POR BERENICE DURÁN

Luego de una lucha que lleva años en nuestro país, se llegó al Congreso y se inició el debate sobre la despenalización del aborto. Se busca removerlo de la esfera penal y poder instaurarlo como parte de la salud pública y gratuita. Hoy en día, es la principal causa de la mortalidad materna y con su legalización se busca su reducción.

El martes 10 de Abril, en la Cámara de Diputados, se desarrolló la primera jornada de debate por la legalización del aborto. En ella participaron 32 oradores que fueron desde personajes del espectáculo, figuras públicas, especialistas, profesionales e incluso juristas, de los cuales 16 se presentaron a favor y los 16 restantes, en contra. El recorrido  y la coordinación estuvo  a cargo de Daniel Lipovetzky, actual Presidente de la Comisión de Legislación General de la Cámara Baja.

   “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal, seguro y gratuito para no morir” son los tres puntos que se discuten. Esto implica modificaciones tanto en la educación, como en el ámbito cultural. La educación sexual debe ser considerada parte del sistema de aprendizaje y debe ser inculcada desde la más temprana edad como en caso de los jardines donde los más chicos deberían aprender a respetar su cuerpo y el de los demás, los anticonceptivos, en todas sus variantes, deben ser proporcionados por las Instituciones de Salud Pública de forma gratuita y el aborto debe ser legal, seguro y gratuito para que todas las mujeres puedan acceder a él, no solo quienes tengan la posibilidad económica de hacerlo.La diferencia de clase divide a las mujeres entre aquellas que pueden pagar y abortar con todos los cuidados y garantías y las que ponen en riesgo su vida por no tener los recursos suficientes. Impedir su práctica, es una forma de violencia de género.

La mujer debe tener la capacidad y el derecho de decidir sobre su propio cuerpo y  la decisión de tener un hijo debe ser afrontada con responsabilidad y sobre todo con amor. Un hijo, cambia por completo desde lo más profundo, la vida de una mujer, y esta determinación no tiene que estar marcada por la moralidad de la sociedad, si no, más bien, por un deseo personal.

   Oradores como Marta Alanis de la Asociación de  Católicas y Feministas por el Derecho a Decidir, declaró en el recinto de la Cámara de Diputados: “Estamos a favor de la legalización del aborto porque las católicas también abortamos”; esto teniendo en cuenta, que muchas mujeres se proclaman en contra de su legalización en nombre de Dios y de la Santa Iglesia, siendo que ambas cosas no necesariamente van de la mano, no son una contradicción. Además afirmó: “Defendemos el derecho de las mujeres de decidir sobre su vida, no obligamos a nadie a que lo haga” aclarando que su legalización no lleva a que todas las mujeres vayan a hacerlo o tengan la obligación de hacerlo, sino que cada una sea libre de elegir sobre su propio cuerpo.Esto, asigna la posibilidad de llevarlo a cabo sin ser sentenciadas, sin ser penadas e incluso privadas de la libertad por no desear tener un hijo.

En la deliberación también se hizo presente el periodista y abogado Luis Novaresio, quién tuvo un cruce con la presidente de la Comisión, Carmen Polledo, y apuntó: “Carmen, no puede dejar que las mujeres se sigan muriendo. No puede imponerle al resto de las mujeres una posición ideológica. No puede seguir favoreciendo que las mujeres ricas accedan al Misoprostol y las pobres a la rama de perejil. No puede obligar a los que pensamos distinto a vivir en un sistema teocrático”.

El Misoprostol, es un fármaco que se introdujo por primera vez a finales de la década de los 80.En su origen, es un medicamento contra las úlceras pero usado principalmente para prácticas abortivas. A lo largo y ancho del mundo, miles de mujeres lo han utilizado teniendo entre un 75% y 85% de efectividad en los primeros tres meses de embarazo. Mientras que en los casos donde las personas se encuentran en situaciones más vulnerables y periféricas, se accede a prácticas aberrantes que ponen en altísimos riesgos la vida de ellas, como lo es el uso de la rama de perejil, perchas y cirugías en situaciones de completa clandestinidad.

Durante el año 2017, Socorristas  en Red- un grupo de mujeres que se autodefine como “feministas que abortamos” ofrecen acompañamiento a quienes deciden abortar y no tienen más opción que hacerlo en la clandestinidad- se contactó con 5.873 mujeres que requerían asesoramiento para interrumpir sus embarazos, 4.781 fueron acompañadas a abortar con medicamentos mientras que 161 realizaron una intervención práctica en sistemas de salud contemplada en el Protocolo ILE. Otras 22 mujeres fueron derivadas al sistema sanitario por presentar algún problema de salud, 49 fueron trasladadas para efectuar  un aborto quirúrgico por decisión propia o por una incompatibilidad con el uso de medicamentos. 112 mujeres tomaron la decisión de continuar con sus embarazos, 75 pasaron por un aborto espontaneo y 673 no volvieron a contactarse con el grupo.

Leonardo Caruana, Secretario de Salud Pública de Rosario, se sumó a los disertantes y aseguro que el acceso a los anticonceptivos más el acceso a los abortos seguros por salud pública, han dado como resultado cero muertes por abortos desde el 2012 en la ciudad de Rosario. En la provincia de Santa Fe, se aplicó a partir del 2013, siguiendo los pasos de Rosario, el protocolo de salud, comprando el Misoprostol como insumo para las entidades de salud pública y realizando la técnica de aspiración manual endouterino (AMEU). Esto debería ser aplicado en todo el país, en aquellos casos que legisla el artículo 86 del Código Penal de la Nación – si está en riesgo la vida de la mujer, si el embarazo proviene de una violación, si el embarazo proviene de un atentado al pudor sobre una mujer “idiota o demente”- pero aun así, muchas provincias optan por no acatarlo.

En el 2007, Ana María Acevedo de 19 años y madre de tres niños, murió en la ciudad de Santa Fe después de que seis médicos se negaran a realizarle un aborto terapéutico, ya que presentaba cáncer de mandíbula y no podía exponerse a los tratamientos de quimioterapia. En el 2006, había comenzado con un fuerte dolor de muelas y tras cinco de meses de atención odontológica, le detectaron un tumor en la zona maxilar que le fue extirpado en parte pero jamás le explicaron la gravedad del caso y que tendría que tomar los recaudos para no quedar embarazada. El 22 de febrero del 2007 tras la negación de un aborto por parte del Comité de Bioética del Hospital  Iturraspe, la madre de Ana María recorrió los tribunales para conseguirlo pero obtuvo solo respuestas negativas.Luego de una cesárea prematura, con sólo 25 semanas de gestación, nació la beba y falleció a las 24 horas. Un mes después fallecería ella.

El Gobierno de la Provincia de Santa Fe, reconoció su responsabilidad  sin recurrir a las instancias judiciales. Sin embargo, Ana María, fue víctima de una Estado negligente y de la presión de los sectores conservadores que todavía piensan que pueden decidir con su moral, sobre cuerpos y vidas ajenas.

El aborto existe desde los tiempos más remotos. Existe y va a seguir existiendo se legalice o no, sea gratuito o no. Lo que está en discusión no es por si o por no, porque como se sabe, existió siempre en todas las clases sociales. Lo que está en tela de juicio es su aprobación en cualquier centro de salud pública, para que toda mujer que decida interrumpir su embarazo antes de los tres meses de embarazo, puede hacerlo de forma segura. Cada 4 mujeres que llevan a cabo esta práctica, una muere. Legalizarlo forma parte de una construcción social más equitativa, con más sororidad, menos clasista y más humana.