NOVÍSIMOS Poemas inéditos (Juana Bignozzi, 1937- 2015),  Adriana Hidalgo Editora, Bs. As., 2019

Son los últimos poemas de Juana Bignozzi, edición cuidada y prologada por Mercedes Halfon (heredera de su obra).

Con una lengua muy filosa (“los poetas al morir si no se defienden/ quedan en las manos que siempre despreciaron”), desde una ideología nutrida por una cuna anarquista (“toda la militancia de mi familia, desde la acción directa en adelante”), la militancia comunista propia y un acérrimo antiperonismo (“flores a Evita en la Recoleta a pasos/ de los padres de una patria que siempre y ahora/sigue excluyéndolos”, “ella entrando en el Colón vestida de Dior”, “la indignación de cada día por el país al que elegimos volver”),  la autora reflexiona sobre su muerte próxima (“yo seré pasto de tumbas ignoradas”/ “sobre mí ha caído una lápida que dice mesura y dignidad”; “si me es dado conocer la hora del final/ me despediré con ustedes / alcoholes de la felicidad”; “todo se va/ yo ya no estoy/ sólo tumba y soledad”).

Se casó con Hugo Mariani en el ’73 y vivieron en Barcelona hasta el 2004. Después vuelven a Buenos Aires. Él muere en el 2013 (“he logrado volver para morir/ en mi ciudad eterna”, “he vuelto donde hace más de cien años nacieron mis padres”).

El libro en sí es un duelo, una despedida. Un duelo de su marido, con el que convivió 40 años: “cuarenta años después me dijo/ te recuerdo riéndote en la librería”, “como dijiste al morirte/ tuvimos una vida maravillosa/ en cuarenta y seis años logramos no odiarnos”, “nadie sospecha que mujeres que viven con hombres/ tienen a su cuidado una fragilidad”, “él quiere a esta anciana que se inclina para sacarse las medias”, “estoy sola como el perro que ha perdido al dueño que lo amaba”, “después de décadas quiero morirme/ para acompañarte por última vez”, “cae la tarde sobre tu tumba/ cae la tarde sobre esta tumba que fue nuestra casa”, “la ausencia no es el vacío/ la ausencia sos vos”.

Una despedida de sí misma y del mundo: “no puedo resignarme a no tener una tierra/ con los huesos de mi poca familia”, “quiero tierra y flores/ no quiero que mueran conmigo”, “fijas estrellas del sur/ siempre supe que iba a lograr/ lo que siempre quise/ morir bajo ese fulgor”, ”cuando yo esté muerta un libro va a llevar mi nombre/ se llamará obra completa porque nunca más”, “tal vez sólo fui eso/ una mujer que tomó en serio su compromiso con / unas ideas/ un hombre/ y unas palabras”.

Hay una ambivalencia entre el deseo de morir y el terror frente a la muerte: “las terribles estatuas/ únicas en su belleza y en horror”, “debo tocar la tierra debo tocar la lápida/ debo tocar las fotos”, “sombras nada más entre ustedes y yo”, “la poesía es la palabra de la muerte/ no la niega le da sonido”.

    La necesidad de un albacea /heredero que se encargue de su obra en forma póstuma: “necesito un albacea/ la lucidez me ha llevado a no tener hijos/ ¿la lucidez es el desamparo?/ ¿la lucidez termina en un testamento para extraños?”.

 Juana fue afiliada y militante del partido comunista argentino. Junto a Juan Gelman, Juan Carlos Portantiero y José Luis Mangiero formó parte del grupo “El pan duro”.

Hay una visión despiadada sobre la realidad política del país en sus versos: “los derrotados vuelven como dice la leyenda de los guillotinados/ pero vuelven para ser derrotados o guillotinados”, “existe el campo de la desigualdad/ con eso me basta”, “no me asusta la sangre de la historia/ más me aterran los escalones lavados del Imperio”, “sé que volví/ cierro los ojos ante el desastre”, “¿dónde está mi presidente mi líder”?, “¿sobre ese capital político ilusorio llamado juventud?, los regresos son ilusiones que engañan/ siempre moriremos lejos”, “de que sirvió la sensatez la lucidez/ ganaron otros”, “no hay sueños incumplidos en la lucha/ yo estoy escribiendo la historia de mi país y en mi país”, “la revolución no es acumulación de informes y reuniones”, “desasosiego/ésa es mi patria”.

También una visión muy crítica de las nuevas generaciones de poetas: “confundir malditos con chicos alimentados con milanesas”, “no presenten antologías de cinco años escriban libros”, “hay que darle la palabra/ a los que nunca complacen/ pero nunca traicionan”, “la poesía no es vocación de cultura”, “y yo/ agotada/ debo explicar qué es un gramsciano”, “ésa es la derrota/ no saber de qué comparsa somos parte”, “para la borra de la poesía soy un flagelo”, “una farándula que sueña con ser culta”.

Salda sus deudas: “espero que mi ciudad me despida con grisuras”, “el regreso es el verdadero destierro”, “sé que volví/ cierro los ojos ante el desastre”, “ya no existen las palabras en las que me crié/ y en las que creí”, “espero que ya polvo/ mi padre haya logrado perdonarme”, “sólo ellos dos me aman/ con un empecinamiento de décadas”.

Juana Bignozzi fue Premio Rosa de Cobre en la Biblioteca Nacional, obtuvo el Segundo Premio Municipal de Poesía en el 2013 y fue Premio Konex por toda su obra en forma póstuma.

Mercedes Halfon fue su albacea y termina heredando, compilando y difundiendo toda su obra por el resto del mundo cuando Juana fallece.