A MODO DE PRESENTACION (MESIAS Y DEMONIOS)

Las historias del oscurantismo a lo largo de los tiempos fueron parte del prologo que podría llamarse la justificación de los fines y cuando hablo de estos fines tomaría al arquitecto de la manipulación; el Mesías de las artes del poder dentro del poder me refiero a Nicolás Maquiavelo.

Maquiavelo que experimentó su teoría oscurantista con los Borgias. Asimismo, también podemos remitirnos muchos siglos atrás con la conjura diabólica contra César que terminó de forma dramática transformando a César en un mártir del pensamiento profundo de las intrigas cesarianas como así también el modelo a seguir en el mundo de los tiranos.

Pero uno se pregunta si César tuvo un referente y este se llamó Alejandro Magno, el hombre que se transformo en Dios, el también fue un manipulador y se  consagró en Egipto como un Dios o mejor dicho en un Mesías tiránico como hoy vemos en la propia realidad de nuestro país donde surge un Mesías mediático devenido en político, que puede transformarse en un Calígula de nuestra historia del siglo XXI.

Pero volviendo al tema del oscurantismo en Alemania fue un nido conspiro -maníaco donde el arte de la guerra funcionó  como un mecanismo de reloj donde cada pieza era parte del engranaje del nuevo medievalismo del siglo XX.

Aquí y ahora comenzaré a desarrollar como en Pacto Diabólico y otros artículos míos publicados en esta revista cultural, referidos al misticismo del Mesías de la oscuridad llamado Adolfo Hitler. Veremos cómo un hombre aparecido de la nada fue formando su personalidad  hasta llegar a ser un Dios tiránico y que fue el resultado de la suma de muchos individuos y corporaciones que crearon un  monstro  que llevaría  a uno de los niveles más altos de destrucción mundial; donde la Esvástica sería el símbolo del terror.

Esto mostraremos en Mesías y Demonios y vale como alerta para  cuidarnos de crear en la sociedad a estos manipuladores del odio y de oscuros pensamientos, que pueden transformarse en demonios de la Inteligencia Artificial.

                          FANTASMA JUDEOBOLCHEVIQUE

La revolución comunista, irradiada desde la nueva URSS, amenazaba con ser emulada por los trabajadores de Alemania. Para Hitler, se debía a la alianza judeo-bolchevique, término que utilizaría en múltiples ocasiones. De hecho, en Mein Kampf se refiere al judaísmo y al comunismo como los dos males gemelos del mundo. Con ello pretendía sugerir que el movimiento comunista estaba manipulado por los judíos para servir a sus intereses.

Tal teoría se demostraba como cierta, desde el punto de vista de los ideólogos nazis, al constatar el origen judío tanto teórico del comunismo, Karl Marx, como de algunos de los principales dirigentes de la revolución soviética, como León Trostsky y Griogori Zinoviev.

Uno de los principales inspiradores del nazismo, Alfred Rosenberg, escribió que el bolchevismo no era sino «la revuelta de las razas judía, eslava y mongola contra el elemento germánico en Rusia». El periodista Dietrich Eckart, otro de los colaboradores de primera hora de Hitler, fue el autor de un pequeño escrito, significativamente titulado El bolchevismo desde Moisés hasta Lenin.

La amenaza bolchevique fue un espantajo que Hitler agitó a conveniencia  en múltiples ocasiones. Por ejemplo, cuando, tras permanecer en prisión algo más de un año, volvió a la actividad política en 1926, y quiso eliminar al sector socialista de su partido nacionalsocialista, ya que proponía algunas políticas izquierdistas que, a su juicio, asustaban a su potencial electorado. Para justificar tal decisión, advirtió  que esa corriente del partido conduciría a «la bolchevización de Alemania». Este tipo de apelaciones agradaban mucho a los sectores más conservadores, que veían al comunismo como un factor desestabilizador que acabaría con el orden establecido, por lo que siempre estaban temiendo alguna revuelta o, peor aún, una revolución.

La derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial también encontraba su explicación en la intervención judía. En Mein Kampf, Hitler asegura que, si se hubiera tratado a 12.000 o 15.000 «corruptores hebreos del pueblo» con gas venenoso a principios de la Primera Guerra Mundial, «no habría sido en vano el sacrificio de millones en el frente».

Las durísimas compensaciones económicas impuestas a Alemania en el Tratado de Versalles pronto fueron consideradas una maquinación orquestada – según el relato conspirativo nazi – por la masonería y los judíos. Por ejemplo, citaban el papel jugado por la familia de banqueros judíos Rothschild, que habrían dominado en la sombra a figuras políticas claves en las negociaciones versallescas, como el ministro británico de Guerra, Alfred Milner.

EL CRAC Y LA REPÚBLICA DE WEIMAR

El ardoroso mensaje xenófobo de Hitler caló muy hondo en la población alemana. Y es que llamaba la  atención de aquellos que se sentían empobrecidos y humillados a causa de una paz dictada sin concesiones para Alemania  por las potencias ganadoras, que exigían astronómicas reparaciones de guerra. Eso explica el ascenso meteórico de su formación política, el NSDAP o Partido Nazi, al poco de crearse en 1919 y a pesar de tratarse de un grupo extremista al margen de las instituciones. En 1923, ya contaba con 55.000 seguidores.

El aldabonazo que le permitiría convertirse en un partido cuyo mensaje rupturista fuera percibido como mucho más creíble llegó con una crisis económica. La década de los años 20 había resultado difícil para los alemanes y, cuando parecía que empezaba a superarla, de repente el Crac del 29  cayó como una losa. Fue entonces cuando el relato nazi sobre las manipulaciones de los poderes económicos judíos empezó a calar. De repente, las teorías de corte conspirativo  sobre la dominación de la economía se convirtieron en una explicación plausible para los males de raíz monetaria- que afectaban a Alemania. Los extranjeros eran los culpables de la crisis, decían los nazis, y en particular los financieros judíos, que dominaban  la economía  estadounidense y la manipulaban para hundir a Alemania.

La explicación tenía visos de realidad para cualquiera que analizara superficialmente lo ocurrido. En Alemania el impacto del Crac fue directo, ya que los inversores estadounidenses comenzaron a retirar los préstamos al país, decisión que arrastró consigo a muchas empresas germanas que tuvieron que declararse en quiebra y despedir a sus trabajadores.

Pero, no explicaban los nazis que hasta entonces los inversores americanos habían sido los financiadores de la incipiente recuperación alemana y que su retirada poco tenía que ver  con prejuicios raciales, sino con sus propios problemas en Wall Street.

La economía se derrumbaba: para 1932, el paro se había doblado a seis millones de trabajadores   El nazismo procedió a fabricar un nuevo enemigo: el régimen parlamentario alemán, la llamada  República de Weimar. Esta fue presentada por Hitler como una lacra para que  Alemania volviese a recuperar su riqueza y poderío anteriores a la primera Guerra Mundial.

La solución, propuso, pasaba por  tomar un nuevo camino en el que Alemania  debería ser autosuficiente para no depender de  la suerte de otros países, cuyo único objetivo era verla pobre y sometida. Así, con el nacionalismo a ultranza y la xenofobia como propuestas políticas para lograr volver al estado ideal de imperialismo germano previo a las conspiraciones extranjeras, el Partido Nazi de Hitler se impuso en las elecciones de 1933 y logró el poder.

                                                                                                           (CONTINUARÁ)