EL SECRETO MEJOR GUARDADO DE NICOLÁS FRANCO
Nicolás, el más discreto de los hermanos de Francisco Franco, fue al comienzo de la Guerra Civil uno de sus colaboradores más cercanos. Desde esa posición de privilegio y arrastrado por su ambición y su gran interés por temas ocultistas (sobre todo, los relacionados con la alquimia), permitió a un personaje de los excéntricos acceder al círculo próximo del Generalísimo y ganarse la confianza de muchos responsables del Cuartel General de Salamanca.
Este personaje es otro ocultista del destino humano que juega con las mentes y ciencias oscuras, dedicado-como otros- a manipular tanto a líderes como tiranos que, a lo largo de la historia influyeron para cambiar la historia de la humanidad.
Ejemplo autóctono, es el de Perón y José López Rega (El brujo), un seudo alquimista del ocultismo y criminal encubierto responsable de muchos hechos de sangre a lo largo de su poder a espalda del líder Justicialista.
Otros casos de manipuladores oscuros, fue el del Zar Nicolás II y Rasputín el monje negro que manipuló el poder del mismo y su familia con magias y videncia; Hitler y sus astrólogos y magos como Karl Ernst Krafft, que fue astrólogo y grafólogo de Hitler y su séquito de la maldad fue el que le advirtió de un atentado en la cervecería de Múnich donde Hitler salió ileso.
Asimismo, tenía a su merced a Erik Jan Hanussen, un famoso ocultista y astrólogo que conoció a Hitler cuando no era nadie y tenía un movimiento político minoritario pero lo sedujo cuando le anunció que dentro de unos años sería el dueño del poder absuluto en Alemania .
Este personaje que incomodó a ciertos sectores del círculo íntimo de Hitler fue finalmente asesinado en 1933 posiblemente por un grupo de hombres de la SA. El mismo patrón de magos, astrólogos y videntes lo tenía :W.Churchill, como Louis de Wohl que fue un vidente y astrólogo muy importante en el círculo de poder del ministro W.Churchill Le anunció al primer ministro que Hitler estaba dando malas decisiones y que tendría un atentado contra la vida del Führer.
Alejandro Magno consultaba el destino de sus conquistas al Oráculo de Delfos En el Caribe, Trujillo tenía a brujos y videntes para tomar decisiones sangrientas. En el siglo XXI tenemos la tecnología informática como los nuevos oráculos de destinos sin sangre, pero de alta siniestralidad en un mundo donde el Dios del dinero es el artífice de las aberrantes atrocidades sobre la humanidad.
Ahora nos encaminamos-por lo visto- a tener nuestro propio dictador con pitonisa consanguínea.
También podemos sumar a Maduro y Putin, dictadores cibernéticos de las redes sociales : el HOMO VIDEN,o mejor dicho los nuevos brujos de este siglo XXI.
Regresando al tema que nos compete, esta fue una presentación apasionada pero con un fin único conocer a estos aventureros de lo oculto y el caso de Nicolás Franco es apasionante e increíble de esa España en llamas. Por esa razón nombré a estos personajes que manipularon a muchos individuos a lo largo de la historia humana, y el hermano de Francisco Franco no fue la excepción.
ENTRE EL FRAUDE Y LA MAGIA OCULTISTA
Además de atraer a idealistas de ambos bandos, la Guerra Civil española abrió las puertas a una galería de aventureros sin escrúpulos, personajes que como en todas las contiendas buscaban sacar partido de la tragedia. Entre estos buscavidas hubo un nombre caído completamente en el olvido y que se arriesgó en un peligroso doble juego en el que se mezclaron la magia, el fraude y el espionaje.
SARVAPALLI- HAMMARALT
En un principio, el hindú Sarvapoldi – o Sarvapalli- Hammaralt fue uno más de los oscuros personajes que se presentaron ante el Cuartel General de Franco en Salamanca con propuestas o peticiones peregrinas con las que negociar con el banco sublevado. Su única carta de presentación era haber llegado a España procedente de la Alemania nazi, y la razón que alegó para ser recibido era poseer los medios necesarios para lograr que la victoria se decantase del lado franquista. Por pretencioso que pudiera parecer este argumento, sirvió para que se le abrieran de par en par las puertas que le permitieron acceder al círculo próximo a Franco.
El encargado de recibir a Hammaralt fue Nicolás, el hermano mayor del general, que se ocupaba de filtrar este tipo de peticiones y lidiar con todos aquellos que solicitaban audiencia con el proclamado Caudillo. Durante el encuentro entre ambos, acaecido a principios de 1937, se contó con la ayuda de un oficial de Estado Mayor que hacía de enlace con los militares alemanes de la Legión Cóndor y que ejerció de intérprete. Hammaralt comenzó la entrevista con un golpe de efecto que dejó impresionado a Nicolás Franco. Sin más preámbulos, se ofreció a proporcionar todo el oro que el bando sublevado pudiera precisar para financiar la campaña militar y alcanzar un rápido triunfo en la contienda.
Tras esa impactante propuesta, Nicolás sonrió irónico y le miró incrédulo, preguntándose directamente dónde tenía todo ese oro del que hablaba. El hindú mantuvo la calma y respondió con voz firme que él no poseía ningún tesoro, para aclarar a continuación que lo que realmente les ofrecía era la oportunidad de fabricar todo el oro que pudieran necesitar mediante una fórmula que solo tenía efecto si se aplicaba para servir a los fines de una causa santa y justa, como la que según él, defendían los militares sublevados.
Imaginamos la cara de sorpresa de Nicolás Franco al escuchar las rotundas palabras de Hammaralt. Pero, por increíble que pueda parecernos la oferta del personaje, más propia del argumento de un cuento infantil que de una historia real, el hermano del Caudillo le concedió credibilidad.
QUIMICA Y OCULTISMO
Hammaralt había tenido la fortuna de presentar su oferta ante la persona más receptiva a estos temas que había en todo el Cuartel General: Nicolás Franco, al que algunos autores han llegado a considerar como una especie de brujo que veló por que se cumpliera el plan que el destino tenía reservado a su hermano, siempre mostró gran interés por temas ocultistas, especialmente aquellos que estuvieran relacionados con la alquimia. Además su manifiesta y desmesurada codicia, que durante la dictadura le llevó a implicarse en turbios negocios de los que obtuvo millonarios beneficios, fue estimulada cuando Hammaralt le habló de producir oro a gran escala y de forma ilimitada.
Tras aquella primera entrevista, Nicolás alegó que tenía que consultar el tema antes de dar una respuesta definitiva, al mismo tiempo que proponía al hindú celebrar una segunda reunión para concretar algunos aspectos. Esta se celebró poco tiempo después con un resultado sorprendente. El hermano de Franco aceptó la propuesta de Hammaralt y puso a su disposición los medios y las instalaciones del laboratorio de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca para que realizase allí sus experimentos tendientes a la obtención de oro en grandes cantidades.
Bajo la protección de Nicolás Franco, el hindú se puso a trabajar inmediatamente, demostrando que no era un simple charlatán al dar muestras de poseer amplios conocimientos científicos en química aplicada. Mientras desarrollaba sus investigaciones herméticas prestó otros servicios a la causa de los sublevados, por ejemplo revelando los mensajes ocultos con tintas invisibles en las cartas enviadas o recibidas por personas sospechosas de ser agentes secretos de la República.
Hammaralt también dedicó parte de su tiempo a realizar extraños experimentos. Como si se tratase de un nigromante de la Edad Media, trabajo en la soledad del laboratorio preparando pócimas de dudosa utilidad con órganos y fluidos extraídos de cadáveres que le traían desde el frente. Para no levantar recelos entre aquellos que consideraban sus actividades heréticas y repulsivas, se puso especial cuidado en que los cuerpos perteneciesen a soldados musulmanes fallecidos durante los combates. Su condición de infieles era la justificación perfecta que autorizaba su profanación con inconfesables propósitos.
FRACCIONES ENFRENTADAS
En medio de esta atmósfera lúgubre y oscurantista, Hammaralt también se vio involucrado en un tenso enfrentamiento entre distintas facciones del incipiente régimen franquista. Por entonces, el catalán José Antonio Serrallach y Juliá era un joven y brillante científico de fuertes convicciones falangistas. Próximo a Manuel Hedilla, jefe provisional de Falange contrario al Decreto de Unificación (20 de abril de 1937) que suponía la unión de su formación política con los tradicionalistas para crear un partido único, Serrallach puso sus conocimientos al servicio de un siniestro plan.
Al igual que Hammaralt, el científico español se había formado como químico en Alemania, donde además había mostrado un gran interés por todo lo relacionado con la alquimia y el esoterismo nazi. Instalado ahora en Salamanca, Serrallach le ofreció a Hedilla la fórmula de un gas, elaborado con una mezcla de bromuro y otros compuestos secretos, con el que podría adormecer a sus adversarios políticos.
Así, Hedilla, enfrentado a Franco por su oposición al Decreto de Unificación, pidió a Serrallach que fabricase el gas en cantidad suficiente para soltarlo en el Cuartel General de Franco y acabar de golpe con todos aquellos que integraban la facción contraria a los falangistas. Para cumplir con la orden del líder falangista y obtener el bromuro que necesitaba, Serrallach acudió a la Facultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca, instalaciones que estaban ya controladas por Hammaralt.
El hindú, alarmado por el uso que el químico español podía hacer de ese componente, se negó a suministrárselo, al mismo tiempo que acudió inmediatamente al despacho de Nicolás Franco para alertarle sobre los movimientos sospechosos de Hedilla y los suyos. Hammaralt le dijo que el bromuro, convenientemente mezclado con otros elementos, podía producir un gas capaz de inmovilizar a todos los que estuvieran en el Cuartel General. Reducidos e indefensos, los hombres de Hedilla podrían acabar con todos ellos.
Preocupado por la gravedad de la información, el hermano del Generalísimo dio órdenes a la policía para que impidiera la venta de bromuro, exigiendo a los farmacéuticos que se negasen a suministrar ese componente a cualquier falangista que acudiera a comprarlo o a decomisarlo, bajo la amenaza de que en caso de no hacerlo se convertirían en cómplices de las consecuencias que se derivasen de facilitárselo. La medida surtió efecto y Serrallach no consiguió los ingredientes necesarios para desarrollar la fórmula de su inquietante gas del sueño.
(CONTINUARÁ)