El 20 de junio se cumplió un año de la movilización, en distintos lugares del país pero especialmente en Avellaneda y Reconquista, norte profundo de la provincia de Santa Fe, bajo la consigna “Todos somos Vicentin”.
Lo que sigue es una serie de tres notas que forman parte de otros tantos capítulos de nuestro libro “Vicentin. Desaparecedores y fugadores. Capitalismo argentino” y que sirven para intentar conocer algo del multifacético mundo de un consorcio de muchas empresas que hasta el día de hoy se desconocen en su totalidad.
Para nosotros es fundamental la continuidad laboral, la recuperación del dinero fugado y la presencia nacional en el comercio exterior de granos a través de una Vicentin que funcione como empresa pública, con mayoría estatal por la fenomenal deuda que tiene el grupo con el Banco Nación más el aporte privado de cooperativas, trabajadores y productores.
39 minutos
Miles y miles de personas, durante años, inician el peregrinaje por las oficinas del Banco Nación en cualquier ciudad de la enorme geografía argentina.
Buscan un crédito para tener su casa o para otras urgencias que hacen a lo básico de la vida.
No es un viaje sencillo ni rápido.
Demora años.
Cada una de las personas que tengan la gentileza de asomarse a estas líneas podrán dar cuenta de ejemplos varios al interior de sus familias o entre sus relaciones.
Sin embargo, como tantas veces se dijo en esta columna, en el trono de la vida cotidiana argentina no reina la noble igualdad si no todo lo contrario.
El 8 de julio de 2020, el fiscal Gerardo Pollicita hizo público un documento que muestra la facilidad con la que algunos directivos de la empresa Vicentín accedían a los créditos del Banco Nación, del banco del pueblo argentino.
Dice el texto en su página 24: “Por último, el 26 de noviembre de 2019, los funcionarios del Banco de la Nación Argentina -Bled, Tortul, Testa, Moschini y González- en menos de una hora -entre las 10.38 y las 11.17- y a pedido de los empresarios Herman Vicentín y
Máximo J. Padoán, le concedieron a la firma Vicentín un nuevo crédito por la suma de USD 6.000.000”, sostiene la letra del documento.
Herman Vicentin nació el 21 de septiembre de 1937 y en el año 2018 recibió el premio “Konex” como referente del empresario dedicado al agronegocio.
Máximo Padoán, uno de los hijos del “Beto” Padoán, tuvo la organización de su segundo casamiento en manos de la conocida “weeding planner” Bárbara Diez, esposa de Horacio Rodríguez Larreta.
Esos contactos con el mundo político y artístico se hicieron frecuentes a partir de 2003 cuando se inauguró la oficina en el último piso del edificio inteligencia de la Bolsa de Comercio de Rosario y había destinado un millón de dólares por año a contratar al afamado cocinero Gato Dumas o aparecer en el programa de Mirtha Legrand.
Herman Vicentin y Máximo Padoán, aquel 26 de noviembre de 2019, en solamente 39 minutos se llevaron seis millones de dólares del Banco Nación, del pueblo argentino.
No todos somos Vicentin
El contraste con el tiempo que deben esperar miles y miles de familias en Argentina explica la impunidad del privilegio en un país de robusta desigualdad.
39 minutos les llevó a los directivos de Vicentín quedarse con 6 millones de dólares del pueblo argentino.
En realidad, durante noviembre de 2019, la empresa tuvo 28 créditos por más de 105 millones de dólares.
Una obscenidad
Pero hay otras postales que revelan la sangre y revuelven los fantasmas de distintas generaciones argentinas que pelearon por cuidar el patrimonio de las grandes mayorías.
Fragmentos de un siempre renovado estatuto legal del coloniaje, de una crónica interminable de saqueo o robo de bienes públicos a favor de un selecto grupo de privilegiado.
“…Lo expuesto demuestra que durante el mismo período en el que la firma Vicentín tenía deudas vencidas con el Banco de la Nación Argentina, el dinero para cobrar dichas deudas se encontraba a resguardo del banco en dos cuentas específicamente creadas ante un eventual incumplimiento, sin embargo los funcionarios del Banco de la Nación Argentina a pedido de los empresarios, decidieron liberar 43.449.104.966 pesos – 41.592.204.966 pesos de la cuenta de cobranzas en el exterior y 1.856.900.000 pesos de la local – movilizándolo, hasta el día 3 de diciembre inclusiva, hasta una cuenta corriente de la firma Vicentín que no poseía ninguna limitación, lo que le permitió a estos últimos disponer de los miles de millones de pesos que garantizaban los préstamos, burlando de tal forma, toda posibilidad de cobro por parte de la entidad bancaria.
“En efecto, como se verá a continuación, una vez que los fondos se encontraban en la cuenta corriente de la firma en la misma entidad, los titulares de la firma Vicentín usaron parte del dinero para pagar gastos de la firma -tales como proveedores, impuestos, salarios- pero otra parte significativa de los fondos eran transferidos mes a mes a “cuentas propias” que la firma mantenía en otros bancos, por lo que el destino final de estos últimos resulta de momento desconocido”, dice el escrito del fiscal federal.
El dinero del pueblo argentino iba a parar a una cuenta que tenía Vicentín sin “ninguna limitación” y desde allí, los señores empresarios, hicieron 1.418 transferencias a cuentas propias entre agosto de 2019 y enero de 2020.
Dinero del banco público para cuentas propias.
Un robo descarado al pueblo
En la página 50 se informa que “de los casi de 800 millones de dólares y más de 2.000 millones de pesos que el Banco de la Nación Argentina a lo largo del período agosto a diciembre de 2019 tuvo en las cuentas en garantía de las deudas de Vicentín, al momento en que se efectuó la afectación de los fondos sólo se hallaron en las cuentas apenas poco menos de 8 millones de dólares, lo que demuestra la magnitud del daño ocasionado al patrimonio del Banco de la Nación Argentina”, dice Pollicita.
Parecen los escritos de la década del treinta del siglo pasado, cuando los bienes del pueblo eran ultrajados desde el interior del estado.
Son, sin embargo, hechos del pasado reciente que tienen alto impacto en miles de familias en el presente.
Detrás de estos números y afirmaciones, la cuestión pendiente es resolver si siempre las mafias le ganarán a la democracia.
Una respuesta que, otra vez, dependerá del protagonismo de los que son más en estos atribulados arrabales del mundo.
Fuente: Requisitoria del fiscal a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Federal número 11, Gerardo Pollicita, del 8 de julio de 2020.