En algún lugarcito de sus enormes memorias (que tuvo cosas para recordar el hombre, hay que decirlo), en “Confieso que he vivido”, el poeta Pablo Neruda comenta: “Es verdad que el mundo no se limpia de guerras, no se lava de sangre, no se corrige del odio. Es verdad. Pero es igualmente verdad que (…) los violentos se reflejan en el espejo del mundo y su rostro no es hermoso ni para ellos mismos. Y sigo creyendo en la posibilidad del amor. Tengo la certidumbre del entendimiento entre los seres humanos, logrado por los dolores, sobre la sangre y sobre los cristales quebrados.”

Neruda escribió esto hacia el final de su vida, con el avance del régimen pinochetista sobre la población chilena, muy marcado por el dolor, quizá, de la muerte de Salvador Allende, y del golpe de estado. Lo escribió golpeado, realmente, en todos los aspectos y en todos los sentidos. 

Los ’70 en la América Latina que habitamos, fueron años violentos, de eso no cabe duda. La avanzada de la derecha autóctona aliada al Imperio del Norte para que el comunismo no avanzara (fue muy icónico que el primer golpe militar del Plan Cóndor haya sido en Chile, en 1973, el único país que tenía un presidente socialista en el poder) y que después ese golpe se haya replicado en otros golpes hacia otros países sudamericanos: todo sea para que el modelo de estado socialista cubano no avanzara ni hacia el sur de América ni se expandiera en los países centrales limítrofes al país de Fidel. 

Allende murió durante el golpe de estado, el 11 de setiembre de 1973, Pablo Neruda murió el 23 de setiembre del mismo año. Ambas muertes fueron confusas y polémicas: no hay demasiadas certezas al respecto. 

 La primera edición de las Memorias de Pablo Neruda, salió en 1974.

Estamos en el 2021. Pasaron entre 47 y 48 años. Sin duda, muchos años. Una señora que se dice periodista llamada Viviana Canosa que tiene un programa televisivo con alto rating incita a la población, desde el mes de enero del año pasado, a tomar dióxido de cloro como una forma segura de evitar el contagio por coronavirus. La señora fue imputada penalmente, salió enseguida (es más, creo que ni estuvo detenida), billetera mata galán, decían por ahí, y siguió su programa televisivo como si nada. Hubo unos cuantos muertos por intoxicación por dióxido de cloro, desde ese entonces y la damita sigue recomendando esta forma de prevención del contagio de Covid19 abiertamente y al aire. Una beba rosarina tomó dióxido de cloro en la mamadera hace unos días, según la mamá fue accidental, ella está con Covid, en realidad no hay certezas. La beba estuvo muy grave muy cerquita de la muerte, recién ahora la pudieron desentubar. 

La señora Canosa se refugia en la libertad de prensa para decir lo que se le canta sin ningún tipo de prueba científica al respecto, pero, siempre, atentando contra, digámoslo abiertamente, la figura del presidente. Se ampara en la libertad de prensa. 

Para el día 25 de mayo, a falta de algún tipo de festejo patrio de los que se acostumbran (todo sea por no contagiarnos) tres señores, uno de Tierra del Fuego, otro de Las Breñas, Chaco, y otro del municipio de San Rafael, Mendoza, (se suponía que no se podía circular libremente, ni idea de cómo llegaron a Rosario, alguna ayudita habrán tenido) liderando una organización anticuarentena autotitulada “Médicos por la Verdad”, organizaron una concentración masiva en el Monumento a la Bandera con agresiones y disturbios graves y serios tanto contra el personal policial (que trataba de evitar la concentración de personas) como el personal de prensa (que trataba de documentar y cubrir la noticia).

 Los decretos presidenciales, las normativas vigentes provinciales y municipales, bien, gracias…. Fue como si no hubieran existido… Según ellos el Covid tampoco existe, nadie se contagió ni se murió (todos los informes de la cantidad de muertos y contagiados son mentirosos, según ellos, pero parece que la Canosa es la única que dice la verdad).

 Hubo 30 detenidos en el Monumento ese día y los tres imputados por organizar la concentración salieron enseguida después de la audiencia imputativa (qué pasó ahí, no sé, pero según Matilde Bruera, diputada provincial y amplia experta en el tema del derecho penal, les podían llegar a dar hasta seis años (6) de prisión efectiva). Repito: qué pasó ahí, no sé.

Tampoco sé qué pasó con la audiencia imputativa que le hicieron a la Canosa en su momento. 

Parece como que los odiadores de siempre tienen su amplio séquito y tienen, esto es verdad, gente por todos lados, que los apoyan. Trabajen en donde trabajen. 

Si esto no es violencia, ¿la violencia en dónde está?

En Colombia  expulsaron a Grabois que venía con una  comisión mediadora para intentar pacificar en el conflicto (hay protestas masivas en todo el país por recortes al empleo, las jubilaciones y los sueldos, la salud y la educación, el paquete completo de nuevas medidas ordenado por el presidente que damnifica abiertamente los derechos de todos) según organismos de Derechos Humanos lo que está ocurriendo es abiertamente una masacre, la masacre de siempre sigue en Palestina, sobre todo en la franja de Gaza, en donde el exterminio de población civil no da abasto, sin perdonar a nadie. 

  Es verdad: los violentos se reflejan en el espejo del mundo y su rostro no es hermoso ni para ellos mismos.

 A pesar de que la Canosa parezca linda. 

 Es verdad que el mundo y la historia es una rueda que gira y gira, yira, como dice el tango, entonces, que cada tanto, las cosas vuelven… 

Ya predijo José Saramago (militante comunista) el nacimiento de otro Hitler en algún momento no tan lejano de la historia. 

Ya se cubren las derechas de la América Latina con presidentes de su propia ideología, o, en todo caso, con golpes blandos del tipo de  golpes constitucionales, la mayoría avalados e instigados por las grandes empresas mediáticas que manejan las noticias y, con ello, la información a la que accede la mayoría de la población, como pasó con Lula Da Silva en Brasil o con Cristina Kirchner en la Argentina. Nunca apareció ningún cuaderno. Lula nunca tuvo un departamento que se pudiera comprobar hubiera sido un soborno. 

Eso sí, Bolsonaro hizo cualquier cosa y muchos lo aplaudieron. Acá hay innombrables que van por los mismos caminos, considerando que Macri perdió las elecciones con más de un 40 % de los votos (demasiado para cualquier oposición, por lo cual están abiertamente empoderados en tiempos de pandemia).

La muerte de Miguel Lifschitz en Santa Fe obliga a reorganizar un partido impresentable desesperado por recuperar el poder perdido, tratando de armar alianzas que no tienen nada que ver con la ideología propia del socialismo (todo sea por ganar y si nos juntamos con los macristas no hay problema). Igual opinan muchos radicales, todo sea por aliar de un lado a los antiperonistas (como históricamente pasó muchas veces en la Argentina) y por el otro a los peronistas endemoniadamente populistas y endemoniadamente estatistas, y encima gremialistas…

Es verdad: los violentos se reflejan en el espejo del mundo y su rostro no es hermoso ni para ellos mismos. 

¿Existirá la certeza del amor, la certeza del entendimiento entre los seres humanos, logrado por los dolores, por sobre la sangre y por sobre los cristales quebrados?

Francamente lo dudo….

Lo dudo mucho…

Poco sabemos de Bolivia o de Venezuela en estos días aciagos en que los polvorines estallan en otros lados. Son “cortinas de humo” como se dice en el básquet. Los resultados de las últimas elecciones en Chile para la Convención Constituyente son una esperanza en este horizonte difícil. Las últimas presidenciales en Bolivia también. Habrá que ver qué podrán hacer. Con oligarquías fuertes y consolidadas gobernar es muy difícil. 

Pero el poder de la derecha avanza, si no es por las buenas, es por las malas, fusil en mano, como corresponde. Para que aprendan a no votar otra cosa.

No hay duda de que el sistema capitalista tiene un agotamiento y está condenado al fracaso. No hay ninguna duda…

El tema es que cada vez que ese fracaso se hace presente, el garrote vil del mínimo sector económico privilegiado, ejerce toda su fuerza sobre la mayoría de la población.