Un hombre puede tener cien hijos y vivir muchos años; pero por mucho que viva, si no disfruta completamente de lo bueno, o al morir no será recordado, yo sostengo que un niño abortado vale más que ese hombre. (Eclesiastés 6: 3)

Aquellos que para pensar usan la Razón, y también muchos de los que utilizan tan solo el Sentido Común, tienen por cierto que es una total locura forjar proyectos legislativos con base en literatura religiosa; y entre estos se deben contar a los propios teólogos, apologetas, creyentes, o simples admiradores de la Biblia (véase por ejemplo el debate Ley natural, ley de Dios y ley del hombre, y Mateo 22: 21: “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”), y aquellos otros, entre los que me incluyo, que consideran el estudio y la lectura de antiguos textos una aventura que dice mucho del ser humano.

Por ejemplo, el libro de Eclesiastés o El predicador del Viejo Testamento (compuesto supuestamente por el rey Salomón en su vejez), es un texto sabio, de profundo existencialismo, relativamente sencillo, de lectura recomendable, que filosóficamente no ha perdido actualidad.

Este es canónico tanto para el judaísmo como para la Iglesia católica; y en él se menciona a un niño abortado, su destino, comparándolo con el de un hombre vivo pero sin buenaventura.

Las referencias bíblicas utilizadas para objetar la interrupción del embarazo son vagas, nada dicen directamente sobre él (por ejemplo, Salmo 139 versículo 13: “Porque tú has formado mi cuerpo, me has tejido en el vientre de mi madre”, de donde se juzga que para Dios el valor de la vida comienza antes del nacimiento; la misma interpretación rebuscada se hace con pasajes del Evangelio de Lucas, el de San Juan, y el libro del Apocalipsis).

En Eclesiastés (capítulo 6, que puede encontrarse bajo el título ¿Qué sentido tiene la vida?, Salomón sostiene: es mejor nacer muerto o abortado que ser hombre que no conoce el camino del bien o las cosas buenas de la vida.

Textualmente:

3Un hombre puede tener cien hijos y vivir muchos años; pero por mucho que viva, si no disfruta completamente de lo bueno, o si ni siquiera recibe sepultura [alguien olvidado por todos], yo sostengo que un niño abortado [también traducido abortivo o aquel que nace muerto] vale más que ese hombre.

Continúa:

4 Pues aunque ese niño se pierda en la nada, en la oscuridad, donde su nombre quedará ignorado, 5 y aunque no llegue a ver el sol ni a saber nada, al menos habrá tenido más reposo que aquel hombre6 el cual podría haber vivido dos mil años y, sin embargo, no disfrutar del bien y las cosas buenas. Porque al fin de cuentas, ¡todos van al mismo lugar! [“El país de los muertos” o sheol. “Según la fe judía se encuentra en las profundidades de la tierra. Allí no hay luz, sino tinieblas y densas sombras. Allá descienden todos los muertos, buenos y malos, sin que nadie pueda volver a esta vida.” (J. S. Pagola, 2007)] 

(Versión Popular, traducción ecuménica de la Biblia hecha por biblistas de diversas confesiones cristianas)

Otra versión:

3 Puede que haya quien viva 100 años y tenga 100 hijos, pero si no es feliz y nadie se va a acordar de él cuando muera, yo creo que le fue mucho mejor al que murió al nacer que a ese

4 En verdad no tiene sentido que un bebé nazca muerto. Lo entierran rápidamente sin darle un nombre. 5 Ese bebé nunca vio el sol ni conoció nada, sin embargo encuentra más descanso o reposo que el hombre que nunca disfrutó de lo que Dios le dio.

6 Tal vez ese hombre viva 2000 años, pero si no es feliz, el bebé que nació muerto encontró un camino más fácil para llegar al mismo fin.

(Versión del Centro Mundial de Traducción de la Biblia y la Liga Bíblica Internacional)

(Véase varias versiones o traducciones de este pasaje en Eclesiastés 6:3 o www.biblegateway.com)

Es entonces que, si replicamos la forma algo arbitraria y subjetiva con que una religión oficial forja doctrina a través de versículos aislados de capítulos aislados, ambiguos y confusos (equívocos), como se ha hecho para declararse en contra del aborto (como el Salmo 139 ya mencionado; véase Aborto: ¿Qué dice la Biblia?) bien podríamos interpretar de Eclesiastés:

Si a un ser humano no le podemos asegurar una buena vida (una vida de bien y cosas buenas, o cercana a Dios), mejor es no venir a este mundo (o literalmente hablando: “nacer muerto”).

“En la mente de Salomón, el niño abortado –tan trágico como es– está mejor que el hombre que conoce la decepción aplastante de la realización de no tener significado, aún si aquel viviera dos mil años.”(David Guzik, pastor)