“Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros” (Jean-Paul Sartre, 1943)

“Nosotras en libertad”, es un libro virtual escrito por las ex presas políticas de la cárcel de Villa Devoto: en un formato multimedia que incluye podcasts, videos, fotos, canciones, minidocumentales, poemas y relatos autobiográficos 200 mujeres, presas políticas durante la noche negra de la dictadura militar, cuentan allí sus historias de vida, sus testimonios de aquellos años y los que siguieron.

El libro se puede encontrar como Nosotras en libertad en internet ya que es un libro web. Con el mismo nombre se puede encontrar en Facebook, Instagram y el contacto directo es al mail nosotrasenlibertad@gmail.com .Fue publicado en setiembre de 2021.

La estructura del libro está dada por dos conceptos: el primero es la sororidad, concepto derivado del feminismo setentista de Kate Millet y el otro es la resiliencia, concepto derivado de la física que se hizo extensivo al uso de ciencias humanas como la sociología, psicología y psiquiatría.

Se entiende por sororidad al proceso de  vinculación solidaria entre mujeres cuando están en situación de peligro o discriminación. Engendrael empoderamiento del género femenino.

Se entiende por resiliencia a las capacidades de los cuerpos de retomar sus propiedades anteriores naturales e intrínsecas después de haber sido sometidos durante mucho tiempo a procesos de alta presión ya sea por temperatura o por peso.

No hay duda de que los ejes que arman este libro son tanto la sororidad como la resiliencia, ejes que arman tal cual un esqueleto esta bella y dolorosa producción autogestionada  por un colectivo de expresas políticas que cada una en singular y todas en su conjunto brillan por su capacidad de crear y recrear la vida, el amor, el trabajo, el estudio, la militancia, las familias, todo lo que la feroz dictadura genocida les negó. Muchas entraron a prisión a los 14 años, muchas con sus madres. Las más chicas militaban en la U.E.S. (Unión de Estudiantes Secundarios) las otras en agrupaciones de base, las más sindicales, de izquierda o peronistas, la mayoría universitarias. Muchas perdieron a sus maridos o compañeros, a veces fueron detenidos juntos, algunas veces los niños más pequeños quedaron con los abuelos, otras veces no tuvieron esa suerte, algunas estaban embarazadas al momento del secuestro (actuaban “grupos de tareas” vestidos de civil por la calle o en allanamientos brutales de madrugada).

Muchas fueron capturadas nada más que por militar en alguna agrupación durante el onganiato y en épocas previas al proceso, cuando actuaba la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) que se autorreconocía como el Comando Libertadores de América. Operaban grupos de tareas en autos civiles,vestidos de civil y con armas militares. Esta represión se estatizó con la presidencia de Videla y fue el nodo de funcionamiento del gobierno militar en esos años (del ’76 hasta el’83).

 Muchas de estas mujeres pasaron por “chupaderos” y fueron interrogadas bajo tortura, casi todas trasladadas a otras provincias u otras ciudades, encapuchadas y atadas, por lo cual el secuestro era completo. Luego, en algún momento son trasladadas a la cárcel de Devoto en donde existió un centro clandestino de detención de personas que llegó a alojar a más de mil presos políticos durante los años 1976-1983.

Es llamativo que el tema de la violación como herramienta de tortura cotidiana para las presas, aparece en una o dos testimoniales, muchas si bien hablan de la tortura, vejaciones, violaciones, comida podrida, falta de higiene, atención médica, etcétera, concentran el poder de sus palabras en el entramado vincular femenino que nace intramuros, impregnado de sororidad y centrándose en la resistencia: “Con nosotras no pudieron”, declaran, “Estamos acá para recordarlo”, “Nos dijeron de acá salen muertas o locas y salimos muy vivas, y nosotras pudimos”. Este libro da cuenta de ello. Esto es particularmente la resiliencia, hacer algo bueno, a futuro, con tanto dolor padecido.

 Siempre dije que las Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas, los HIJOS eran ejemplos de resiliencia. Estas mujeres también lo son. Atendí madres,  hijos y compañeras de desaparecidos. No presas políticas. Sí tuve amigos/as que estuvieron chupados durante la dictadura. Muchos se exiliaron y volvieron con la democracia en 1983 que fue cuando empecé a estudiar Psicología. Como me dijo una madre “yo sé cuánto duele todo lo que me hicieron” (perdió sus dos hijos y el marido en la dictadura).

Dicen ellas: “Éramos lo que ellos odiaban”. “Yo te violo porque tengo el derecho al placer de tu vagina, yo te mato porque tengo el poder” “Confieso que no pudieron conmigo (relata Elvira, de Misiones), mis hijos de alguna manera fueron recomponedores de mis pedazos, no pudieron con nosotras, ellos se creyeron que con los vientres partidos jamás floreceríamos”.

Muchas coinciden en las vivencias de despersonalización, sentir que flotaban en el aire rotas en pedazos, esto al salir de la cárcel, lo cual era ansiado pero a la vez un sentimiento de terror, de expulsión, de abandono, las invadía. En parte por las compañeras que quedaban dentro, en parte por no saber qué hacer, dónde ir, cómo sobrevivir.

Es terrible el testimonio de una sobreviviente de la masacre de Trelew (22/8/1972), salvada de casualidad porque no llegó a fugarse de la cárcel: “Volví a Trelew con la democracia, recién en el 2017 pudimos hacer un Centro Cultural por la Memoria en donde los 19 compañeros fueron fusilados”.

 “Cuando salimos, la alegría y la tristeza iban y venían en oleadas de igual intensidad” (Liliana Arrastía, Rosario). “Mis dos hijos y mi compañero ya  estaban muertos cuando salí. Duelos dolidos. Un dolor que rebota contra el piso y vuelve hasta el centro del alma” (Elena Chena, Bariloche) sin embargo ella dice “la Democracia devolvía vidas, colores y el desafío de recuperar y construir” (hoy milita en Patria Grande y APDH)

Paralelo al entramado vincular intramuros en Devoto surgen propuestas creativas: tejíamos, bordábamos, cacharreábamos y gritábamos todas cuando a alguna se la llevaban. Muchas hicieron emprendimientos textiles al salir en telar, tejidos de otros tipos, bordados, etc. La mayoría retomó estudios truncados o  estudió otra cosa ya que muchas por seguridad se iban a vivir lejos del lugar en donde vivían antes de caer presas. Todas, desde la docencia o alguna organización de DD HH, sindical o político partidaria, siguieron militando al salir. Todas declararon en los juicios de lesa humanidad: “Con nuestra voz emerge la voz poderosa de los 30.000 que no están. Ellos nos acompañan. Cada vez que declaramos somos todas”. Ese “somos todas” nació y creció adentro de Devoto y siguió más y más. Este libro es el fruto de eso. Construyeron lazos de amistad indestructibles al punto que hoy los nietos son amigos entre sí, muchas trabajaron juntas, convivieron al salir. “Mi tesis universitaria la hice sobre presas políticas en la dictadura” (expresa política, exiliada en Roma). “Llegábamos a Devoto desde distintas cárceles del país, golpeadas, torturadas, pero indomables y nunca vencidas”.

Con el plan Cóndor también cayeron en Devoto presas chilenas o uruguayas. Muchas se exiliaron al salir. Muchas volvieron con la democracia, otras quedaron en el exilio.

Cada una de las expresas políticas santafesinas tomó nota día por día de las declaraciones de los testigos en los juicios a los represores. Conformaron un colectivo que editó un libro llamado “Coronda, 40 años después. Diario de un juicio”. El libro fue prologado por Eugenio Zaffaroni y fue un éxito.

“La escucha es un espacio político que vamos construyendo entre todos” (maestra rural jujeña, expresa política).

 Es enternecedor el relato de María Rosa Almirón, de Santa Fe, que quería estudiar abogacía, estudió magisterio porque era lo más rápido, la mandan con el Plan Federal de Alfabetización a alfabetizar al personal de maestranza del Parque San Martín, en Mendoza. Eran los cuidadores del zoológico y los jardineros. Todos hombres adultos. Casi todos se alfabetizaron y luego hicieron la escuela primaria que empezó a funcionar, también en el mismo parque. “Aprendimos mutuamente que la transformación es posible. Leíamos con el diario (no tenían otro material), trabajábamos, opinábamos”.

También es muy tierna la vivencia de una expresa de Devoto que es trasladada al penal de mujeres de Paraná que cuenta que León Gieco les fue a cantar cuando estuvieron presas y después reeditan ese recital para filmar un documental 40 años después.

Es interesante la vivencia de los tahíles contada por Marta Candia, de Santa Rosa, La Pampa, “en las ceremonias mapuches está el Guillatún: es un momento en que todas las mujeres, de a una por vez, cantan su tahíl. La lonca lo inicia”. “El tahíl es un sello genealógico de la línea de cada mujer con sus ancestras, pasa de abuelas a nietas continuamente”. “Algo grande está sucediendo con las luchas de las mujeres frente al capitalismo patriarcal”.

Con un prólogo de Mariana Fernández y Diego Slagter, un equipo de producción importante hace posible la realización del libro que, como el Rayuela de Cortázar,   tiene distintas opciones de lectura, por itinerarios, por palabras clave, por orden alfabético, sitúa la época, la coyuntura sociopolítica antes, durante y después del cautiverio y, siguiendo a Sartre, hace posible la existencia de ese “ser en situación” de la forma más feliz posible, a pesar de todo.

 La contratapa incluye un poema colectivo y el video “Nosotras somos el fuego” filmado en un reencuentro realizado en el hotel Bauen de Buenos Aires en el 2019. A partir de ese reencuentro surgió la idea de editar este maravilloso libro, indispensable alimento para nutrir las memorias de las generaciones más jóvenes.