Por Carlos del Frade.

 

La historia personal del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Ricardo Lorenzetti, es la expresión individual de una matriz de concentración de riquezas en pocas manos a partir de la construcción de impunidades y favores sectoriales. Desde Rafaela a la Nación, los intereses que hicieron del abogado el más poderoso magistrado de todos los tiempos se reciclan mientras que los padecimientos se vuelven colectivos desde mutuales que cierran, sanatorios que quiebran y obras sociales que se secan. La influencia de Lorenzetti no tiene que ver con su capacidad personal sino con los distintos organismos de control, tanto santafesinos como nacionales, que no funcionan a favor de las mayorías sino en beneficio de los privilegiados de siempre. Las recientes denuncias de la diputada nacional Elisa Carrió revelan la continuidad de los intereses de los antiguos socios rafaelinos de El Supremo y esa articulación de factores de poder que revelan una Argentina manejada por minorías. Tomar conciencia de esta historia es también una manera de pensar en la necesaria transformación que merecen los que son más en estos arrabales del mundo

 

“LOS SOCIOS DE SIEMPRE”

 

Hoy no es ninguna novedad que más allá de los quirófanos y los consultorios, la salud esconde grandes y millonarios intereses. En un escenario paralelo corren la corrupción y los negociados, que han podido con la vida de grandes médicos como la de René Favaloro. De esta realidad no somos ajenos y dudosamente podamos desprendernos…Hoy ni los médicos ni los sanatorios manejan sus patrimonios. Son manejados por sociedades o entidades intermedias. Son ellas las que deciden qué deciden o dejan de decidir. Son ellas las que defienden o dejan de defender. Son ellas las que dicen cuánto, aunque casi nunca dicen cómo y por qué…hay que terminar con la indignidad de los sanatorios y los médicos…terminar con el reinado de administradores ricos y administradores pobres…-decía el cirujano Gustavo Tita, en una nota aparecido en el diario “Castellanos”, del sábado 29 de setiembre de 2001.

 

Su padre, algunos días después, escribiría: “Cuando alguna vez, luego de años de ahorro y sacrificio, invité a mi hermano (Plácido Tita) a comprar el Sanatorio Nosti en partes iguales, nunca imaginé que con el tiempo su familia comandada por su hijo Carlos Tita, realizarían inversiones en el sanatorio de la localidad de Sunchales, no solo dejándome de lado, sino sin decirme una sola palabra”, comienza la carta abierta escrita por Rosario Tita en octubre de 2001.

 

“Esta es sólo una foto de una historia que parece haberse prolongado en el tiempo. Una foto que no parece reconocer que alguna vez, cuando aquel sobrino era totalmente desconocido en el medio, le extendía mi mano y le brindé todo, aún enfrentándome con terceros, pero advirtiéndole que debía dejar especial lugar también al desembarco de mis hijos, por entonces futuros médicos. Debo reconocerle su competente capacidad médica y también que hizo mucho. Pero lo hizo como un traje a su medida y creció a su medida. Los negocios y las sociedades fueron hechos a su talla. Le fueron más útiles a él que al Sanatorio, a punto que le sirvieron para sus altos hacia otras entidades. Quizás haya pasado mucho tiempo para enderezar ese curso”, seguía aquella carta.

 

“De hecho, el agudo conflicto interno que en los últimos años se viene manteniendo y que hoy tiene una carga inadmisible, es una consecuencia del fuerte arraigo del ejercicio de poder personalizado y de las costumbres que lo encubrieron, que naturalmente resisten y enfrentan a regañadientes su incipiente quiebre. Pero, pese a que ha pasado mucho tiempo, nunca es demasiado tarde, y esa es la instrucción que dejo a todos mis hijos”, sostenía Rosario Tita.

 

“A ellos les advierto que no se dejen usar ni apabullar con relatos de apocalipsis. Que no entren en los campos de las especulaciones, sino en el del esfuerzo cotidiano. El servicio, la dignidad y la honestidad son los baluartes más preciosos para sembrar y cosechar. Debe dejarse de lado el (des) orden actual de los negocios de la salud en esta ciudad y en la región. Debe procurarse un nuevo orden. Un orden que acompañe a los nuevos tiempos, pero que esté preparado para repeler la corrupción. Un orden a la medida de todos y no de unos pocos. Un orden mesurado. Un orden formalista, que es el ropaje del respeto que debe imperar hacia todos y cada uno”, agregaba la carta.

 

Terminaba diciendo que “a un cambio verdadero no se llega cambiando las caras de las distintas sociedades, ni acudiendo a vestiduras jurídicas diferentes. No se logra tampoco teniendo en miras grandes proyectos, sino que ello signifique confinar ambiciones. Los cambios verdaderos se advierten con el tiempo, pero tienen un inicio. Hoy les propongo una fuerte unidad, mirando hacia el futuro, sin rencores y como aquella vez, les extiendo mi mano”, finalizaba el documento.

 

Rosario Tita y su hermano, Plácido, habían comprado el sanatorio Nosti en 1986. Los hijos de ambos continuarían con la empresa. Hubo cambios sociales en la firma, distintas estrategias jurídicas de por medio y Carlos Tita, hijo de Plácido comenzó a constituirse en la cabeza visible no solamente del sanatorio sino de la mayoría de los emprendimientos privados de salud de Rafaela. A su lado, Ricardo Lorenzetti.

 

En forma paralela a estas luchas internas surgieron las prestadoras del PAMI, como APREME SRL –uno de los socios era Lorenzetti-, Prestadores del Noroeste Asociación de Colaboración Empresaria, Prestadores de Santa Fe ACE y ADS S.A., entre otras.

 

El negocio de la salud

 

“El negocio de la salud enfrenta una dura contienda de sectores. La posición implementada por la mayoría de la familia Tita, titulares del Sanatorio Nosti, difundida en las últimas horas, expone ante la opinión pública un duro cuestionamiento hacia quienes tienen en sus manos el manejo de la salud como elemento empresario en la ciudad. La situación no es nueva, pero amenaza con extenderse en los términos empleados hasta ahora”, decía el diario rafaelino “Castellanos”, el sábado 20 de octubre de 2001.

 

En la nota se hacía mención a declaraciones del cirujano plástico Gustavo Tita donde expresaba: “Es verdad que he intervenido e intervengo en esas instituciones intermedias y muchas veces se me ha arrancado la firma en cosas a las que no le daba importancia. Es verdad que he percibido sueldo de las mismas y es verdad que durante años he dejado hacer y he dejado pasar y que quizás debí haber comenzado antes con esta tarea” de denuncia.

 

APREME SRL, apuntaba el diario, “es una sociedad conformada por los principales grupos sanatoriales de la ciudad para administrar las prestaciones que estos aportan al PAMI”, entre ellos el sanatorio Nosti (de la familia Tita), Clínica Parra, sanatorio Moreno y Policlínico Rafaela, “quienes se hicieron cargo de los servicios merced a su oferta ante el siempre cuestionado organismo nacional que debería ocuparse de la salud de los pasivos”.

 

El jueves 25 de octubre, el mismo diario publicaba la información que “Serán denunciados penalmente los administradores del convenio PAMI. Rosario y Gustavo Tita, entre otros, presentarán una denuncia en el juzgado de instrucción de turno para que se investigue la presunta comisión de los delitos de administración fraudulenta y coacción en el manejo de las empresas que están vinculadas a la explotación del convenio con el PAMI y otras obras sociales. Entre los involucrados está el intendente Ricardo Peirone, que hasta 1998 firmó los balances de la gerenciadora”.

 

Ese mismo día, Rosario, Gustavo, Ivana, Luis y Cecilia Tita publicaron una nueva solicitada  bajo el título de “Mienten”.

 

Entre otros fragmentos aseguraban que “mienten si hablan de una disputa familiar o simplemente societaria. Aquí se esconden grandes intereses en los que intervienen médicos, contadores, abogados, entre otros, incluso el primer punto de nuestra petición fue excluir a Rafael Barreiro del manejo directo o indirecto, al menos del patrimonio de Tita SA y de la intermediación con las obras sociales y exigir formalidades y controles elementales en ese manejo”.

 

Remarcaban que “llaman enojos a los pedidos que hemos realizado de rendiciones de cuentas que han sido dolosamente incumplidas. Llaman inquinas personales a la política de transparencia que pretendemos instaurar en el negocio de la salud, del que se apoderaron hace años. Es esa hegemonía, rayana en lo delictual, la que intentamos quebrar, desbaratando la asociación que la maneja”.

 

Terminaba diciendo la solicitada que “no hay nada que esperar (como dicen). El tiempo ya está descubriendo la verdad, aunque en Rafaela y en la región, la gente la sabe desde hace mucho”.

 

En aquellos días finales de octubre de 2001, el convenio con el PAMI estaba en manos del Prestadores del Noroeste, una Asociación de Colaboración Empresaria (ACE) que integraban seis sanatorios del departamento Castellanos y cuatro de Reconquista. Sus cabezas visibles eran Carlos Tita, Rafael Barreiro y Leonardo Parra y dos reconquistenses, Francisco Canaro y Mario Nardelli.

 

La nota del diario avanzaba diciendo que “en la última liquidación por las prestaciones al PAMI, Tita SA (es decir, Sanatorio Nosti) habría recibido un descuento de más de 50 mil pesos. Esos descuentos se aplicarían a todos los sanatorios participantes de la Asociación de Colaboración Empresaria por igual. Suman más de medio millón de pesos que periódicamente irían a engrosar las cuentas de la ACE, para un denominado Fondo Común Operativo”.

 

En otro fragmento de la información se lee que APREME tuvo originariamente siete socios: Carlos y Gustavo Tita, Leonardo Parra, Rafael Barreiro, Ricardo Lorenzetti, Reynaldo Casabella y Abdullatif. “APREME había nacido para gerenciar el convenio interasociativo sanatorial que unía a los principales sanatorios de la ciudad y que con el tiempo pudo consolidar una red de atención a obras sociales que prácticamente monopolizó el control del negocio de la salud en Rafaela”.

 

“De esa sociedad se desvinculó el doctor Ricardo Lorenzetti –quien incluso dejó de asesorar legalmente a las sociedades o a las personas involucradas en el control de cada una de ellas- lo que originó otro conflicto que podría tener sus propias derivaciones: el abogado que representaría a ADS sería Juan Carlos Gómez Galisier, un profesional que estaría, en este conflicto, de los dos lados del mostrador, ya que también es el abogado de Tita SA, empresa que recientemente le envió una carta documento a ADS para que ponga en claro las cuentas de la sociedad y el reparto de los dineros correspondientes a los convenios con diversas obras sociales”, sostenía la información.

 

El jueves 22 de noviembre de 2001, el mismo diario sostenía que “el conflicto de Tita SA lleva el negocio de la salud a la justicia. Se radicaron ayer las dos primeras denuncias penales”.

 

Agregaba que el abogado cordobés Carlos Palacio Laje, penalista cordobés que alguna vez defendió a Carlos Menem, investigaba en Rafaela los manejos de una empresa. Se refería a Tita SA y también a APREME, Alianza Médica y Prestadores del Noroeste Santafesino en las cuales tenía participación.

 

-Acá hay una sociedad que es APREME que hace muchos años viene desplegando su actuación como administradora de capitales ajenos, en la cual han intervenido muchas personas, muchos médicos, en la cual, como mínimo, podemos hablar de serias desprolijidades y que requieren una pormenorizada atención de todo lo que ha sucedido. Acá hemos encontrado sobre todo ocultamiento de información – sostuvo Palacio Laje en una entrevista publicada.

 

-¿Qué tipo de ocultamiento? – preguntó el diario “Castellanos”.

-Por ejemplo, Gustavo Tita en su calidad de presidente de Tita SA, ha solicitado una rendición de cuentas específica y general a APREME y a Prestadores del Noroeste Santafesino ACE. Lo ha hecho como administrado que le pide informes al administrador. Esa rendición no ha sido entregada. Y si lo ha sido, ha intentado serlo de manera muy desprolija, de tal manera que mi cliente no la acepta como tal porque ha dejado un montón de ítems al descubierto…-respondió Laje.

 

Y agregó casi como una profecía: “Lamentablemente la fiscalía está bastante saturada, lo que me preocupa mucho porque este tipo de denuncia requiere investigaciones a través de medios y personal que, en caso de no encontrarse en el poder judicial, se complica bastante”.