Por Carlos del Frade.
Santa Fe, junio de 2017.
Narcotráfico, poder y esperanza, es la síntesis de informaciones y notas producidas en el período que va entre junio de 2016 y junio de 2017.
Un panorama de lo que sucede en las principales provincias argentinas, fundamentalmente Santa Fe y que cuenta, en esta ocasión, con el aporte de dos excepcionales trabajadores de prensa de investigación, como son Daniel Enz y Juan Federico, que describen la realidad de Entre Ríos y Córdoba, respectivamente.
La palabra guerra apareció en el idioma castellano en el año 1037, y venía del germano werra, significaba discordia, pelea, tumulto, disturbios. Pero en el terreno del negocio del narcotráfico surgió con demoledora fuerza hacia finales de los años ochenta, durante la presidencia de Ronald Reagan que, justamente, le declaró la “guerra a las drogas”. Desde hace cinco años, sin embargo, las Naciones Unidas declararon que la “guerra” contra el narcotráfico está perdida porque, en definitiva, el negocio continúa. Que los castigados de siempre, la juventud de las periferias, serán las víctimas de esta guerra.
Con lo cual, la solución definitiva de la guerra contra las drogas fue más un parche que un punto final, sostienen los informes de las Naciones Unidas.
Pero en estas pampas que desafían la imaginación de los cronistas, en pleno tercer milenio, el parche de la guerra contra el narcotráfico se repite como si fuera una novedad.
Y la otra metáfora que surgió fue la “cancha embarrada”, término futbolero que remite a la cancha grande de la realidad, donde se mueve el mítico barro de la historia.
La dijo el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, cuando sostuvo: «Jugamos en una cancha embarrada, en la que juegan el narcotráfico y las bandas delictivas»
La etimología remarca que el término barro es una voz prerromana y surgió entre los años 1250 y 1280 como abreviación de jarro y tres años después de la conquista de América, en 1495, también empezó a definir a un grano en la cara.
El barro está adentro de la maquinaria del sistema, no está afuera. Ni el narcotráfico ni las bandas delictivas vienen de afuera de la cancha de la historia. Son parte del mecanismo del poder.
Las tres palabras, parche, guerra y barro, tienen una historia política poderosa no solamente en los atribulados arrabales del mundo que es la Argentina, sino también en diferentes latitudes.
Pero en esta repetida pose ante el negocio del narcotráfico y las armas, la llamada guerra termina siendo un parche y es en el barro de la historia del capitalismo de las últimas cuatro décadas, donde hay que identificar el origen del problema. El barro está en las entrañas del sistema y para terminar con el narcotráfico hay que construir otro tipo de sociedad, sin parches ni guerras, con valores concretos que hagan de la vida una celebración y no una pena impuesta contra los que son más.
Fuente: “Breve Diccionario Etimológico de la lengua castellana”, de Joan Corominas, Gredos, Madrid, 1997 – Gobierno de la Provincia de Santa Fe, 30 de agosto de 2016 – Diario “Clarín”, miércoles 31 de agosto de 2016 – Diario “La Capital”, miércoles 31 de agosto de 2016.
“…Yo hablé así: -Hermano, los cristianos han hecho hasta ahora lo que han podido, y harán en adelante cuanto puedan, por los indios. Su contestación fue con visible expresión de ironía: -Hermano, cuando los cristianos han podido nos han muerto; y si mañana pueden matarnos a todos, nos matarán. Nos han enseñado a usar ponchos finos, a tomar mate, a fumar, a comer azúcar, a beber vino, a usar bota fuerte. Pero no nos han enseñado ni a trabajar, ni nos han hecho conocer a su Dios. Y entonces, hermano, ¿qué servicios les debemos?…”, fue la respuesta del lonco Mariano Rosas a Lucio Mansilla, según su libro “Una expedición a los indios ranqueles”.
Según el llamado Informe Oficial de la Comisión Científica del Ejército Argentino, “el año 1879 tendrá en los anales de la República Argentina una importancia mucho más considerable que la que le han atribuido los contemporáneos… Ese acontecimiento es la supresión de los indios ladrones que ocupaban el Sur de nuestro territorio y asolaban sus distritos fronterizos: es la campaña llevada a cabo con acierto y energía, que ha dado por resultado la ocupación de la línea del Río Negro y del Neuquén”.
Agregaba que “se trataba de conquistar un área de 15.000 leguas cuadradas ocupadas cuando menos por unas 15.000 almas, pues pasa de 14.000 el número de muertos y prisioneros que ha reportado la campaña. Se trataba de conquistarlas en el sentido más lato de la expresión. No era cuestión de recorrerlas y de dominar con gran aparato, pero transitoriamente, como lo había hecho la expedición del Gral. Pacheco al Neuquén, el espacio que pisaban los cascos de los caballos del ejército y el círculo donde alcanzaban las balas de sus fusiles. Era necesario conquistar real y eficazmente esas 15.000 leguas, limpiarlas de indios de un modo tan absoluto, tan incuestionable, que la más asustadiza de las asustadizas cosas del mundo, el capital destinado a vivificar las empresas de ganadería y agricultura, tuviera él mismo que tributar homenaje a la evidencia, que no experimentase recelo en lanzarse sobre las huellas del ejército expedicionario y sellar la toma de posesión por el hombre civilizado de tan dilatadas comarcas.
“Y eran tan eficaces los nuevos principios de guerra fronteriza que habían dictado estas medidas, que hemos asistido a un espectáculo inesperado…No hubo una sola de esas columnas de exploración que no volviese con una tribu entera prisionera, y cuando llegó el momento señalado para el golpe final, no existían en toda la pampa central sino grupos de fugitivos sin cohesión y sin jefes…
“Es evidente que en una gran parte de las llanuras recién abiertas al trabajo humano, la naturaleza no lo ha hecho todo, y que el arte y la ciencia deben intervenir en su cultivo, como han tenido parte en su conquista. Pero se debe considerar, por una parte, que los esfuerzos que habría que hacer para transformar estos campos en valiosos elementos de riqueza y de progreso, no están fuera de proporción con las aspiraciones de una raza joven y emprendedora; por otra parte, que la superioridad intelectual, la actividad y la ilustración, que ensanchan los horizontes del porvenir y hacen brotar nuevas fuentes de producción para la humanidad, son los mejores títulos para el dominio de las tierras nuevas.
“Precisamente al amparo de estos principios, se han quitado éstas a la raza estéril que las ocupaba”, sostenía aquel documento que fundamentaba el motivo de aquella política de terrorismo de estado que fue la conquista o campaña del desierto.
No había desierto, construyeron el desierto.
Había familias enteras, las desaparecieron.
Convirtieron a la isla Martín García en un gran campo de concentración.
Fue la llamada Conquista o Campaña del Desierto.
Ahora, hace algunos días, el 15 de septiembre de 2016, el Ministro de Educación, en las tierras patagónicas de Río Negro, Esteban Bullrich, se mostró eufórico al recordar aquella política de terrorismo de estado: “Esta es la nueva Campaña del Desierto, sin espadas, con educación”.
-Bajo ningún concepto puede aceptarse que un crimen de lesa humanidad pueda ser utilizado como metáfora para referir a una política pública. Esto supone o bien una supina ignorancia e indiferencia ante la historia de nuestro pueblo, o bien una propuesta educativa, en este caso, que comparte los lineamientos principales con aquello que se compara – sostuvo un grupo de becarios, investigadores, docentes y personal del Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio de la propia Universidad Nacional de Río Negro y del CONICET.
“Usted habla de hacer una “nueva campaña” con la educación, desconociendo que ha sido precisamente el sistema educativo en nuestro país un responsable directo de que los prejuicios y discriminaciones se hayan perpetuado, construyendo a los pueblos originarios como “salvajes”, “extranjeros” y “ladrones”, y a la región en que vivimos como un “desierto”, remarcaron.
El problema abierto es que Bullrich expresa una manera de pensar la política del estado del presente. Aquella construcción del desierto a partir del terrorismo de estado sirvió para extranjerizar tierras y contraer nuevos servicios de deuda externa que sirvieron para muy pocos. La nueva campaña del desierto del ministro de Educación, ¿pensará algo muy diferente a aquella matriz impuesta?.
Mientras tanto, el mayor símbolo del poder económico en la vida cotidiana, Julio Argentino Roca, nos mira desde el billete de cien pesos, marcando su inalterable vigencia.
Fuentes: “Clarín”, viernes 16 de septiembre de 2016 – “Una expedición a los indios ranqueles”, de Lucio V. Mansilla – Informe Oficial de la Comisión Científica del Ejército Argentino, 1881.
“La población en prisión por delitos relacionados con drogas se ha duplicado en los últimos años: en 2002 había 3.271 personas en esa situación y en 2013 llegaron a ser a 6.979. Este crecimiento, del 113%, es muy superior al de la población general, que solo fue del 39% en el mismo período. Así, este tipo de delitos pasó a representar más del 10% de las personas en todas las prisiones del país. Ese aumento coincide con la implementación de la reforma conocida como “desfederalización”, vigente en la provincia de Buenos Aires a partir de 2005”, dice el excelente estudio: “La estrategia fallida. Encarcelamientos por delitos relacionados con estupefacientes en la Argentina”, de Alejandro Korda, presentado en marzo de 2016.
Sostiene, además, que “al igual que en estudios anteriores, se advirtió que en esta población se registran grupos de personas en distintas situaciones de vulnerabilidad, en ocasiones superpuestas, en una proporción mayor que en otros casos. Se confirmó la gran cantidad de mujeres que se encuentran en prisión por delitos relacionados con drogas y que muchas de ellas eran jefas de hogar con varios hijos e hijas a cargo”.
Korda señala con acierto que “también merecen ser repensadas las prácticas de las agencias penales, para que los esfuerzos de aplicación de la ley penal recaigan sobre los actores que más capacidad de daño tienen. En este sentido, la estrategia de acentuar esa actividad sobre los actores menores, como consecuencia de la aplicación de la desfederalización, distrae recursos en este sentido, además de agravar la situación de poblaciones en situación de vulnerabilidad”, apunta la investigación que merecería tenerse en cuenta en las provincias argentinas cada vez más preocupadas en presentarles a sus pueblos una mayor acción de mano dura contra los sectores vendedores de estupefacientes en los barrios por encima de cualquier otra decisión de atacar a los que lavan dinero o lo invierten en sustancias o materias primas básicas.
Una vez más la idea de desfederalizar el delito del narcotráfico y aplicar la teoría del narcomenudeo parecen multiplicarse en el territorio argentino.
El 26 de septiembre pasado, por ejemplo, la socióloga Laura Etcharren y el comisario Francisco Salcedo, jefe de la policía antinarcotráfico de Córdoba, fueron recibidos por el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, varios de sus ministros y los integrantes de la Comisión Provincial de Seguridad.
Las recientes movilizaciones de más de veinte mil personas en la ciudad de Rosario reclamando mayor celeridad en la justicia y una efectiva seguridad, derivó en el pedido desesperado al gobierno nacional del envío de fuerzas federales, un paquete de 52 modificaciones al Código Penal Provincial con una clara decisión de endurecer medidas y castigos, el asesoramiento de los carabineros chilenos y el impulso de la adhesión a la ley de narcomenudeo. Un paquete de acciones que buscan responder a esas movilizaciones más que garantizar una sociedad mejor donde sea posible un servicio público de seguridad que ofrezca tranquilidad en la vida cotidiana.
Los invitados, entonces, desplegaron sus conocimientos y fueron enfáticos en defender los efectos de la aplicación de la ley de narcomenudeo.
Sin embargo, el propio gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, el pasado 7 de mayo de 2016, sostuvo que “cuando el narco paga la consulta del médico, la internación, el sepelio, un electrodoméstico, la fiesta de quince, se transforma en líder social y ha sustituido al estado como vertebración de la sociedad. La droga nos está manejando algunos barrios y la existencia de la droga como un problema social gravísimo está haciendo que los delitos sean más violentos, por eso es importante encarar la lucha contra la droga dentro del programa de lucha contra la inseguridad”, dijo.
Los especialistas cordobeses en narcomenudeo no supieron cómo explicar por qué el gobernador dijo semejante confesión y, en forma paralela, ellos sostenían la maravilla que resultaba de la aplicación del narcomenudeo.
En varias provincias argentinas, no importa que las cárceles se llenen de pibas y pibes pobres y que los verdaderos organizadores, inversores y ganadores del narcotráfico sigan impunes y aumentando sus ganancias. Lo único que importa es dar respuestas mediáticas para los que se movilizan pidiendo seguridad. Mano dura y mostrar profesionalismo y cuerpos temibles como los carabineros. El sistema, lógicamente, agradecido.
Fuentes: “La estrategia fallida. Encarcelamientos por delitos relacionados con estupefacientes en la Argentina”, de Alejandro Korda, presentado en marzo de 2016; “Geografía narco. El negocio del sistema”, del autor de la presente nota; Reunión de la Junta Provincial de Seguridad de Santa Fe, viernes 23 de septiembre de 2016 en el salón Rodolfo Walsh de la casa de gobierno en Rosario.
-No ahorre sangre de gauchos, es lo único de seres humanos que tienen – escribió Domingo Faustino a Bartolomé Mitre en relación a las montoneras del Chacho Peñaloza. “Guerra de policía” fue la consigna. Los trataron de delincuentes. El proyecto del mitrismo, relaciones carnales con el imperio británico, necesitaba de provincias domesticadas y por eso intervino seis de ellas dejando un saldo de cinco mil desaparecidos, como le escribió el entonces gobernador de Santa Fe, Nicasio Oroño. Los encargados de la guerra de policía, los que llevaban el orden y la seguridad del régimen, eran tropas del gobierno federal conducidos por oficiales sanguinarios, expertos en el cepo y la tortura.
La provincia de Santa Fe, un siglo y medio después, acaba de recibir la “ayuda” del gobierno nacional con el desembarco de gendarmes, policías federales y prefectos. Bajo la excusa de imponer seguridad, once ciudades del segundo estado argentino, estarán bajo la supervisión de las fuerzas federales, comandadas por el oficial Claudio Brilloni, nada menos que un niño mimado de la DEA y actual titular del Proyecto X.
Cuenta el periodista Walter Goobar que en febrero de 2006, la DEA planificó una entrega de casi 190 kilogramos de cocaína a narcos que operaban en el barrio de Congreso, en Capital Federal. El hombre elegido por los norteamericanos para supervisar la maniobra era el comandante Brilloni.
“El King Air aterrizó, minutos antes de las 14 del 3 de febrero, en el aeropuerto de San Fernando, donde fue recibido por el comandante principal de Gendarmería Claudio Brilloni, que estaba a cargo de la supuesta “entrega vigilada”. Creyeron que la zona estaba despejada pero no se dieron cuenta de que otro organismo de seguridad, la Policía de Seguridad Aeronáutica, estaba filmando toda la operación. “Por las dudas y porque todo me olía mal de entrada y era previsible algún desastre”, explicó a esta revista una fuente de ese organismo. Mientras la Gendarmería trasladaba la droga desde el aeropuerto a su base de operaciones, el agente encubierto peruano que además era informante de la DEA y un agente encubierto argentino (necesario para poder judicializar el caso) tomaron contacto con los narcos para concertar la entrega. Aquí las versiones se bifurcan. La Gendarmería afirma que pidió demorar la entrega un día porque les faltaban datos de las escuchas telefónicas.
También propusieron abortar la operación “porque trabajaban sobre el límite máximo de riesgo”. Pero el juez denegó el pedido aduciendo que corría peligro la familia del encubierto peruano que estaba amenazada de muerte por los narcos. La Gendarmería propuso hacer “una entrega sucia”, es decir, sustituir la droga por una sustancia falsa, pero el fiscal Carlos Rívolo rechazó la propuesta argumentando que eso invalidaría la causa”, dice Goobar en su excelente nota “Magia blanca”.
No hubo narcos detenidos, al contrario, el cargamento se perdió bajo la supuesta atenta y profesional mirada de Brilloni, la DEA y la justicia federal argentina.
-Esto no es un operativo de la DEA, a nosotros no nos robaron la mercadería. El operativo lo manejaba Gendarmería. Nosotros sólo hacíamos apoyo técnico porque no estamos acreditados en la Argentina para hacer ese tipo de trabajo – le dijo un integrante de la DEA al periodista.
Terminaba diciendo la nota que “el juez abrió una investigación en la que debería también investigar su propia actuación. Ninguno de los gendarmes que participó del operativo está suspendido o investigado. Y la droga se esfumó”, apuntó Goobar.
Brilloni, el titular del Proyecto X surgido durante el kirchnerismo para espiar a las organizaciones sociales, vuelve a Santa Fe después del escandaloso operativo conjunto que intentó capturar a los tres buches de La Bonaerense escapados del penal de General Alvear a fines del año pasado. Ahora comanda la fuerza de ocupación que supuestamente le dará seguridad a los atribulados habitantes de las principales ciudades santafesinas.
Brilloni, amigo de la DEA, responsable del Proyecto X, tiene más que ver con un proyecto de control social que de bienestar y seguridad.
El Plan Colombia, versión argentina, ya tiene a uno de sus principales actores sobre el escenario, se llama Claudio Brilloni .
Pero el guión viene de lejos, de aquella guerra de policía contra los gauchos que buscaban un país hecho desde adentro y no impuesto desde afuera.
Los nuevos sarmientos le escribirán a Brilloni, “no ahorre sangre de pibes pobres, es lo único de seres humanos que tienen”. Algo de eso empezó, en estos días, en la provincia de Santa Fe.
Fuentes: “Magia blanca”, de Walter Goobar, revista Veintitrés, marzo de 2006 – “La izquierda diario”, nota de Cecilia Rodríguez, jueves 30 de septiembre de 2016.
“Tucumán en alerta por los suicidios de adolescentes. Una provincia movilizada tras la muerte del cura Viroche. Son jóvenes adictos que se ahorcan en medio de la depresión que les genera el consumo. En Costanera, el barrio “cuna” de la pasta base, hubo diez casos en menos de dos años”, dicen los diarios del tercer fin de semana de octubre de 2016.
La tierra del azúcar parece volverse amarga por el regreso del mito de El Familiar, la bestia que vivía en el interior de los grandes ingenios y que todas las noches se tragaba la existencia del obrero más rebelde. Un monstruo al servicio de los patrones. El Familiar fue institucionalizado a partir del genocidio iniciado el 24 de marzo de 1976. Hoy la bestia parece haber regresado y desafía al poder de la democracia que en diciembre cumplirá treinta y tres años, los mismos que vivió el revolucionario de Galilea. Y la señal del regreso de otro familiar parece haber sido la extraña muerte de un sacerdote que intentaba caminar por el sendero de aquel insurgente crucificado.
“La muerte del padre Juan Viroche es la muestra de hasta qué punto llega el apriete de las bandas del crimen organizado”, dice el obispo de Gualeguaychú, Jorge Lozano, también presidente de la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Argentina.
“También es un mensaje para el Estado. Estas bandas criminales pretenden desplazar al Estado de derecho. Y muchas veces lo logran. Imponen por la fuerza sus códigos reemplazando las leyes y deciden quién sí y quién no en la circulación, la asistencia sanitaria, educativa; quién vive y quién muere. Es un atropello contra la democracia. Nadie los votó, pero deciden y “gobiernan” igual. Son como “poderes de facto” que enlutan la Patria. Hace años que desde diversos lugares y actores sociales lo venimos señalando”, agregó Lozano.
Esas bandas criminales que se tragan la vida de los pibes en Tucumán recuerdan a El Familiar.
Pero Lozano habla de poderes de facto.
En la causa conocida como “Los Monos”, en la resolución de febrero de 2014, el juez provincial de Santa Fe, Juan Carlos Vienna, dice que la organización creó un “gobierno de facto” en la zona sur de Rosario luego de usurpar las casas de los que debían irse con motivo de la construcción del más espectacular casino de Sudamérica, el “City Center”, propiedad de Cristóbal López, el otrora poderoso empresario kirchnerista. El intendente de Rosario era el actual gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz.
Nunca dijo nada al respecto.
Pero en las últimas horas tuvo que hablar como gobernador: “En lo personal obviamente no comparto la decisión que han tomado estos ex ministros (de las gestiones de Hermes Binner y Antonio Bonfatti) de asumir la defensa de personas que están imputadas en caso de lavado y defraudación. Por supuesto que desde ámbito profesional esto se puede entender, pero no desde la ética política…Tenemos que estar de un lado o del otro en la lucha contra el narcotráfico, la violencia y la corrupción, en todas sus formas y todos sus niveles”, dijo Lifschitz, el mismo ex intendente que nada dijo del gobierno de facto constituido por Los Monos.
El miércoles 12 de octubre fueron allanados 21 lugares céntricos rosarinos e imputados una docena de profesionales por estafas cercanas a los 50 millones de pesos. Los ex ministros de justicia y derechos humanos de las primeras gobernaciones socialistas de la provincia, Héctor Superti y Juan Lewis, asumieron la defensa de algunos de esos presuntos timadores.
Los gobiernos de facto, tanto en Tucumán como en Rosario, solamente pueden ser posible por el lavado de dinero que se hace en la geografía del privilegio de las principales ciudades, intereses que, de alguna forma, siempre tendrán vinculaciones con nichos corruptos de los tres poderes de la república que no es.
Las andanzas del nuevo familiar tienen los protectores de siempre, los profesionales amigos del poder.
Las víctimas, también como siempre, están en los barrios y son jóvenes menores de treinta años.(continuará)
Fuentes: Diario “Clarín”, domingo 16 de octubre de 2016; “Los poderes de facto del narcotráfico”, Conferencia Episcopal Argentina; Diario “El Litoral”, Santa Fe, sábado 15 de octubre de 2016; Diario “El Ciudadano & La Región”, Rosario, domingo 16 de octubre de 2016.