Retomando aquellas palabras de un viejo psiquiatra, ya fallecido, quien decía que “la escritura cura”, quiero aprovechar este espacio para proponer un camino de reflexión y agradecimiento hacia la poesía.

En un discurso titulado “La Soledad de América Latina” con el que Gabriel García Márquez recibió el Premio Nobel de Literatura, en 1982, en Suecia, el gran Gabo dice: “En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte”.

Nadie niega que la escritura tiene un poder de catarsis (hacer consciente lo inconsciente) impresionante en lo que a salud mental se refiere. De hecho, cualquier expresión de tipo artística tiene un poder catárticorespecto de las angustias fantasmáticas del sujeto y le permite, a través de otra vía, expresar lo que con palabras es imposible de ser dicho.

En “Conversaciones sobre el arte y la locura”, Enrique Pichón Rivière sostiene: el objeto de arte recrea lo estético, lo maravilloso, burlando a lo siniestro y a la muerte”. “Un verdadero artista logra, tras una elaboración consciente de la inconsciente presencia de lo siniestro, transmitir al espectador, en lo objetivado, una realidad particular de armonía y de movimiento, con un plan y una estrategia bien definidos”.

Esto no sucede, agrega Pichón Rivière, en el arte patológico: el artista alienado no busca espectador, no tiene un mensaje bien definido ni tampoco un canon estético propio. Se aproxima al automatismo, a la imaginería psicótica. El artista alienado trata de reparar el objeto destruido por la depresión propia de la enfermedad. No busca comunicarse con ningún público. Trata de reconstruir su propio mundo, su propio yo, partiendo de objetos que su misma enfermedad (psicosis) ha destruido.

No obstante esto, grandes artistas como Van Gogh, Antonin Artaud o elMarqués de Sade, en su momento fueron privados de libertad en tanto pacientes dementes. Sin embargo, si uno estudia su producción, observará que sí hay un canon estético coherente y persistente en toda la obra, tanto la literaria como la pictórica. Esto sucede porque si bien eran personas con graves problemas de salud mental, sí fueron artistas consumados, lo que ocurre es que no respondían a los cánones oficiales del arte de su época.

Van Gogh siempre fue considerado un loco y su arte fue despreciado mientras él vivió, en tanto hoy por hoy es el artista que más cotiza en el mercado mundial del arte. Vivió y murió en la pobreza más miserable. Durante toda su vida nunca pudo vender un cuadro.

Esto ocurre cuando un artista verdadero no responde al canon oficial de arte del momento (lo que el mercado del arte considera arte, lo que los marchands buscan para vender).

La poesía es el arte de hacer música con las palabras, intercalando el sonido de las mismas con los silencios, utilizando únicamente como instrumento el más antiguo de todos: la voz.

Desde tiempos inmemoriales las mujeres acunaron a sus hijos con una cadencia dulce y melodiosa para que durmieran… Desde siempre los niños cantan en los jardines al compás de las palmas y las abuelas cantan a sus nietos nanas, adivinanzas, canciones de cuna…

La voz humana es única: tiene un timbre, un tono, un ritmo y una potencia que la hacen única. La maternalización de los niños la hace la madre a través de su voz, sus caricias, sus mimos, su ritmo y tono de hablar y el sonido de su voz es distinguido por el bebé desde etapas intrauterinas.

El niño reconoce las voces de su núcleo familiar primario y las diferencias de volumen, tono y ritmo de las mismas. De ahí la importancia de no tener discusiones a los gritos ni violentas cerca de los niños. De ahí la importancia de dar en adopción antes de los 5 años… La vivencia de cualquier situación de este tipo es muy traumática para el bebé o niño…

La palabra es dada por la madre y tomada por el niño, en relación a su voz… El niño puede sentir la angustia en la voz de la madre incluso si ésta trata de disimularla… Las mujeres transmiten la lengua materna y a través de esa lengua la cosmovisión de una cultura. Las mamás jóvenes que trabajan dejan los niños al cuidado de nanas o niñeras que son las que formatean al niño según su propia cultura. En etnias indígenas es habitual que la abuela materna sea la que enseñe la lengua indígena y la mamá la que enseñe el español. José María Arguedas, “El Amauta”, quedó huérfano de madre a los dos años y fue criado por sirvientes quechuas, lo cual le permitió saber mucho más de la cultura quechua (sin ser indígena) que de la peruana. Aprendió el español con la escolaridad, recién a los seis años.

Las nanas o canciones de cuna son transmitidas intergeneracionalmente entre mujeres y llevan en sí toda la cultura de un pueblo… la poesía de esas nanas es básica y mínima pero tiene toda la dulzura del mundo… significa la entrada de ese bebé en esa cultura y su proceso de desarrollo en ella.

El sonido de las palabras de los versos va construyendo y dando forma al silencio que es quien estructura definitivamente cada poema. El sonido de las palabras es el que estructura el ritmo, la cadencia y la melodía de cada poema. Escribir poesía permite decir de otra forma cosas que sino, no se podrían decir. Buscar sonidos que rimen o estén articulados, buscar sentido en esos sonidos es un trabajo que toca los bordes de la filosofía más pura y de la estética más precisa.

Se puede escribir poesía con un sentido ético, estético, artístico o terapéutico. La palabra sale y dice, la palabra escrita sale más fácil que el insight en la sesión del consultorio. La escritura poética convoca y dice más que toda la prosa del mundo. Hacer poesía es hacer catarsis con los traumas, los fantasmas, las angustias de muerte y despedazamiento de uno mismo y de los otros objetos. La poesía se hace, se construye entre todos, luego se puede decir, desdecir, retrabajar, borrar, agregar, etcétera. Tiene un efecto terapéutico tanto en quien la hace y dice como en quien la escucha, convoca una comunión de espíritus en una tarea que es única, múltiple y diversa.