LAS MUERTES DUDOSAS DEL CÍRCULO DE FRANCO
Cuando hablamos de muertes dudosas tendremos en cuenta que a lo largo de la historia esas muertes fueron provocadas o no, para que ciertos líderes asumieran el control que los llevaría al dominio total de un Estado o a la conquista de territorios que conformarían sus ambiciones personales.
Ejemplos tenemos muchos, como la muerte en un accidente de aviación de Camilo Cienfuegos que pertenecía al círculo más estrecho de Fidel Castro como así también la desaparición de un molesto guerrillero y comandante como lo fue Ernesto Che Guevara en la selva boliviana.
Otro caso fue la del líder panameño Omar Torrijos, como así la muerte dudosa de Napoleón en la isla de Elba. Asimismo la de Hitler y su teatral suicidio, más la fuga con submarinos hacia América del Sur.
Vale repasar, las nuestras, las criollas, como las ocurridas en la era menemista, como la de Carlos Menen Ir, la de Yabrán, sumadas a las de: de Lourdes Di Natale, Julio López, Nisman y otros.
Agreguemos a líderes tiránicos como Stalin y su conspiración de los doctores o el caso de Alejandro Magno -un joven conquistador y una muerte nunca aclarecida de por siglos-, otros casos fueron como la del general de cinco estrellas Patton, en lo religioso el caso de Juan Pablo I, de esta manera hago una introducción del tema a desarrollar que es las muertes extrañas de los militares cercanos a Generalísimo Franco.
En menos de un año allá por 1937 cuatro militares, figuras clave de la sublevación, murieron en extrañas circunstancias y dejaron despejado el camino a Franco hacia el mando único. Debemos recordar que la primera víctima de asesinatos, fue el gobernador militar de la provincia de las Palmas, que fallecía por un disparo fortuito del arma que él mismo manejaba en unas prácticas de tiro.
Esta fue, al menos, la versión oficial mantenida por el franquismo. Este episodio ocurrió el 16 de julio de 1936, también otro hecho no aclarado fue la muerte en accidente aéreo del que iba hacer el líder de la revuelta de Julio del 36; me refiero al general José Sanjurjo el héroe del Rif hecho ocurrido dos días después del comienzo de la Guerra Civil. Pero hablaremos de otra muerte extraña y parecido al caso de Sanjurjo, me refiero al general Emilio Mola muerto en un accidente de aviación ,en un bimotor de origen inglés,… bueno ahora comienza la historia de una muerte dudosa, donde todo apunta a un responsable me refiero al Generalísimo Francisco Franco Bahomonde.
De esta manera ponemos un final de Los episodios desconocidos de la guerra civil española con este último tema de los relatos de los hechos más desconocidos de dicho conflicto civil que ensangrentó a la España de los años 30.
Este cierre de una saga de capítulos anteriores muestra quién fue Franco: oportunista y manipulador que llevó a cabo miles de asesinatos de españoles, entre civiles, militares intelectuales etc.
En este episodio se muestra de cómo inclusive elimino a sus más cercanos compañeros de armas y conspiradores contra la República.
Espero que mis lectores hayan disfrutado estos breves capítulos de historias de la historia guardadas en el baúl de los tiempos.
EL ÚLTIMO VUELO DE MOLA
Al comenzar la sublevación, el general Emilio Mola ordenó el traslado de José Sanjurjo a Burgos para dirigir el golpe. Su avión no logró completar el despegue y, aunque el piloto sobrevivió, el militar murió aquel 20 de julio de 1936. Apenas mes y medio después, Manuel Golded, detenido y acusado de traición, fue fusilado en los fosos del Castillo de Montjuich. La misma suerte correría el abogado y general Joaquín Fanjul. Entre el 20 de julio y el 17 de agosto, tres destacados mandos, veteranos experimentados en importantes campañas bélicas, desaparecieron del tablero de juego obligando a los conspiradores contra la República a reorganizar sus planes a la carrera.
Un año más tarde, la muerte del propio general Mola cayó como una losa entre las filas sublevadas. De inmediato se desataron los rumores y las sospechas que apuntaban a la participación de Francisco Franco en un accidente fatal tan conveniente para su llegada al poder como inoportuno para el discurrir de la guerra.
Las insinuaciones fueron calificadas de inmediato como «propaganda republicana» destinada a intoxicar y menoscabar el ánimo de la derecha. Sin embargo, a pesar de que Franco ya ostentaba el liderazgo militar y político en la contienda, los roces con el general de brigada en el campo de batalla eran habituales, con continuos pulsos en los que el gallego limitaba a propósito las operaciones en el norte. Mola tuvo que ver cómo la escatimaba el armamento o sus tropas eran desviadas a otras zonas, en una especie de aviso a navegantes. Cualquier posible competidor desde el seno del Ejército había sido eliminado y eso era suficiente para levantar sospechas en torno al último accidente fatal.
LAS COMPARACIONES DESDE DENTRO
El papel de Mola, apodado como el Director por su imprescindible labor táctica en el diseño del golpe y su trabajo tenaz recabando apoyos entre carlistas, falangistas y elementos del Ejército, contrastaba con la imagen que el de Ferrol se había labrado en los primeros compases de la conspiración. Fueron muchos los militares contentos con la falta de compromiso de Franco en los momentos decisivos.
El general Miguel Cabanellas, que conoció bien su personalidad, temía tanto la indefinición de su carácter como que se encaramara al poder, consumiendo todo el espacio para la configuración del nuevo sistema de gobierno. Idea, la de la reflexión conjunta sobre el nuevo modelo de Estado, que defendía en cambio Emilio Mola como la más razonable para España.
Su ambigüedad agotó la paciencia de algunos y provocó retrasos en los planes rebeldes. Pocas semanas antes del motín, Franco llegó a advertir al Gobierno de la República del ruido de sables mediante una misiva al jefe del Ejecutivo, Santiago Casares Quiroga.
Sanjurjo, desde su posición en Lisboa, no se molestó en ocultar su irritación:»Con Franquito o sin Franquito salvaremos a España». Mola tuvo que dirigir una comunicación a los conspiradores aclarando que el Ejército, con fecha de 1 de julio, todavía no estaba unido. Posiblemente sus referencias incluían la actitud del gallego, vacilante hasta el último minuto:»Quien no está con nosotros está contra nosotros: el movimiento triunfante será inexorable con los compañeros que no resulten ser compañeros».
El grado de compromiso y adhesión, desde luego, no era el mismo en ambas figuras.
EL FAVORITO DESDE FUERA
En Las conversaciones privadas de Hitler, recopiladas por iniciativa de Martin Bormann, su secretario personal y jefe del Partido Nazi, se registraron de manera concienzuda los pensamientos íntimos del Führer, una suerte de reflexiones de sobremesa que encierran la visión del mundo del dictador a la hora de la cena: política, estrategia militar, religión y el avance de la guerra española.
A pesar del apoyo oficial al general Franco, en el ámbito privado, el dictador alemán no tenía ninguna fe en sus capacidades y señalo ante sus íntimos a quién hubiera preferido para dirigir el destino del país como estado amigo del Reich alemán: «La verdadera tragedia de España fue la muerte de Mola; ese era el verdadero cerebro, el verdadero jefe. Franco llegó a lo más alto como Poncio Pilatos en el credo».
El pensamiento de Hitler pudo estar condicionado por los informes recibidos de su embajador en suelo ibérico, Wilhelm von Faupel. Según relata Hugh Thomas, pensaba que Franco era «incapaz de calibrar las necesidades de la situación». Incluso aseguró que el caudillo se sintió «indudablemente aliviado por la noticia de la muerte de Mola».
UNA INCÓMODA INVESTIGACIÓN
Las trágicas consecuencias del bombardeo de Guernica fueron también combustible para las teorías de la conspiración en torno a una posible muerte no accidental del general Mola.
El ataque perpetrado sobre la población vizcaína dejó cientos (¿miles?) de civiles muertos. La Legión Cóndor y la Aviación Legionaria, el apoyo aéreo enviado por Alemania e Italia hasta el final de la contienda, masacraron un lugar sin defensas antiaéreas, con la excusa de volar una fábrica de armamento ubicada en las afueras y el puente sobre el rio Oca, que servía de vía de escape al contingente republicano en su retirada.
Tras varias incursiones de bombarderos escoltados por cazas dejando caer proyectiles incendiarios durante horas, no quedó piedra sobre piedra en el centro y civiles inocentes fueron ametrallados en su huida. Sorprendentemente, los teóricos objetivos, la pasarela y la factoría, quedaron intactos.
Mola quedó «muy impresionado» cuando vio Guernica; también Franco, que no esperaba un ataque de tal magnitud por parte de los alemanes. Algunas voces apuntaron entonces que el Director estaba dispuesto a pedir una investigación al respecto y, para evitar que saliera a la luz la verdadera naturaleza del insólito ataque, fue eliminado.
MUERTE EN LA NIEBLA
En el verano de 1937, el ejército del Norte avanzaba inexorablemente en la conquista de Bilbao. La campaña debía desbaratar el entramado de trincheras y líneas defensivas conocido como el Cinturón de hierro. Mola decidió viajar a Valladolid para supervisar los avances en el frente. El 3 de junio despegaba en un Airspeed Envoy, del Grupo 41 de Transporte, que no llegaría nunca a su destino.
Los rebeldes poseían dos aparatos destinados a funciones de enlace. El primero procedía de manos privadas, mientras que el segundo había sido aportado por el popular piloto Fernando Rein Loring. Al aviador le sorprendió el estallido de la contienda en Madrid y optó por fugarse desde Barajas a Pamplona con el aeroplano, que entregó a las autoridades rebeldes.
El moderno bimotor de construcción británica era utilizado con frecuencia por el general en sus desplazamientos. A los mandos, su piloto de confianza, el capitán Ángel Chamarro, efectuó el despegue a las diez y media de la mañana, en medio de una espesa niebla. Entre las localidades burgalesas de Castil de Peones y Alcocero, mientras atravesaba el Puerto de la Brújula, se estrelló contra una montaña. No hubo supervivientes.
Los cinco ocupantes fallecieron tras el impacto por la ladera de la montaña. Del cuello de Mola colgaba su inseparable cámara de fotos, lo que ayudó a la identificación del cadáver. La mano de Franco salió enseguida a la palestra para alimentar los rumores de asesinato ya que, apenas dos días antes, habían escenificado el último desencuentro por la situación de la ofensiva en Segovia y la Granja.
Las palabras de Franco sobre su compañero en la traición a la República dejan clara la distancia entre ambos: «¡Mola era un tipo muy terco! Cuando le daba órdenes que no coincidían con sus puntos de vista, me solía preguntar:»¿Es que ya no cree en mis cualidades de jefe?».
VÍA LIBRE PARA FRANCO
Dos accidentes de avión, dos ejecuciones y el camino despejado para Francisco Franco. Mola falleció apenas unos días antes de ver quebrado el célebre Cinturón de hierro, que cayó gracias a la traición de Alejandro Goicoechea. El ingeniero por monárquico hizo llegar los planos de las líneas defensivas vascas al sustituto del Director, el general Fidel Dávila, jefe de la Junta de Burgos, que solo tuvo que seleccionar la sección más vulnerable para atacar, tras un intenso bombardeo previo de la Legión Cóndor y la aviación italiana.
Sin duda, este capítulo final de la vida del Director, el último vuelo del general de brigada Emilio Mola, situó su figura en el pedestal reservado a los grandes héroes de la sublevación: calles y monumentos en su honor se mantuvieron por toda España hasta la llegada de la Democracia. El dictador le concedió, el mismo día de su muerte, la Gran Cruz Laureada de San Fernando y, después, el título póstumo de Duque de Mola con Grandeza de España. Tales honores contrastaban con la relación real entre ambos, una lisonja forzada que quizá solo buscaba acallar las recurrentes teorías de la conspiración en torno a su muerte.