Sin duda, la exacerbación del derecho de propiedad sobre el cuerpo de la mujer por parte del hombre se hace efectiva en el delito de femicidio.

“Mío es tu último sangrado”, diría la psicoanalista Eva Giberti en un estudio muy interesante publicado sobre el caso Barreda, haciendo algunas analogías entre los sangrados biológicos internos propios (menstruaciones) del cuerpo de la mujer y el sangrado último de la mujer asesinada a manos del hombre, que no es, en general, cualquier hombre, sino que es el hombre que fue o es todavía cónyuge de ella.

Los cuerpos de las mujeres, históricamente, han sido territorios de disputas en los entramados del poder político que hacen a los hombres: son el primer trofeo de guerra en las batallas para perpetuar en ellos la simiente de la estirpe de los vencedores por sobre la de los vencidos, son el primer trofeo que en alguna época, gracias a dios ya pasada, se correspondía con el contrato matrimonial, a través del cual el esposo ya tenía en su poder el cuerpo (y también la persona) de su mujer que a partir de entonces portaba orgullosa (o no tanto) el apellido de fulano, mengano o sultano.

El admitir que una es de tal o de cual es admitir el derecho de propiedad sobre la persona, colmo del colmo del capitalismo en donde también el cuerpo de la mujer asociado al sexo y al goce de él aparece en la mayoría de las publicidades en donde si tenés tal o cual cosa, también tenés la mejor chica con el mejor lomo. «Billetera mata galán», dicen todos por ahí.

La disputa entre el bebé que nace y quiere teta y mami todo el tiempo y el marido o no, padre de la criatura, ya no tan deseado, ni con tanto derecho a sexo, es eterna y antigua, y muchas veces no se resuelve o se resuelve en formas endemoniadamente patológicas.

El derecho de pernada ejercido por los terratenientes o los señores feudales (en realidad viene del feudalismo medieval) se entendía como el derecho del señor, propietario de las tierras, de desvirgar a todas las mujeres jóvenes que en sus tierras vivieran, no importa de quién eran hijas o esposas. Este derecho, todavía, se extiende en forma consuetudinaria en muchos lugares alejados, o no tanto, de las grandes urbes urbanas. En el norte, es extensivo en lo que se llama “chinadas”, en donde varios criollos desvirgan a jóvenes de pueblos originarios en rituales de violación en manada.

El 8 de marzo de 1975 fue declarado Día Internacional de la Mujer Trabajadora por la Asamblea de Naciones Unidas. Esa fecha ya había sido declarada como Día Internacional de la Mujer en 1910 en un congreso de mujeres socialistas en Copenhague.

La primera huelga de la que se tiene memoria fue en la ciudad de Nueva York, la huelga de las camiseras, quienes en 1857 con el lema “pan y rosas” reclamaban el fin del trabajo infantil, los turnos rotativos de 8 horas, mejores sueldos, francos y vacaciones. La mayoría de las obreras eran mujeres jóvenes en edades de parición y con hijos o bebés a cargos, la mayoría inmigrantes. Se ordenó incendiar la fábrica con las mujeres adentro. Todas murieron.

Si bien no hay documentación histórica que lo pruebe, la fecha alude al incendio intencional en la fábrica textil Cotton de Estados Unidos en el año 1908 en donde murieron 129 mujeres, empleadas textiles de la misma, que haciendo uso de su derecho a huelga, habían tomado las instalaciones y no querían abandonarlas hasta que se les diera lo básico que reclamaban: turnos rotativos de menos horas, un franco semanal, fin del trabajo infantil, licencia por maternidad, hora de amamantamiento…

Posterior a ese incendio que fue provocado intencionalmente por el dueño de la fábrica (decidió quemar las obreras en el lugar cerrando todas las puertas de salida) ocurrió, en la ciudad de Nueva York, el 25 de marzo de 1911 el incendio en la fábrica Triangle en donde murieron 146 obreras y 71 resultaron heridas. Fue un incendio de iguales características: las mujeres tomaron las instalaciones de la fábrica, no trabajaban hasta que no les aseguraran los derechos que reclamaban, entre ellos turnos de 8 horas, hora de amamantar, franco semanal, vacaciones. Los dueños de la empresa cierran todas las puertas y queman la fábrica con las mujeres adentro.

Es en este sentido que se extendió el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, como Día Internacional de la Mujer u 8 M en muchos lugares. Actualmente los reclamos gremiales son exactamente los mismos, y estamos en el 2022: igual sueldo por igual trabajo, turnos de ocho horas, franco semanal, dominical en algunos casos, licencia por maternidad, hora para amamantar, hora para almorzar, derecho a obra social y jubilación.

En 2022 el derecho de propiedad sobre el cuerpo de las mujeres por parte de los hombres no parece agotarse en las relaciones intrafamiliares o conyugales sino que se sigue extendiendo a las relaciones laborales patrón-empleada a lo largo y a lo ancho del globo terrestre.