(Rosario, Santa Fe, mayo de 2018)

A nuestros estimados lectores, les entregamos otro capítulo del último libro de Carlos, que “EL VECINO” está publicando en forma completa.

La sociedad narco

-Nosotros teníamos la orden de investigar policías y particulares en relación al narcotráfico dentro de la Secretaría de Delitos Complejos creada en diciembre de 2012 y conducida por Ana Viglione y Ferratto. No dijeron la verdad cuando sostuvieron que no investigaban la actividad narco en la zona. Tanto es así que la doctora Viglione, yendo en el auto conmigo, sacaba fotos de las propiedades atribuidas a Delfín Zacarías en la zona de Granadero Baigorria y San Lorenzo – dijo el comisario Gustavo “Gula” Pereyra, uno de los trece policías acusados de integrar la banda de Los Monos, en la mañana del jueves 28 de diciembre de 2017, donde quedó claro que no hay santos inocentes en la fuerza ni tampoco en otras instituciones.
Pereyra pidió hablar y sorprendió por la precisión de sus dichos y la hondura de los mismos, describiendo maniobras policiales que contaron, según su punto de vista, con el apoyo político de parte del gobierno provincial.
Llegó a plantear que seguía a dirigentes políticos, como el entonces diputado provincial del radicalismo, Maximiliano Pullaro, hoy Ministro de Seguridad de Santa Fe, por sus potenciales vínculos con narcos cordobeses en la zona del departamento General López, en el fondo de la bota. Su relación era con un jefe policial, de apellido Druetta, hoy asesor del actual funcionario de la administración de Miguel Lifschitz. Apuntaba que el nexo entre Pullaro y Druetta era de 200 mil pesos. También hay que destacar que la señora Viglione integra la lista de integrantes de la cartera de Seguridad del presente gobierno.
El comisario procesado sostuvo, además, que “había dos líneas en el gobierno, la que quería recaudar y la que no” y remarcó que cuando declaró la doctora Viglione negó que en una reunión de gabinete dos personas de mucho peso político la hicieron callar cuando quiso cuestionar al jefe de la división de judiciales, Cristian Romero. Pereyra ratificó que ese momento fue real y que efectivamente fueron dos hombres muy importantes de la administración anterior los que la hicieron callar.
-Había una protección política para Romero y su gente. Hacían las cosas mal y ellos seguían. Los datos que yo pasaba por mails después eran trabajados por ellos y se ganaban los méritos…nosotros llegamos a demostrar que hasta la Guardia Urbana Municipal recibía dinero de los narcos en Rosario.
Relató que un determinado procedimiento fue la presentación en la sociedad narco de la división de judiciales y que ante “las decisiones políticas” no tenía que meterse. Apuntó que en una oportunidad se cruzó, en medio de una investigación sobre un bunker, con otros policías enviados por otro sector, hecho que pudo haber terminado en una masacre. Ese mismo bunker, a los quince días, estaba trabajando, vendiendo drogas.
Hasta que lo detuvieron “por hacer bien el trabajo”, repitió Pereyra. Detalló que nunca tuvo una oficina de trabajo. Que todo parecía indicar que la división de Judiciales trabajaba para dejarle la ciudad a dos narcos, Alvarado y Medina y que, por lo tanto, iban detrás de los Cantero, de Los Monos. Que sufrió una gran campaña de prensa en su contra, todo por sostener lo que hacía la brigada de Judiciales y protegerlo a Romero.
-Por eso sacrificaron a los peones – reflexionó Pereyra en voz alta ante un clima de atención pocas veces visto y percibido en estas seis semanas de proceso judicial.
También apuntó que en sus investigaciones sobre el negocio narco mientras estaba en Delitos Complejos lo llevó a reparar en “Ema Pimpi”, hecho que generó un conjunto de datos que elevó oportunamente a la doctora Viglione. Emanuel “Pimpi” Sandoval, con el tiempo, sería el autor material del atentado contra la vida del ex gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti, el 11 de octubre de 2013.
Denunció también fuga de información de la división de Delitos Complejos a otras divisiones de la propia Santafesina SA, cosa que también informó a la doctora Viglione que le llegó a confesar que “le daba oxígeno a quien no se lo tenía que dar”.
Por último, Gustavo “Gula” Pereyra repitió que estuvo ocho meses preso por haber hecho lo que tenía que hacer.
Su testimonio marcó un punto de inflexión en el proceso judicial.
Ahora deberían aparecer las voces de distintos sectores políticos en relación a estos dichos de Pereyra.
Mucho dinero y mucha sangre ha corrido en los últimos cinco años en la ex ciudad obrera.
Guardar silencio es, definitivamente, una prueba más de complicidad.

Fuente: audiencia del jueves 28 de diciembre de 2017 en el juicio a Los Monos que se desarrolla en el nuevo edificio de la justicia penal rosarina. Testimonios recogidos por el autor de esta nota.

En la borra del juicio a Los Monos

Pianta el 2017 y los testimonios de los imputados le pusieron color al juicio más importante de los últimos veinte años de la justicia santafesina.
En la borra de estas seis semanas, es preciso detenerse en algunas ideas, en ciertas señales que va dejando el proceso judicial.
Ideas y señales que parecen obviedades pero que son necesarias repasar:

*La mayor banda dedicada al narcotráfico está siendo juzgada por un tribunal provincial, no por la justicia Federal.

*Los policías que investigaron a Los Monos presentan tantos puntos oscuros en sus procedimientos como los procesados por integrar la supuesta asociación ilícita.

*El flujo de dinero, durante las seis semanas del juicio, recién apareció con fuerza cuando se habló de compras de causas o eliminación de escuchas grabadas.

*El tráfico ilegal de armas y su consecuente mercado negro de fácil acceso para determinados sectores, tampoco apareció en el juicio aunque se dijo que Los Monos eran capaces de matar a decenas de personas.

*Las internas policiales que se ventilan en el juicio dan cuenta que los principales nombres de los gerentes del negocio en el Gran Rosario ya se conocían desde mucho antes del asesinato del ex líder de la organización, Claudio “El Pájaro” Cantero, producido el 26 de mayo de 2013.

*Los Monos, Luis Medina, Delfín Zacarías, Luis Paz, los hermanos Alvarado, la familia Bassi de Villa Gobernador Gálvez, son las identidades de esas bandas que imponían negocios desde, por lo menos, el año 2007.

*Son negocios narcopoliciales con algunos contactos con otras instituciones del estado. Pero siempre hay una presencia de algún funcionario.

*No hay, por ahora, un relato que explique cuándo, dónde y por qué Los Monos comenzaron a meterse en el negocio del narcotráfico.

-Cambian los jugadores, pero el juego siempre es el mismo – dice el personaje que representa al “Chapo” Guzmán en uno de los capítulos de la segunda temporada que se puede ver por Netflix. ¿Quiénes iniciaron a Los Monos en el juego ya montado del narcotráfico en la zona del Gran Rosario?
En los relatos policiales, donde los buenos y los malos no parecen tener muchas diferencias, surgen dos nombres de los potenciales continuadores de los negocios que, en su momento, estaban concentrados por la familia Cantero: los Alvarado y Luis Paz. Los demás fueron asesinados (Luis Medina, muchos de los integrantes de los Bassi) o desflecados en su poder de fuego y monetario (Los Monos y Zacarías).
Los ejes de la historia que va apareciendo en estos testimonios, pedacitos de un espejo roto que no termina de rearmarse, pueden derivar en la teoría que la entonces División Judiciales de la policía rosarina decidió, junto a otros actores vinculados a organizaciones narcos, desplazar a Los Monos del centro del negocio y que, en ese contexto, el crimen del “Pájaro” Cantero puede rozar al crimen de estado.
Pero fueron los policías de la División Judiciales quienes llevaron adelante la investigación principal de la organización que este año comenzó a ser procesada.
En un primer momento sostuvimos, desde esta misma columna, que había cinco elementos deliberadamente ausentes en estas audiencias que se llevan adelante en el nuevo edificio de la justicia penal rosarina: un discurso institucional que explique por qué tantos funcionarios policiales forman parte del negocio; el dinero que fluía por el narcotráfico para la banda de Los Monos; el por qué del dolor de las víctimas de los Cantero; el miedo aún latente en muchos de los que están y los que no están en el juicio y la increíble ausencia de la justicia federal en todos estos años.
En el prólogo del juicio también marcamos que una de las principales definiciones de la causa 813/12 que da inicio al proceso, es que Los Monos se constituyeron en un gobierno de facto en la zona sur de la ciudad, ante la mirada de gobiernos reales y con presencia concreta en esos puntos de la geografía de la ex ciudad obrera.
¿Los únicos socios de Los Cantero fueron los policías corruptos, algunos empresarios que vendían autos y otros tantos profesionales, o todavía falta anotar integrantes de los diferentes poderes republicanos que miraron para otro lado mientras se consolidaba ese “gobierno de facto”?.
En abril de 2018 se cumplirán cuarenta años del primer embarque de cocaína que llegó al puerto de Rosario disfrazado en un cargamento de 200 kilogramos de azúcar que venía de Bolivia, según relataron ex militares y viudas de narcos de aquel país de América del Sur.
Desde entonces al presente, las rutas no cambiaron. Por la 11 y el río Paraná, la marihuana; por la 34, la cocaína. Cambiaron los gerentes, los peajes, pero los caminos son los mismos. “Cambian los jugadores pero el juego siempre es el mismo”, dice el actor que representa al “Chapo” Guzmán.
Ni Argentina es México, ni el cartel de Sinaloa tiene algún remotísimo contacto con “Los Monos”. Nada que ver. Sin embargo hay una matriz. El negocio capitalista del narcotráfico es paraestatal y multinacional. Es de arriba hacia abajo y no al revés.
Por ahora, en esta primera etapa del juicio a Los Monos que culminó el jueves 28 de diciembre de 2017, las preguntas siguen firmes, tan nítidas como el dinero que mueve el corazón del negocio y la sangre derramada de las pibas y los pibes en los barrios de la ex ciudad obrera.