Nahui Olin: UNA MUJER QUE ERA UN TORBELLINO DE PASIONES
(Segunda parte)

Libre, apasionada, misteriosa…
No conozco y no sé de otra mujer de la época de los 20’s en mi país que se presumiera así: libre, apasionada, misteriosa, incomprendida, bella, sexual y loca. Que se conformara con todo y a la vez con nada; con una insaciable sed de vivir y ser amada; capaz de pelear y dar la vida por sus ideales, de corromper y desafiar a los hombres y los patrones que se exigían para una dama de su clase.
El final fue trágico. Desdicha, pobreza, locura, y gatos, muchos gatos, como única compañía. Dicen que la locura es una marca que la sociedad coloca a todo aquello que no logra comprender ni aceptar, entonces Nahui Olin pagó a un precio muy alto ser libre en un momento donde era condenado.
“Independiente fui, para no permitir pudrirme sin renovarme; hoy, independiente, pudriéndome me renuevo para vivir.”

Nahui Olin, la feminista mexicana de la época de oro que nadie recuerda
El libro de Adriana Malvido ‘Nahui Olin’ explora la vida y obra de esta mujer transgresora, pintora, escritora, amante, poeta y libre de los moldes de los roles de género con la intención de presentar su figura a nuevas generaciones
Hija del general Manuel Mondragón, esposa de Manuel Rodríguez Lozano, amante del Dr. Atl y musa de muchos artistas de la época de oro de la cultura mexicana; Nahui Olin, durante mucho tiempo, fue conocida tan sólo por estas relaciones con otros hombres y los detalles más relevantes e interesantes de su vida permanecieron ocultos al resto del mundo.
Sin embargo, Carmen Mondragón —su nombre real— es una figura de culto que poco a poco, en las últimas décadas, ha ganado mayor reconocimiento a nivel nacional e internacional y esto se debe en parte al esfuerzo de personas como la periodista Adriana Malvido, quien hace 25 años realizó un reportaje sobre la vida de la artista del cual se desprendió el libro que este año reeditó y sobre el cual VANGUARDIA la entrevistó.
“Hace 25 años la generación era diferente, otros lectores. Entonces yo pensé que era necesario que nuevas generaciones conocieran a Nahui Olin, y que era muy importante que la conocieran más allá de la belleza del ícono, del rostro, de sus ojos verdes, de la belleza que tiene, sino que fueran más allá, que se conectaran con su vida”, explicó sobre el propósito de esta publicación la autora.
“Hay muchos mitos alrededor de ella pero hay que ir más allá de eso y conocerla como un personaje fuera de serie, tanto en los 20’s como ahora. Porque las propuestas que ella tuvo entonces son absolutamente vigentes ahora en el marco de las propuestas feministas”, agregó.
Mondragón nació en una familia burguesa durante el Porfiriato y como tal recibió buena educación a pesar de ser mujer, sin embargo, desde temprana edad su inteligencia destacó en textos que Malvido rescató y con los que prueba que incluso en la infancia Nahui Olin ya tenía las habilidades que tiempo después usaría en su poesía.
“Ella tenía una inteligencia integral, porque ya ves que ahora se habla de varias inteligencias”, comentó Adriana, “aquí lo que hay primero es una bandera por la libertad.”
Nahui Olin es una niña muy precoz, en ese sentido, en cuanto a su rebeldía, en cuanto a la valentía para romper los moldes que estaban diseñados para la mujer en la sociedad de su época”.
“Se necesita mucha valentía e inteligencia para romperlos y sostener toda tu vida con los costos que eso conlleva, porque la sociedad se lo cobra después”.
Agregó que, Olin incluso antes de comenzar su relación con el Dr. Atl —autor del apodo que luego adoptaría con orgullo y que significa “movimiento perpetuo” en náhuatl— con quien conoció a incontables miembros de la comunidad artística de esa época ya mostraba interés en la literatura no sólo de poesía, sino también en las ciencias, gusto que mantuvo hasta el final de sus días y que la llevó a escribir una disertación debatiendo la teoría de la relatividad de Einstein.
Además de esto, como artista desarrolló una sólida y prolífera producción pictórica caracterizada por un estilo considerado como naif por algunos teóricos y que trataba desde temas naturalistas hasta introspecciones en autorretratos.
Sin embargo, nuevamente esta obra quedó opacada en la historia por otro aspecto de su vida íntimamente relacionado con el arte: su período como modelo para fotógrafos como Antonio Garduño y Edward Weston.
Estas obras destacan por la sensualidad y sexualidad que Nahui buscó siempre expresar con su cuerpo desnudo. Como mujer nunca tuvo reparo en vivir su sexualidad con libertad, mentalidad afín a la corriente feminista de ayer y hoy, pero tales fotografías, ya fuera porque son obra de importantes fotógrafos o por su contenido, lograron, a diferencia de su obra pictórica y literaria, ser de los elementos más conocidos de su vida.
“Ella se expresa por todos los medios a su alcance. Ella escribe, ella pinta y también se expresa con su cuerpo”, comentó Malvido, “el curador de la exposición en el Munal sobre ella, Mariano Meza, dice que Nahui Olin dibuja con su cuerpo y creo que tiene toda la razón”.

Nahui Olin: El deseo infinito de ser
Musa, pintora y poeta, Nahui Olin es, en la historia del México pos revolucionario, la representación de la mujer dueña de su propio destino: artístico y sexual. Desde 1945, año de su última exposición, la presencia de Olin, fallecida en 1978, se perdió hasta su resurgimiento en 1992. Presentamos el nuevo capítulo contenido en la reedición de Nahui Olin. La mujer del sol (Circe, 2017), basado en fotografías y documentos inéditos, que comenzará a circular en librerías del país
Después de los veintes ya nadie pinta ni le toma fotografías a Nahui Olin. ¿Por qué de repente se detiene la iconografía? ¿Qué sucede luego de la muerte de Eugenio Agacino? Sabemos que Nahui se aísla voluntariamente en su casa de la calle General Cano en Tacubaya, ciudad de México. Sigue pintando, sigue escribiendo, pero se construye un mundo propio.
/Los demás ya no ven la belleza que ella sigue viendo en su espejo. Va mucho al cine Metropolitan, le fascinan las películas francesas; cuando cobra su pensión se lanza directo al restaurante favorito para comer; casi a diario acude a la Alameda a alimentar a sus gatos y de paso a las leyendas que la tradición oral crea alrededor de su personaje: que vendía sus fotografías de desnudos, que regalaba el amor, que prendía focos con el sólo contacto de sus dedos, que sus ojos brillaban en la oscuridad como los de un gato, que se le veía en los tranvías viajando con sus felinos entre la ropa y un sinfín de episodios que se encuentran en la línea que divide a la realidad de la ficción.
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Lo cierto es que participa en varias exposiciones de artes plásticas, pero después de 1945, cuando exhibe parte de su obra dentro de una muestra colectiva en el Palacio de Bellas Artes, Nahui emprende su camino al silencio.
/A partir de entonces, sus actos se encasillan en la locura. Su libertad resulta incómoda. Su sinceridad hiere. Su sexualidad se enfrenta a la hipocresía. Está loca, dicen. Es más fácil ver así a la mujer que decide su propia vida.
Nahui opta por una introspección que no se comprende. Se resguarda en el sol, su amigo, su amante, el único que la acaricia. Ya no es la mujer bonita de los veintes, a nadie le sirve ya. Sólo al sol y a sus gatos. Pero se tiene a sí misma.
En su libro The Outsider (El desplazado), Colin Wilson trata de explicarse a lo largo de un ensayo, el porqué de Van Gogh, Nijinsky, Nietzsche, T. E. Lawrence o Henri Barbusse y esa actitud frente a la vida que asumen algunos seres humanos excepcionales y que, al no comprender, la sociedad califica de locura.
/La teoría del filósofo y escritor británico y sus definiciones de “el desplazado” nos ayudan entender a Nahui Olin y cómo es que se desplaza de la sociedad y del medio ambiente artístico hacia su mundo interior, su mundo cósmico, sus lecturas y sus escritos.
De pronto, dice Wilson, el desplazado se convierte en un problema social, representa una “anomalía”. Es alguien que no puede vivir en el mundo confortable del burgués. Ve demasiado hondo y ve demasiado. En él la libertad no significa hacer lo que se quiera, sino que es intensidad de voluntad, querer más vida.

Manuel Rodríguez Lozano, Alfonso Mondragón, Nahui Olin y Catalina Pesado. / Galería Windsor.
/Nahui escribe: /
El inmenso dolor que reside en el corazón, marchita el cuerpo sin ablandar el espíritu en su inmenso deseo. / Y es un deseo / que quema la sangre / que sacude los nervios, / que marchita el cuerpo / sin ablandar la energía del espíritu, que ama su propia vida- el deseo de ser:
Y el cuerpo / se consume / y el sufrir / lo mata / lo seca / en su carne / y el deseo infinito es mayor; y el espíritu no se ablanda en su formidable deseo de ser; y es sólo dolor que marchita el cuerpo.
/En la mayoría de los seres humanos el alma envejece antes que el cuerpo, diría Sartre. Aquí es al revés. “Yo no tengo edad. La pasión no tiene edad. Yo soy toda inteligencia y toda amor. Las mujeres sólo tienen la edad de su pasión en flor. Cuando esa flor se marchita la mujer perece”, le escribe Nahui al Dr. Atl.
Como los desplazados que describe Wilson, Nahui es alguien que se niega a aceptar la mediocridad, lo trivial, la vida cotidiana sin imaginación. Siente, como diría el filósofo, que ha de haber un camino para vivir todo el tiempo con la intensidad del artista en éxtasis de creación.
Mi espíritu y mi cuerpo tienen siempre loca sed / de esos mundos nuevos /que voy creando sin cesar; / y de las cosas / y de los elementos / y de los seres / que tienen siempre nuevas fases / bajo la influencia de mi espíritu y mi cuerpo que tienen siempre loca sed; / inagotable sed de inquietud creadora, / y es fuego que no resiste mi cuerpo…
Necesita expresar toda su energía interior, su salud depende de la actividad creativa y su pintura y su escritura son el equilibrio. En la pintura está la Nahui niña, la que dice “sí” a la vida cercana, a la escenografía y a la fiesta popular, y juega con los colores, con su cuerpo, al erotismo, al amor; en las letras vibra la mujer rebelde, inconforme que dice “no” a las normas y limitaciones impuestas por la sociedad.
“¡Que me importan las leyes, la sociedad, si dentro de mí hay un reino donde yo sola soy!”
El desplazado es un tipo de persona más sensitivo que el optimista saludable. Desplazado y libertad van de la mano. Y una persona se convierte en desplazado cuando toma conciencia del carácter sombrío del mundo para responder a sus necesidades emocionales. La pintora, poeta y musa escribe:
“Desgraciada de mí, no tengo más que un destino: morir porque siento mi espíritu demasiado amplio y grande para ser comprendido y el mundo, el hombre y el universo son demasiado pequeños para llenarlos”. (Continuará)