Por Verónica Lagamma

 

Sabemos que el neurótico, su queja, en el análisis gira alrededor de sus dramas con el deseo. El neurótico no sabe lo quiere y no sabe si quiere lo que desea. Justamente es Lacan quien nos dice que el sujeto puede no desconocer que lo que desea se presenta a él como lo que no quiere. Muchas veces escuchamos en la clínica que el neurótico habla sobre lo que quiere hacer pero no accede a querer lo que desea. Podríamos decir que se produce un desen­cuentro entre el querer y lo que se desea.

El neurótico no siempre quiere separarse de las preguntas ¿qué soy para el Otro?, ¿qué desea el Otro?, ¿qué quiere el Otro para mí?  Si no nos separamos de estas preguntas esta­remos interminablemente en un lugar de niño; porque no hay un advenimiento de esa respuesta. Porque este Otro está barrado, es un Otro en falta. Lo que conlleva esta imposibilidad para responder.

Ahora bien, quiero continuar con un breve comentario de la película llamada “Precious” porque ella nos muestra como la protagonista se enlaza al deseo. “Precious” es obesa y analfabeta, vive junto a su madre, que la somete a maltratos físicos y verbales. En una de las primeras imágenes del film, “Precious” aparece pensando en sus gustos e inmediatamente surgen pensamientos que invalidan su deseo, brotan las palabras de la madre con un efecto penetrante. Cuando la joven está a punto de abandonar la escuela es enviada a una escuela alternativa. Allí conocerá a la profesora Rain. El encuentro contingente con esa profesora va a introducir un nuevo alojamiento en el Otro. Ella pregunta por su nombre y su historia a cada una de sus alumnas, dando lugar al deseo. Es así que “Precious” rescata lo que le gusta, consintiendo al deseo que promueve la alfabetización. Además en esta película se puede  localizar como el deseo del sujeto puede quedar tragado en la omnipotencia del Otro o, en el mar de las palabras del Otro.

 En la película vemos como el deseo del Otro convoca al deseo, la protagonista acentúa el lugar del Otro como lugar del deseo. Pero al mismo tiempo está el deseo del lado del sujeto que puede emerger, que puede empezar hacer en relación a su propio deseo.

Lacan nos aporta la definición: el deseo es el deseo del Otro.  Podemos tomar esta definición diciendo que el deseo convoca al deseo. Lo que da el verdadero alcance de la pasión humana. Pero también hay que decir que este deseo sostenido en el Otro, que convoca al deseo, no siempre conduce al deseo del lado del sujeto. Es por eso que pienso que un deseo decidido va más allá del deseo del Otro. Es una decisión que implica confrontarse con que el Otro no va a responder sobre nuestro deseo.

Lacan nos dice que la ética del psicoanálisis es permitir al sujeto advenir al rescate de su deseo. Un análisis confronta al sujeto con los impasses de su propio deseo. Gracias al savoir-faire de un compañero llamado psicoanalista es que el deseo ya no es más el deseo del Otro.

Para finalizar quiero resaltar que lo propio del sujeto es la invención. Una posibilidad de hacer que lo habilite a vivir mejor. Un hacer causado por un deseo que va más allá del deseo del Otro pero no es sin otro. Cuando el deseo ya no es el deseo del Otro no es un deseo que gira en relación a si mismo. No hay que interpretarlo como un deseo descarnado, sino que es un deseo que implica ir tras lo que es más propio. Se detalla por el entusiasmo del trabajo, devolviéndole  a la vida el goce de vivir.

*Psicoanalista

Autora del libro “El niño y el deseo de la madre” (Letra viva 2016)