El campeón mundial uruguayo que riega la tumba de Borges desde hace 20 años

Es famoso salsero, profesor, y caricaturista uruguayo, con residencia en Ginebra y el mundo, ya que como dijo Borges, en Suiza habitaban muchos mundos; no una nacionalidad, una lengua, sino múltiples. Suiza, Aleph geográfico:

“En el centro de Europa, en las tierras altas de Europa, / crece una torre de razón y de firme fe. /Los cantones ahora son veintidós. El de Ginebra, / el último, es una de mis patrias. /
Mañana serán todo el planeta.” (“Los Conjurados”, Jorge Luis Borges)

Pero al éxito y reconocimiento social de Esteban Isnardi se suman otros más secretos, íntimos.Esta historia comienza en su adolescencia, en la década de 1980, cuando se exilia en Ginebra como refugiado político para comenzar una nueva vida; mismo tiempo y lugar, casualmente, donde Borges desea terminar definitivamente con la suya.

Es entonces que tiene un encuentro fortuitoen aquella ciudad con el escritor, al que ya leía y admiraba; y la relación continuó –se afianzó– tiempo después, ya fallecido:una vez por mes, desde hace 20 años, Esteban visita su tumba, la riega, lee versos en voz alta. Esteban considera vital y necesario este ritual.

Pero otra circunstancia lo ata a ese lugar: a tan solo unos pasos de allí, otra tumba de otro viejo conocido: la escritora, pintora y prostituta (como dice su epitafio)Griselidis Real, quizás aún más interesante y anónima,la batalla de esta pecadora por merecer una tumba cristiana en un cementerio protestante,calvinista, a unos pasos de Borges (y a otros pocos de Juan Calvino).

Le pedí a Esteban que me cuente algo de estas peculiares relaciones y aventuras, y otro poco sobre su vida. Así que estas son sus palabras:

A Borges lo vi una vez solamente, en la parte llamada “ciudad vieja” de Ginebra.

El residía ahí con María Kodama.

Pude dar unos pasos con el maestro e intercambiar banalidades que para mí tenían el peso de lo místico.

Con Kodama, tras la muerte de Borges, tuve una charla más extensa en la galería de arte ginebrina de la argentina Rosa Turetsky. Creo recordar que me dio sus números de teléfono en París, Ginebra y Buenos Aires. Y en caso que mi memoria no me falle, supongo que muy tontamente los perdí.

Se sobreentiende que soy un lector empedernido, aunque bastante malo, de la obra del maestro.

Hace unos 20 años tomé la costumbre de ir a regar su tumba.

En el cementerio “de los Reyes”, donde se encuentran prohombres y grandes mujeres, hay unas regaderas de aluminio en el borde de un aljibe. Uno las puede llenar en la canilla y regar la última morada de sus seres queridos.

O, en este caso, de sus seres admirados.

Casual o causalmente hace unos años enterraron, a dos pasos de la tumba de Borges, a Griselidis Real, prostituta, pintora y escritora.

A ella la conocí mejor.

Yo vivía en el barrio de las “mujeres del oficio”, para decirlo de algún modo, y conocía la magnitud de Griselidis.

Si no me equivoco ella dirigía el sindicato de prostitutas llamado Aspasie, creado en 1982.

Era una gran activista que ayudó a que las trabajadoras de su rubro obtuviesen mejores condiciones.

Viviendo allí, me crucé con ella y la invité a tomar un café. Me dijo que volviera más tarde y que si estaba desocupada lo haríamos.

Lo hice. Lo estaba.

Repetimos ese ritual unas tres o cuatro veces.

Estoy hablando del año 1990 o 1991. Quizá 92.

Ella falleció de cáncer en el 2005, o mejor dicho la eutanasiaron, y durante tres años su tumba estuvo en un cementerio menor.

Cuando la trasladaron al jardín donde reposa Borges se armó una gran polémica porque Ginebra es calvinista, por ende de tradición rígida y moralista, y muchos no concebían que una prostituta pudiese estar en ese cementerio prestigioso, máxime que su lápida tiene, en el centro, la representación leve de un sexo de mujer.

Personalmente me gusta mucho que ambas tumbas estén tan cercanas.

Cuando voy a regar a Borges nunca falto a mi cita con Griselidis y retomo, en un diálogo imaginado, aquellas charlas en el bar. Ella seguramente no me hubiera contestado lo que yo me cuento en mimente.

A mi manera, con uno de mis oficios que es el de caricaturista, le rendí homenaje a Borges haciendo tres versiones de su rostro. He obtenido muchos premios internacionales con esta faceta de mi arte.

No recuerdo si uno de ellos fue con mi caricatura de Borges pero sé que la mandé para uno de esos certámenes.

Estas palabras me sirven de transición para contarles un poco más acerca de mi labor.

Me desempeño en el arte, pues no sé hacer otra cosa, y mi quehacer se ramifica en baile, escritura y caricatura.

Lo primero es lo que me dio mayor notoriedad, habiendo enseñado en más de 350 ciudades de casi 90 países en los 5 continentes, se me considera como el profesor de Salsa más invitado en el mundo. Obtuve varios podios en campeonatos del mundo y soy uno de los directivos de tres importantes federaciones.

Con la escritura, tras haber publicado varios libros en francés, decidí unir el mundo del baile cubano y mi amor por la palabra, transformándome en letrista de algunos de los mejores exponentes cubanos actuales. Con mi última canción, dedicada a mi hija y que salió hace unas semanas, tuve la suerte de estar primero en el Top 10 del mes de mayo.

Termino con la caricatura, que fue mi primer amor. Fui colaborador habitual durante muchos años de revistas europeas, y tengo hechas exposiciones en varios continentes.

Sin ninguna duda soy un trotamundos artístico, pero prefiero llamarme “obrero del arte”. Cada vez que incursiono en algún aspecto de lo mío, me gusta pensar que me coloco un mameluco de artista.