Rosario, Santa Fe, febrero 2021.
Prólogo
“Desengañémonos: jamás han podido existir los estados, luego de que la corrupción ha llegado a pisar las leyes y faltar a todos los respectos. Es un principio que en tal situación todo es ruina y desolación, y si eso sucede a las grandes naciones, ¿qué no sucederá a cualquier ramo de los que contribuyen a su existencia?. Si los mismos comerciantes entran en el desorden y se agolpan al contrabando, ¿qué ha de resultar al comercio?; que se me diga, ¿qué es lo que hoy sucede al negociante que procede arreglado a la ley?. Arruinarse, porque no puede entrar en concurrencia en las ventas con aquellos que han sabido burlarse de ella”, le escribió Manuel Belgrano a Feliciano Chiclana el 5 de marzo de 1813.
Según Belgrano, “la repartición de las riquezas hace la riqueza real y verdadera de un país, de un estado entero, elevándolo al mayor grado de felicidad, mal podría haberla en nuestras provincias, cuando existiendo el contrabando y con él el infernal monopolio, se reducirán las riquezas a unas cuantos manos que arrancan el jugo de la patria y la reducen a la miseria”.
El 20 de junio de 2020, cuando se cumplieron doscientos años de la muerte de Belgrano en la miseria y el olvido, resultado de la proscripción política a la que lo sometieron por su apasionada lucha por enarbolar la bandera de la igualdad en la vida cotidiana de la gente de estos confines, miles de personas salieron con la bandera de Vicentin para que sea sinónimo a la histórica y porfiada existencia de aquel revolucionario.
En realidad la historia de Vicentin tiene que ver con la producción, el trabajo, la tierra, los puertos pero también con el contrabando, la corrupción, la desigualdad y los oligopolios.
No todos eran Vicentin ni mucho menos el directorio de la empresa tenía relación alguna con Belgrano.
Aquel 20 de junio, a doscientos años de la muerte de Belgrano, creer que su vida tuviera contacto con la familia fue una especie de segunda muerte de aquel desesperado abanderado por una Argentina con igualdad.
La historia de Vicentin sintetiza la evolución del capitalismo en Argentina y la provincia de Santa Fe en los últimos 92 años.
Un viaje que tiene distintas rutas, diferentes caminos.
Geografías que van desde el norte profundo santafesino, todavía desgarrado por el ecocidio de La Forestal, hasta las inimaginables postales de los paraísos fiscales, la banca suiza, las islas Vírgenes o las offshore panameñas.
Desde el mítico origen de un par de hermanos italianos que fundan un almacén de ramos generales muy cerca de la frontera con el Chaco en los tiempos de la “gran depresión” a los favores recibidos durante las dictaduras.
La desmotadora de algodón, la producción de aceite, el manejo de los puertos, la internacionalización de la firma y la financiarización de los negocios.
De una facturación de 4 mil millones de dólares a una deuda de 1.350 millones de dólares.
De un patrimonio neto de casi 500 millones de dólares a menos de sesenta millones de dólares.
Dieciséis empresas conforman el grupo Vicentin pero solamente se considera una sola, Vicentin SAIC, la que quedó en el concurso de acreedores abierto en febrero de 2020 luego de la declaración de estrés financiero, la cesación de pagos.
En el año 2009, Vicentin estaba en el puesto 29 entre las mil empresas que más facturaban en Argentina.
Diez años después, en el número siete.
La empresa que más creció durante el macrismo.
Y en ese período, entre 2015 y 2019, Vicentin fue para el gobierno de Macri lo que los frigoríficos fueron para la década infame y que luego fuera denunciado por Lisandro De La Torre en el Senado de la Nación y que terminara con el asesinato de Enzo Bordabehere el 23 de julio de 1935.
En esos cuatro años, Vicentin SAIC fue vaciada y las acciones, los dineros y las empresas fueron derivadas a Vicentin Family Group, en Uruguay y luego la ruta de la plata terminaba en “guaridas fiscales”, como dicen los fiscales que investigan, penalmente, las estafas cometidas por el directorio del consorcio en complicidad con funcionarios que colonizaron el estado a favor del saqueo contra el pueblo argentino.
Vicentin, con más de noventa años, desde adentro y desde afuera, fue utilizada para fugar capitales, lavar dinero, subfacturar exportaciones, sobrefacturar importaciones y liberar los puertos de acuerdo a los intereses de las empresas que apenas son inquilinos de estos lugares estratégicos y vitales para el corazón de la economía argentina.
Vicentín fue el lavadoducto del macrismo.
Veintisiete personas, ocho de ellas directivos de la empresas y diecinueve integrantes del Banco de la Nación y del Banco Central de la República Argentina, entre agosto de 2019 y enero de 2020, a través de 1.418 transferencias bancarias, les robaron al pueblo 791 millones de dólares.
Eso ya está comprobado en las causas penales que se mueven en forma paralela al extraño y curioso concurso preventivo de acreedores.
Por eso, más allá de las movilizaciones que se generaron en defensa de Vicentin y la propiedad privada bajo la consigna “Todos somos Vicentin”, los 28 créditos otorgados en el mes de noviembre de 2019 a los directivos de la empresa más las permanentes acusaciones surgidas de las investigaciones penales fueron generando una conciencia distinta: se puede defender la empresa pero no se pueden defender delincuentes de guante blanco.
Entendemos que es imprescindible tomar nota que Vicentín, de la mano del macrismo, fue la expresión más genuina de la financiarización de la economía.
La subordinación de la producción a los dictados de los grandes bancos internacionales.
El proyecto que quiso llevar adelante el terrorismo de estado con botas y que ahora fue posible gracias a los votos que ungieron un gobierno cómplice del saqueo, de la nueva etapa del saqueo contra nuestro pueblo.
Desaparecedores y fugadores, síntesis que no solamente sirve para calificar a las empresas del grupo surgido en Avellaneda, el norte santafesino, si no a gran parte del gran capital de la Argentina.
Pero además, detrás de Vicentin, entonces, hay tres temas estructurales de la Argentina: tierras, puertos y bancos.
¿Quiénes se favorecen con la riqueza de la tierra argentina, cada vez más concentrada en pocas manos?.
¿Qué entra y qué sale por los puertos argentinos y santafesinos?.
¿Por qué la democracia argentina, a punto de cumplir 38 años sigue funcionando con la ley de entidades financieras de la dictadura?.
Hacia el año 2019, Vicentin era la primera exportadora de cereales y derivados de la Argentina y, en forma paralela, la revista “Forbes” ubicaba a la familia, compuesta por casi 130 integrantes que se reparten en los clanes Vicentin, Buyatti, Padoán, Nardelli y Boschi, ocupaba el puesto 29 entre las 50 mayores riquezas del país. Su fortuna estaba valuada en 560 millones de dólares.
Cuando se declaró la cesación de pagos el 4 de diciembre de 2019, los principales acreedores particulares eran integrantes de la gran familia Vicentin.
El conglomerado, hoy al borde de la quiebra, tiene un grupo de trabajadores que llega casi a las 30 mil familias de manera indirecta, de acuerdo a lo que publica la propia página de la empresa Renova y según los números de sus directivos cuando hablan de cinco mil puestos de trabajo estable, aunque en los últimos informes hablen de menos de 1.300 empleados.
Este libro es apenas una aproximación a la historia de Vicentin, síntesis del gran capital argentino, siempre pendiente del estado en su peor versión. Lo necesita bobo y cómplice para que pague sus fiestas particulares, como sucedió en 1982 y 2001.
El discurso del actual directorio del grupo no quiere hablar del pasado. Prefieren el silencio que suele imponerse del lado de adentro de las familias para ocultar hechos pesados que todavía no fueron investigados por la justicia y de los cuales estas páginas intentan alertar como la participación activa en la represión ilegal antes y durante el terrorismo de estado y también la posible apropiación de bebés en los tumultuosos años setenta.
Aunque la deuda con el Banco Nación sea de 300 millones de dólares, fueron 791 millones los que los directivos de la empresa se llevaron del pueblo argentino entre agosto de 2019 y enero de 2020.
Ese dinero tiene que ser devuelto al pueblo argentino para terminar con las nuevas versiones de estado bobo y cómplice y también para que alguna vez vayan a la justicia los delincuentes de guante blanco.
“Vicentín. Desaparecedores y fugadores. Capitalismo argentino”, es una múltiple denuncia de la construcción de poder económico, político, cultural y educativo al servicio de un proyecto de minorías durante noventa y dos años.
También aquí encontrarán los tres informes que hemos tenido el privilegio de construir junto a las diputadas y los diputados que integramos la Comisión de Seguimiento del Caso Vicentin en la cámara de la provincia de Santa Fe, presidida por el peronista Luis Rubeo, cuyo desempeño ha sido notable e integrada por el reconocido Rubén Giustiniani (Igualdad), Mónica Peralta (GEN), Betina Florito (Somos Vida Santa Fe), María Laura Corgnialli (PS), Walter Ghione (Somos Vida y Familia), Oscar “Cachi” Martínez (Frente Renovador), Fabián Palo Oliver (UCR), Gabriel Chumpitaz (PRO), Agustín Bermúdez (Creo), Gabriel Real (PDP); más el excelente trabajo de la Directora General de las Comisiones, María Alejandra Pérez Ponce y la atenta lucidez de Gustavo Peters, como secretario de la Comisión.
Una Comisión que no solamente ha trabajado mucho si no que se ha convertido en la única institución estatal que sigue el caso de Vicentin con tres objetivos claros y concretos: mantenimiento de las fuentes de trabajo, presencia nacional en el estratégico comercio exterior de granos y saber dónde fue a parar el dinero que a través del grupo le fue sacado al Banco Nación y los productores.
Por eso el libro incluye un necesario prólogo a los tres informes de la Comisión, escrito por el presidente de la misma, Luis Rubeo y, por otra parte, cuenta con el formidable aporte de Rubén Giustiniani que traza paralelismo entre el contrato de YPF – Chevron con las maniobras detectadas en los últimos años en los manejos del directorio de Vicentin.
En esos tres informes de la Comisión, por otra parte, se resumen documentos oficiales que dan cuenta del resultado de una política que convirtió a Vicentin en una herramienta de la financiarización de la economía en complicidad con funcionarios corruptos, con el absoluto conocimiento del ex presidente de la Nación, el ingeniero Mauricio Macri.
Al mismo tiempo, estas páginas tienen el contenido de las revelaciones que nos fueron haciendo en los últimos años algunos integrantes de la familia Vicentin. Testimonios que permanecen en el anonimato por el expreso pedido de estas fuentes y que se ven reflejados en el epílogo del documento que hoy tienen en sus manos.
Es difícil imaginar el futuro de la Argentina en general y la provincia de Santa Fe, en particular, si no se recuperan los resortes básicos de la política económica para que las riquezas que produce el pueblo queden para la gente.
No hay poder económico sin impunidad política.
Eso buscan los ex directivos de Vicentin pero también aquellos funcionarios que desde el Banco Nación y del Central de la República Argentina fueron socios en el saqueo de casi 800 millones de dólares en menos de cinco meses.
También queda abierta la necesaria investigación sobre lo que entra y sale por los puertos de la provincia y del país.
La desarticulación del SENASA, a partir de varias resoluciones del macrismo desde enero de 2016, facilitó la subfacturación de exportaciones, la sobrefacturación de importaciones y también generó la multiplicación de denuncias sobre envío de sustancias ilegales y la recepción de armas en distintos lugares de la Argentina.
Empresas del grupo se hicieron cargo durante años de las terminales portuarias de Rosario y Reconquista, nada más y nada menos. Lugares que luego fueron motivo de noticias policiales a lo largo de las últimas dos décadas.
La rutilante aparición del grupo Glencore, denunciado por distintos delitos en diferentes países del mundo, que van desde el lavado de dinero, el contrabando, la contaminación ambiental y la violación a los derechos humanos y laborales, marca una de las consecuencias de lo que puede generar la desaparición de Vicentin.
Algunos de nosotros insistimos en hacer de Vicentin una empresa pública no estatal, con participación de los trabajadores, las cooperativas y los productores en su directorio, junto a un estado ágil y al servicio de los intereses de las grandes mayorías, la producción y el empleo.
Pero es fundamental hacer justicia.
Saber el destino del dinero y llevar a los tribunales a los responsables de esta nueva postal del saqueo contra el pueblo argentino.
Es imprescindible romper la rueda del proceso de concentración y extranjerización de riquezas para que de una vez y por todas reine la noble igualdad en el trono de la vida cotidiana argentina.
Con ese deseo, con esa pasión, presentamos este libro.
Gracias.