«¿Es equidad que durante años hayamos poblado la provincia de universidades públicas cuando todos los que estamos acá sabemos que nadie que nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad?”, pronunció la Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, como quién escupe algo que lleva hace tiempo atragantado.

A cien años de la Reforma Universitaria, María Eugenia Vidal, expone un pensamiento arcaico, antipopulista y discriminativo. La educación pública es un derecho, no una oportunidad del gobierno de turno.

Un siglo atrás, la Universidad era un ámbito inalcanzable para la mujer, sólo los hombres podían acceder a ella, y no cualquiera. Los jóvenes que quisieran estudiar allí debían pertenecer a familias de clase media alta o exclusivamente alta. A lo largo y ancho del país sólo había cinco: en Córdoba, Buenos Aires, La Plata, Santa Fe y Tucumán.

En Córdoba, donde se inició la revuelta y se originó  la Reforma Universitaria, las cátedras se recibían únicamente por herencia, es decir, que quienes no pertenecían a una familia docente debían olvidarse por completo de serlo; aquellos que lograban dictar clases y consagrarse como tal, no podían pertenecer al gobierno universitario. Los estudiantes, una vez que ingresaban, debían jurar lealtad sobre los Santos Evangelios y en la biblioteca, Marx, no existía.

El 15 de Junio de 1918, se realizo una jornada electiva para el puesto de rector en la universidad cordobesa y Martínez Paz lideraba las encuestas. El edificio se encontraba colmado de alumnos, todo parecía indicar que había un ganador, cuando una serie de movimientos raros provocó un vuelco en los resultados y fue electo Antonio Nores. El fraude llevó a que los estudiantes tomaran el establecimiento. El presidente Yrigoyen se interpone y coloca como interventor a José S. Salinas, Ministro de Justicia e Instrucción Pública de su gabinete.

«Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan”, fue uno de los lemas que se llevó como estandarte tras la lucha y  continua Reforma Universitaria. No olvidemos. La educación de grado es un derecho, una libertad de cada individuo conseguida a costa de que los pibes dieron pelea.

El actual gobierno pretende avanzar con políticas de educación nefastas, corrompiendo las paritarias docentes, provocando tarifazos en los transportes públicos y realizando recortes de presupuestos. Sin omitir las declaraciones de la gobernadora bonaerense que plantea una educación de grado elitista queriendo retrotraer a la actualidad políticas conservadoras de hace más de un siglo.

Hace cien años se acordaron libertades y derechos. Se fijaron periodicidad en las cátedras, cogobiernos, concursos, acceso gratuito y autónomo. Consiguieron educación para todos, sin importar clase ni herencia. Para muchos, estudiar, graduarse y obtener un título es un logro generacional. Con el cumplimiento del primer centenario,  los pasillos se siguen llenando con los primeros de muchas familias. Estudiar lo que se sueña, lo que apasiona, no debe ser una privilegio de pocos. Como sociedad no debemos permitir que se nos arrebate el derecho de elección y participación dentro de las aulas.

Ni un paso atrás. Ni uno a la derecha conservadora.