“Yo era el rey/ de este lugar/ aunque muy bien/ no lo conocía”, “Me habían dicho/ que atrás del mar/ el pueblo entero/ pedía comida”. Estas palabras pertenecen a los versos del tema “Tribulaciones, lamentos y ocaso de un tonto rey imaginario, ¿o no?”, tema incluido en el longplay “Confesiones de invierno”, disco lanzado en el año 1973 por el dúo Sui Generis (Charly García y Nito Mestre).
Si bien el tema trata la caída de un tonto rey ignorante de lo que pasa en su propio reino y tiene muchos puntos en contacto con la toma del palacio de la Bastilla durante la Revolución Francesa, puede interpretarse como la caída de cualquier soberano que encerrado en su palacio no tiene la menor idea de lo que pasa afuera.
Si bien empezó como un sexteto en 1968 y tuvo diversas conformaciones, Sui Generis ganó éxito masivo con Nito y Charly en formato dúo. Muchos de sus temas fueron contestatarios y críticos de la realidad circundante y su rápida disolución, compilada en una serie de recitales masivos en muchos lugares que se editó como “Adiós Sui Generis”, en 1975, creo que obedeció más a cuestiones de seguridad que a otras cuestiones. Empezaban los tiempos difíciles y la banda ya en el ‘73 había tenido amenazas por parte de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina).
Temas como “Señor Tijeras”, “Alicia en el país”, “Botas locas”, fueron censurados opor ahí se cantaban en vivo pero no se editaban en los discos. Charly siempre fue el mismo y temas como “Los dinosaurios”, que largó como solista en 1983, durante todavía el proceso militar o “No bombardeen Buenos Aires”, lograron sortear exitosamente los filtros de la censura de la dictadura militar.
De todos modos “Botas locas” y el disco “Instituciones”, estuvieron prohibidos mucho tiempo. Con una visión muy crítica de la realidad el dúo supo imponerse logrando un público masivo en recitales fabulosos y fue considerado el inicio del rock latinoamericano.
Me recuerdo con mis diez añitos y en plena dictadura sacando las letras de temas como
“Rasguña las piedras” o escuchando hasta el cansancio el disco “Instituciones”, el disco prohibido, discos que le robábamos a la hermana de una amiga que estaba estudiando en Rosario y era mucho más grande que nosotras, pero fiel devota del dúo.
De todos modos, en las callecitas de Melincué se escuchaba mucho y a todo lo que da, gente como Daniel Toro (y el famoso “Cuando tenga la tierra”), Alberto Cortés, Jorge Cafrune y también Mercedes Sosa, Armando Tejada Gómez, Víctor Jara o Violeta Parra. Siempre pegó más el folklore que el rock por esos lugares pero había discos que circulaban lindo y había para todos los gustos, de los prohibidos y de los que no. Con el infaltable Winco en cada hogar y la música más amada dejábamos pasar el lerdo transcurrir del tiempo…
Volviendo al tema que cité al inicio de esta nota, el tonto rey imaginario, creo que a nadie, en el país, se le hubiera ocurrido que tendríamos que tener personajes así sentados en el sillón presidencial alguna vez, encima votados en democracia.
Creo que ni siquiera Alberto Olmedo, cuando representaba al presidente de Costa Pobre (en la banda presidencial, la leyenda: “tus amigos”) se hubiera animado a imaginar tanto.
Sí la pegó Tato Bores cuando se disfrazaba de arqueólogo expedicionario y buscaba los restos de un país que había existido hacía mucho, mucho tiempo, en donde había argentinos y que se llamaba Argentina (sí recuerdo el mapa de la América del Sur y donde estaba nuestro país, aparecía nada más que agua).
Creo que ni los de Sui Generis, ni Tato Bores, hubieran imaginado que íbamos a llegar a tanto como país o que sus palabras hubieran podido ser premonitorias en el sentido de que el país dejaría de existir, o que volvería a existir un rey imaginario encerrado en su palacio con su propia corte.
¿Una visión futurista de la historia? ¿Premoniciones sobreentendidas a nivel inconsciente?
El tema un tonto rey imaginario incluye un estribillo en donde se repiten continuamente las palabras “revolución/ revolución/ al fin” y “libertad/ libertad/ libertad” no en el sentido “anarcolibertario” sino, en el sentido de un pueblo subyugado que logra liberarse del yugo que no le permite existir.
“Se levanta de la faz de la tierra/ una nueva y gloriosa Nación/ coronada su sien de laureles/ y a sus plantas rendido un león”, tal cual reza nuestro himno nacional argentino en su versión original, versión que es amputada y prohibida (¡Oh, casualidad!) durante la última dictadura militar.
No es casual que estemos perdiendo el estatus de nación soberana que tanto costó conseguir: todo forma parte del mismo plan, que de “libertad” no tiene absolutamente nada. Es la libertad del mercado y ni siquiera están tratando de vender el país al mejor precio, lo están vendiendo a quien más le conviene en la línea política que siguen…
Volviendo al tema inicial del dúo Sui Generis, el tema finaliza así: “La corte al fin/ fue muerta sin piedad/ y mi mansión/ hoy es cenizas”, “Yo era el rey/ de este lugar/ tenía cien capas/ de seda fina/ Estoy desnudo,/ si quieren verme/ bailando/ a través de las colinas”.
¿Justicia fantástica? ¿Premonición inconsciente? ¿Futurismo ideal?
Me enamoré de Charly a los diez años y a mi edad sigo estándolo.
Creo que nunca nadie pensó que íbamos a llegar a tanto.
Un país en donde no hay alimentos ni para los niños ni para los viejos, ni salud, ni educación; en donde lo público se transformó en una mala palabra y en donde la idea, (sí, señor, ésa era la idea original del ’76) es que haya un diez por ciento de gente muy rica y el resto de la gente muerta de hambre, y en donde lo importado es lo mejor y lo nacional es basura, es un país que ya no nos pertenece: le pertenece a las grandes corporaciones transnacionales o a los amigotes de los que gobiernan.
Ése es el país que votaron, ése es el país que quieren, los fachos y fachitos de esta patria mía que se cansaron del modelo populista para entregar todo a las multinacionales.
Cuando ya no quede nada de nuestra Argentina, vayan a llorar con su abuela!
La motosierra no es un chiste ahora, ahora nadie se ríe, es una cruel y cínica realidad.