, anunciaron un programa conjunto de “intercambio de información” para fortalecer la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, y destacó que la experiencia de esa fuerza es “un ejemplo a imitar” en el país.

Bullrich destacó el proceso de “rescate” de la institución policial colombiana tras haber superado un “momento trágico de su historia” por la “infiltración de los carteles que coparon todo el Estado”, y en ese sentido afirmó: “La experiencia colombiana es un ejemplo que nosotros queremos imitar”.

En esta línea, afirmó que Colombia ha tenido en los últimos años un papel fundamental en la lucha contra el narcotráfico y en la “construcción de un modelo de seguridad ciudadano muy exitoso”, a partir de haber intervenido en barrios “con altos niveles de conflicto” para convertirlos en “barrios de convivencia”.

La jefa de la cartera de Seguridad mencionó que en el marco de estos acuerdos un representante de la Gendarmería Nacional se instaló días atrás en Bogotá como agregado.

Por su parte, Nieto Rojas agradeció la invitación al país por parte del Gobierno argentino y valoró la posibilidad de “intercambiar experiencias y metodologías de trabajo” para enfrentar los “fenómenos de criminalidad” que afectan a las poblaciones de ambos países.

“Estamos dispuestos a intercambiar información y metodologías de trabajo. La unión hace la fuerza. Sin nosotros abrimos la capacidad que tienen nuestras instituciones para contrarrestar esa criminalidad que es globalizada, que es transnacional, podremos ser efectivos contra todas estas organizaciones”, remarcó.

Con la excusa del combate contra el narcotráfico, el gobierno de Mauricio Macri repite las recetas impuestas por el imperio en Colombia, México y Brasil.

La multinacional paraestatal que regula el negocio en todo el continente, la DEA, agradecida.

El costo, tal como sucedió en aquellas geografías de la patria grande, será pagado en sangre joven de los barrios de los grandes conurbanos argentinos.

“Sobre la medianoche del miércoles, Brian Eduardo Martínez estaba sentado junto a dos amigos sobre un tronco, a escasos metros de su casa de Lavalle entre Centeno y Cisnero, en el barrio Alvear. Entonces, según contaron sus familiares, una moto estacionó frente al grupo. El acompañante bajó, caminó dos pasos y con una pistola calibre 22 disparó directamente al rostro de Brian, de 18 años. Así de simple y sencillo, sin decir una sola palabra, como si en algunos barrios de Rosario las ejecuciones a sangre fría fueran hechos comunes y repetidos. El proyectil dio en el parietal derecho del muchacho sin orificio de salida. Y mientras el pibe se desangraba, el ejecutor se dio media vuelta y, sin prestarle atención alguna a los amigos de la víctima, subió a la moto que lo esperaba y se fue. Martínez fue trasladado al Hospital de Emergencias (Heca) donde murió una hora después”, decían los portales de noticias rosarinas en la mañana del viernes 5 de agosto de 2016.

Cuando termine el año, las cifras hablarán de más de doscientos homicidios en la ex ciudad obrera abrazada por las aguas marrones del río Paraná.

La mayoría de ellas, repetirán las estadísticas, serán menores de treinta años.

¿Quiénes protegen a las pibas y los pibes en estos arrabales del mundo?

Quizás un acercamiento a la respuesta esté en la distancia que existe entre lo que se dice y lo que se hace.

Una reciente investigación pone el eje en el llamado Instituto de Recuperación del Adolescente Rosario, IRAR.

De acuerdo a ese relevamiento, en los últimos cinco años, 55 muchachos fueron asesinados al salir del IRAR.

El denominado Colectivo de Investigación Militante sobre los Jóvenes y el Poder Punitivo (Cimjpp), integrado por trabajadores del Irar y de otros organismos que se ocupan de niñez y la adolescencia, es el encargado del trabajo desde el año 2010.

“El promedio según nuestro relevamiento son entre diez y doce chicos asesinados por año, pero pueden ser más pasa que no tenemos la forma de saberlo”, señala Mauro Testa, quien se desempeña como acompañante juvenil en el Irar e integra este colectivo de trabajo. “Nadie sabe qué pasa con los chicos una vez que se van del sistema penal juvenil. Es preocupante”, sostiene.

-Se encierra a estos chicos para que no estén afuera. Hace años que este lugar perdió ese ideal resociabilizador. Pasan un tiempo acá dentro y después, más allá de lo que pasa en este establecimiento, vuelven a la misma situación. Nadie se pone a discutir el fondo de la cuestión, qué es el encierro y por qué encerramos. Ese es el problema. No pasa por si hay una cama más o una menos – agrega Testa.

El Irar mantiene un promedio histórico de 60 jóvenes de entre 16 a 18 años detenidos de forma permanente. Hoy en día, sin embargo, el número se redujo a 28 debido a que el inmueble está en reforma. Durante 2015, los cuatro jueces de menores de los Tribunales de Rosario ordenaron un traslado masivo por las pésimas condiciones en la que vivían los jóvenes.

El eje teórico del relevamiento del Colectivo de Investigación Militante sobre los Jóvenes y el Poder Punitivo gira en torno al concepto de “masacre por goteo”, acuñado por Eugenio Zaffaroni, ex juez de la Corte Suprema de la Nación, para poder analizar las muertes violentas en las calles de América Latina.

“Por un lado vemos con preocupación el incremento de jóvenes ejecutados por la policía, y por el otro vemos que si estos jóvenes se “matan entre ellos”, como suele decirse, es porque el Estado está totalmente ausente”, concluye Testa.

Allí están muchos de los pibes rosarinos, en el corazón de las noticias policiales, muy lejos de la fiesta de la vida que alguna vez fue imaginada para ellos.

Es necesario parar esa masacre por goteo, por ellos, por nosotros.

Fuente: “Rosario Plus”, 7 de julio de 2016, nota realizada por el periodista Andrés Actis; Diario “La Capital”, viernes 5 de agosto de 2016.

 “-¿Quién es el culpable entonces? Si antes no creía en la Justicia, ahora menos… Tengo mucha bronca y angustia. Y el deja vú de cuando comencé la búsqueda de mi hermano, cuando lo encontré, cuando me enteré lo que le había pasado. No pueden saber el dolor que se siente cuando te dicen que no hay responsables de la desaparición, de una muerte, de cómo tiraron a mi hermano al río…Otra vez remover todo. Estamos a días que se cumpla el primer aniversario y duele muchísimo. Siento que me caí. Pero tengo que reponerme, lo voy a hacer.

“Le tengo mucha bronca a este tipo, hablo de Bailaque…No puede decir (el juez) que no hay pruebas suficientes y dejarlos en libertad. Es como que ahora no son culpables de nada. Hemos demostrado y se ve a Cristian (Vivas) cómo le pegaba a mi hermano. El GPS de su celular estaba ahí (la zona del río donde después apareció Pichón)… Son muchas irregularidades, videos que desaparecieron, patrulleros que no se saben dónde estaban, testigos que vieron cuando le pegaban, un detenido que aportó datos de que lo llevaron a la comisaría 3ª… hay policías involucrados.

“Ni siquiera leyó (el juez) lo que hicimos. Desde un principio puso trabas cuando dijo que no había desaparición forzada. Ya tenía decidido liberarlos, y por eso creo que fue toda una pantalla las indagatorias… Lo que le pasó a mi hermano le puede pasar a cualquiera. Cuando yo salgo a reclamar justicia es para que haya un parate, que no se permitan más estas cosas. Yo tengo hijos. Si seguimos así ¿qué voy a hacer cuando sean grandes? ¿No lo voy a dejar que ni se acerquen a la puerta por miedo? Es triste, pero en democracia sigue pasando. Como a Franco (Casco), que lo levantaron, se lo llevaron y le hicieron el mismo trabajo que a mi hermano…

“Tienen la cancha libre las personas que hacen esto. Como lo de esta chica que vive amenazada (Jésica Balmaceda, víctima de violencia de género); el chico que encontraron muerto hoy (Fabricio Zulatto). Estamos viviendo en una sociedad de mierda, cada vez pasan cosas peores. Tengo hijos de 11, 5 y 3 años. No los podés dejar salir a jugar ni a la vereda. Y de ellos me estoy perdiendo lo mejor por encabezar esta lucha…Estoy con mi familia, con los abogados, organizaciones sociales con las que nos apoyamos mutuamente. Pero me siento sola de justicia”, le dijo Luciana Escobar, hermana de Gerardo “Pichón” Escobar, un pibe de 23 años que apareció asesinado en las aguas del Río Paraná, en la zona céntrica rosarina, el 21 de agosto de 2015, a los distintos medios de comunicación rosarinos.

Había salido del bar “La Tienda” donde lo golpeó un patovica pero luego surgieron testimonios que vinculan a integrantes de la seccional tercera de la policía. El jueves 11 de agosto, el juez federal, Marcelo Bailaque, ordenó el sobreseimiento de los cinco imputados por la desaparición forzada de “Pichón”.

De allí el dolor y la bronca.

El testimonio de Luciana puede repetirse en las geografías de las principales provincias argentinas: Buenos Aires, Córdoba, Tucumán y Mendoza.

Porque ese dolor no es consecuencia de las decisiones individuales de un juez que tardó por lo menos diez años en descubrir que Los Monos eran una banda narco, sino que se trata de una matriz de funcionamiento del sistema donde las pibas y los pibes son descartables o depositarios de la hipocresía y cobardía que los acusan de los peores dramas de la sociedad.

Los dueños de los boliches en Rosario como en cualquiera de otros grandes centros urbanos, tienen conexiones con varios negocios y, a la vez, renuevan concesiones por sus lazos con los poderes políticos.

El dolor de Luciana es consecuencia de esas tramas mafiosas alimentadas, especialmente, por el doble discurso, cada vez más vigente en la Argentina crepuscular que hace poco conmemoró doscientos años de su supuesta independencia.

Fuentes: Entrevistas personales del autor de esta nota – Diario “La Capital”, viernes 12 de agosto de 2016.

Tres palabras fueron repetidas en los últimos días en relación al negocio multinacional y paraestatal del narcotráfico: parches, guerra y barro. El martes 30 de agosto de 2016, la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, y el gobernador de la provincia de Santa Fe, Miguel Lifschitz, coincidieron en la necesidad de acciones “conjuntas y coordinadas” entre ambas jurisdicciones para encontrar “soluciones definitivas” a los problemas de inseguridad que afectan al segundo estado argentino.

“Tanto el Ministerio de Seguridad como la Gobernación de Santa Fe entienden que los parches son un maquillaje que no resuelven la problemática de fondo y que la estrategia conjunta debe ser atacarla en profundidad”, afirmó la titular de la cartera de Seguridad.

Por su parte, el secretario de Seguridad Interior, Gerardo Milman, en coincidencia con la ministra Bullrich, dijo que “creemos, sin ninguna duda, que no se puede volver a sistematizar parches que no han resuelto los problemas del pasado”, cerró el funcionario.

Los diccionarios etimológicos sostienen que la palabra parche viene del francés antiguo y surgió en el idioma castellano hacia el año 1607 y significaba lonja fina de cuero del país

de los Partos. Este pueblo existía en la zona noreste de Irán y fueron los que reconquistaron las tierras del viejo imperio persa hasta que cayeron en el siglo III después de Cristo, derrotados por los sasánidas.

Es decir que los parches son reconquistas momentáneas de un viejo esplendor y sus rupturas pueden ser mucho más profundas que las anteriores.

Pero, ese mismo día, el presidente de la Nación, Mauricio Macri, anunció el plan “Argentina sin narcotráfico”.

Es curiosa la consigna: un país sin narcotráfico sería vivir en un país sin capitalismo porque en el último medio siglo las cincos formas de acumulación de riquezas del sistema son el petróleo, las armas, los medicamentos, el narcotráfico y la trata de personas.

Y el presidente Mauricio Macri no parece ser un abanderado de la lucha contra la ferocidad del sistema.

En esa presentación sostuvo que deben existir «programas de prevención, ahí van los programas de la niñez, centro de primera infancia, ampliar los jardines de infantes… Ahí tenemos que ganar esta guerra pero también trabajar en la inclusión social y laboral, son todos campos donde tenemos mucho que hacer», remarcó el presidente.

La palabra guerra apareció en el idioma castellano en el año 1037, y venía del germano werra, significaba discordia, pelea, tumulto, disturbios. Pero en el terreno del negocio del narcotráfico surgió con demoledora fuerza hacia finales de los años ochenta, durante la presidencia de Ronald Reagan que, justamente, le declaró la “guerra a las drogas”. Desde hace cinco años, sin embargo, las Naciones Unidas declararon que la “guerra” contra el narcotráfico está perdida porque, en definitiva, el negocio continúa. Que los castigados de siempre, la juventud de las periferias, serán las víctimas de esta guerra.

Con lo cual, la solución definitiva de la guerra contra las drogas fue más un parche que un punto final, sostienen los informes de las Naciones Unidas.

Pero en estas pampas que desafían la imaginación de los cronistas, en pleno tercer milenio, el parche de la guerra contra el narcotráfico se repite como si fuera una novedad.

Y la otra metáfora que surgió fue la “cancha embarrada”, término futbolero que remite a la cancha grande de la realidad, donde se mueve el mítico barro de la historia.

La dijo el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, cuando sostuvo: «Jugamos en una cancha embarrada, en la que juegan el narcotráfico y las bandas delictivas»

La etimología remarca que el término barro es una voz prerromana y surgió entre los años 1250 y 1280 como abreviación de jarro y tres años después de la conquista de América, en 1495, también empezó a definir a un grano en la cara.

El barro está adentro de la maquinaria del sistema, no está afuera. Ni el narcotráfico ni las bandas delictivas vienen de afuera de la cancha de la historia. Son parte del mecanismo del poder.

Las tres palabras, parche, guerra y barro, tienen una historia política poderosa no solamente en los atribulados arrabales del mundo que es la Argentina, sino también en diferentes latitudes.

Pero en esta repetida pose ante el negocio del narcotráfico y las armas, la llamada guerra termina siendo un parche y es en el barro de la historia del capitalismo de las últimas cuatro décadas, donde hay que identificar el origen del problema. El barro está en las entrañas del sistema y para terminar con el narcotráfico hay que construir otro tipo de sociedad, sin parches ni guerras, con valores concretos que hagan de la vida una celebración y no una pena impuesta contra los que son más.

Fuente: “Breve Diccionario Etimológico de la lengua castellana”, de Joan Corominas, Gredos, Madrid, 1997 – Gobierno de la Provincia de Santa Fe, 30 de agosto de 2016 – Diario “Clarín”, miércoles 31 de agosto de 2016 – Diario “La Capital”, miércoles 31 de agosto de 2016.

 “…Yo hablé así: -Hermano, los cristianos han hecho hasta ahora lo que han podido, y harán en adelante cuanto puedan, por los indios. Su contestación fue con visible expresión de ironía: -Hermano, cuando los cristianos han podido nos han muerto; y si mañana pueden matarnos a todos, nos matarán. Nos han enseñado a usar ponchos finos, a tomar mate, a fumar, a comer azúcar, a beber vino, a usar bota fuerte. Pero no nos han enseñado ni a trabajar, ni nos han hecho conocer a su Dios. Y entonces, hermano, ¿qué servicios les debemos?…”, fue la respuesta del lonco Mariano Rosas a Lucio Mansilla, según su libro “Una expedición a los indios ranqueles”.

Según el llamado Informe Oficial de la Comisión Científica del Ejército Argentino, “el año 1879 tendrá en los anales de la República Argentina una importancia mucho más considerable que la que le han atribuido los contemporáneos… Ese acontecimiento es la supresión de los indios ladrones que ocupaban el Sur de nuestro territorio y asolaban sus distritos fronterizos: es la campaña llevada a cabo con acierto y energía, que ha dado por resultado la ocupación de la línea del Río Negro y del Neuquén”.

Agregaba que “se trataba de conquistar un área de 15.000 leguas cuadradas ocupadas cuando menos por unas 15.000 almas, pues pasa de 14.000 el número de muertos y prisioneros que ha reportado la campaña. Se trataba de conquistarlas en el sentido más lato de la expresión. No era cuestión de recorrerlas y de dominar con gran aparato, pero transitoriamente, como lo había hecho la expedición del Gral. Pacheco al Neuquén, el espacio que pisaban los cascos de los caballos del ejército y el círculo donde alcanzaban las balas de sus fusiles. Era necesario conquistar real y eficazmente esas 15.000 leguas, limpiarlas de indios de un modo tan absoluto, tan incuestionable, que la más asustadiza de las asustadizas cosas del mundo, el capital destinado a vivificar las empresas de ganadería y agricultura, tuviera él mismo que tributar homenaje a la evidencia, que no experimentase recelo en lanzarse sobre las huellas del ejército expedicionario y sellar la toma de posesión por el hombre civilizado de tan dilatadas comarcas.

“Y eran tan eficaces los nuevos principios de guerra fronteriza que habían dictado estas medidas, que hemos asistido a un espectáculo inesperado…No hubo una sola de esas columnas de exploración que no volviese con una tribu entera prisionera, y cuando llegó el momento señalado para el golpe final, no existían en toda la pampa central sino grupos de fugitivos sin cohesión y sin jefes…

“Es evidente que en una gran parte de las llanuras recién abiertas al trabajo humano, la naturaleza no lo ha hecho todo, y que el arte y la ciencia deben intervenir en su cultivo, como han tenido parte en su conquista. Pero se debe considerar, por una parte, que los esfuerzos que habría que hacer para transformar estos campos en valiosos elementos de riqueza y de progreso, no están fuera de proporción con las aspiraciones de una raza joven y emprendedora; por otra parte, que la superioridad intelectual, la actividad y la ilustración, que ensanchan los horizontes del porvenir y hacen brotar nuevas fuentes de producción para la humanidad, son los mejores títulos para el dominio de las tierras nuevas.

“Precisamente al amparo de estos principios, se han quitado éstas a la raza estéril que las ocupaba”, sostenía aquel documento que fundamentaba el motivo de aquella política de terrorismo de estado que fue la conquista o campaña del desierto.

No había desierto, construyeron el desierto.

Había familias enteras, las desaparecieron.

Convirtieron a la isla Martín García en un gran campo de concentración.

Fue la llamada Conquista o Campaña del Desierto.

Ahora, hace algunos días, el 15 de septiembre de 2016, el Ministro de Educación, en las tierras patagónicas de Río Negro, Esteban Bullrich, se mostró eufórico al recordar aquella política de terrorismo de estado: “Esta es la nueva Campaña del Desierto, sin espadas, con educación”.

-Bajo ningún concepto puede aceptarse que un crimen de lesa humanidad pueda ser utilizado como metáfora para referir a una política pública. Esto supone o bien una supina ignorancia e indiferencia ante la historia de nuestro pueblo, o bien una propuesta educativa, en este caso, que comparte los lineamientos principales con aquello que se compara – sostuvo un grupo de becarios, investigadores, docentes y personal del Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio de la propia Universidad Nacional de Río Negro y del CONICET.

“Usted habla de hacer una “nueva campaña” con la educación, desconociendo que ha sido precisamente el sistema educativo en nuestro país un responsable directo de que los prejuicios y discriminaciones se hayan perpetuado, construyendo a los pueblos originarios como “salvajes”, “extranjeros” y “ladrones”, y a la región en que vivimos como un “desierto”, remarcaron.

El problema abierto es que Bullrich expresa una manera de pensar la política del estado del presente. Aquella construcción del desierto a partir del terrorismo de estado sirvió para extranjerizar tierras y contraer nuevos servicios de deuda externa que sirvieron para muy pocos. La nueva campaña del desierto del ministro de Educación, ¿pensará algo muy diferente a aquella matriz impuesta?.

Mientras tanto, el mayor símbolo del poder económico en la vida cotidiana, Julio Argentino Roca, nos mira desde el billete de cien pesos, marcando su inalterable vigencia.

Fuentes: “Clarín”, viernes 16 de septiembre de 2016 – “Una expedición a los indios ranqueles”, de Lucio V. Mansilla – Informe Oficial de la Comisión Científica del Ejército Argentino, 1881.

“La población en prisión por delitos relacionados con drogas se ha duplicado en los últimos años: en 2002 había 3.271 personas en esa situación y en 2013 llegaron a ser a 6.979. Este crecimiento, del 113%, es muy superior al de la población general, que solo fue del 39% en el mismo período. Así, este tipo de delitos pasó a representar más del 10% de las personas en todas las prisiones del país. Ese aumento coincide con la implementación de la reforma conocida como “desfederalización”, vigente en la provincia de Buenos Aires a partir de 2005”, dice el excelente estudio: “La estrategia fallida. Encarcelamientos por delitos relacionados con estupefacientes en la Argentina”, de Alejandro Korda, presentado en marzo de 2016.

Sostiene, además, que “al igual que en estudios anteriores, se advirtió que en esta población se registran grupos de personas en distintas situaciones de vulnerabilidad, en ocasiones superpuestas, en una proporción mayor que en otros casos. Se confirmó la gran cantidad de mujeres que se encuentran en prisión por delitos relacionados con drogas y que muchas de ellas eran jefas de hogar con varios hijos e hijas a cargo”.

Korda señala con acierto que “también merecen ser repensadas las prácticas de las agencias penales, para que los esfuerzos de aplicación de la ley penal recaigan sobre los actores que más capacidad de daño tienen. En este sentido, la estrategia de acentuar esa actividad sobre los actores menores, como consecuencia de la aplicación de la desfederalización, distrae recursos en este sentido, además de agravar la situación de poblaciones en situación de vulnerabilidad”, apunta la investigación que merecería tenerse en cuenta en