(Epílogo) Mujeres  católicas en el frente de batalla

María Rosa Urraca Pastor se destacó por sus discursos, abogando por un nuevo modelo de  mujer: joven y culta, aunque consecuente con sus deberes naturales respecto a la Iglesia, la familia y la patria. Pensaba que la mujer podía servir  desde allí al país -más allá de sus tareas domésticas- lo que la llevó a liderar la asociación llamada las Margaritas.

Fue una mujer de armas tomar: al enterarse de la insurrección contra la República partió al frente a pesar de las prohibiciones de los altos mandos sublevados. Creó una red sanitaria desde la primera línea de batalla, donde ella misma daba el ejemplo; siendo la primera en mancharse las manos para mantener el ánimo del resto de las compañeras y compañeros.

Su fuerte carácter y convicción hizo que no fuera tan benevolente con los republicanos, de tal manera que no asistía a los familiares de éstos. Lideró la institución de Frentes y Hospitales que se encargaba del mantenimiento de infraestructuras para los frentes, lavaderos, envío de paquetes con comida y tabaco a los soldados, además de confección de ropa. El protagonismo que adquirió causó ciertas inquietudes entre los mandos falangistas ya que este papel no encajaba dentro de su «revolución», por lo que, poco a poco, fueron desplazando su acción hacía la retaguardia.

El sector feminista  socialcristiano, agrupado alrededor de Acción Católica de la Mujer (creada en 1919) bajo el liderazgo de Carmen Cuestas y María de Echarri, intensificó su movilización política durante la República. Hubo mucha afiliación a los partidos de derecha, dejando patente la excepcionalidad debido a la amenaza que suponía la República sobre sus conceptos de género, religión y familia.

Sin embargo, no les parecía una barbaridad el voto femenino, de hecho, lo contemplaban como una oportunidad para contrarrestar el voto anticatólico. Teresa Luzzati, por su parte, abanderó la creación de Escuelas del Hogar para enseñar a las mujeres a ser buenas madres y esposas. A pesar de la similitud con la Sección Femenina, nunca aceptaron la sumisión e inferioridad femenina frente al hombre. Entre otras, la figura de María de Madariaga es fundamental para entender la gran labor realizada en el campo de la enfermería para paliar las condiciones de la posguerra  española.

PIONERAS POLÍTICAS REPUBLICANAS

Bien es sabido que la proclamación de la Segunda República (1931) trajo consigo importantes oportunidades para cambios sociales, destacando aquellas medidas que concedían derechos a las mujeres o que regulaban, por primera vez las relaciones familiares. La más destacada fue la inclusión del sufragio femenino, que obligó a los partidos políticos a tratar temas que preocupaban o afectaban a las mujeres, forzándoles a incentivar la politización de éstas para ganarse su voto.

Fue Clara Campoamor quien asumió una apasionada defensa del derecho al sufragio femenino.  Fue diputada del Partido Radical, aunque no debemos engañarnos con el nombre de su partido ya que tuvo que pelear con uñas y dientes para que este la apoyara frente al ideario de que el voto femenino sería masivamente conservador. Esta visión hizo que las votaciones a favor de las diferentes agrupaciones de izquierdas no fueran fáciles de conseguir.

Al mismo tiempo, abogó por la regulación del acceso de las mujeres a los cargos públicos. Se reconocieron los derechos de las mujeres en la familia y en el matrimonio, el derecho a tener la patria potestad de los hijos, además de permitir el divorcio legal de mutuo acuerdo. Clara  Campoamor es una de las principales activistas y referente incluso hoy en día por sus esfuerzos hacia la igualdad entre hombres y mujeres en muchos ámbitos de la sociedad.

Pero, no todas las mujeres republicanas estaban a favor del voto femenino, y entre ellas tenemos las figuras políticas de Margarita Nelken y Victoria Kent. La primera es la única mujer que consiguió las tres actas parlamentarias, fue una muy popular oradora con ideas revolucionarias, muy dura con los sectores tradicionalistas a pesar de ser contraria al sufragio de las mujeres. Con el estallido de la guerra, sus posiciones revolucionarias la llevaron a colaborar entre las tropas republicanas  alertando de los quintacolumnistas, llegando a pedir la pena de muerte para éstos e incluso, gracias al origen extranjero de su familia, pudo esconder a ojos de los extranjeros algunos de los episodios violentos cometidos a manos de los republicanos.

Victoria Kent, por otro lado, fue la primera mujer jurista en abrir un bufete de abogados en España. A pesar de que tampoco votó a favor del voto femenino, fue nombrada directora general de Prisiones, donde llevó a cabo diversas acciones en pro de su género con la creación de un cuerpo femenino de funcionarias de prisiones, además de la construcción de la primera cárcel de mujeres en Madrid, en Las Ventas, en la que la formación de la reclusas era parte de la vertebración del internamiento.

MILICIANAS

Las sonrisas de una miliciana, con su fusil al hombro, mirando a la cámara en una terraza de Barcelona se convirtieron en uno los iconos más emblemáticos de la Guerra Civil y de la resistencia antifascista frente al golpe de Estado. Hablamos de Marina Ginesta, militante de las Juventudes Socialistas Unificadas de Cataluña. A pesar de las discrepancias que existen sobre si entró o no en combate durante la Guerra Civil, el hecho que una mujer de tan solo 17 años asumiera responsabilidades tanto en la retaguardia como en primera línea de batalla le dieron gran notoriedad, convirtiéndose en un ejemplo de emancipación de la mujer española además de ser una gran campaña de marketing, tal y como diríamos hoy  en día, para promover la movilización de masas.

Otra figura muy relevante por parte de las milicianas republicanas fue Rosario Sánchez Mora. Tal fue su envergadura que incluso el poeta Miguel Hernández le dedica un poema: Rosario, dinamitera. Sufrió un trágico accidente cuando, destinada en la sección de dinamiteros, le estalló un cartucho de dinamita. A pesar de perder la mano, volvió al frente para convertirse en jefa de cartería de su división, encargada de ser el nexo con el Estado Mayor y de llevar la correspondencia de los soldados. Posteriormente, trabajó codo con codo con la Pasionaria, encargándose de reclutar mujeres para cubrir los puestos de trabajo que los hombres dejaban libres cuando marchaban al frente.

QUINTACOLUMNISTAS

A pesar de la persistencia en la memoria histórica del papel de las milicianas, no debemos olvidarnos de que en el bando sublevado también la mujer tuvo una acción directa, aunque no fuera entre las balas y bombas. La Quinta Columna fue un reducto de simpatizantes del golpe de Estado en Madrid, trabajaba clandestinamente para ayudar el bando golpista.

Una de las organizaciones con mayor afiliación dentro de este grupo fue la Auxilio Azul, bajo el mando de María Paz Martínez Unciti. Pese a tener tan solo 19 años, puso en marcha este grupo de espías que buscaba refugio a militares y perseguidos por los republicanos. Se dedicaban a adquirir víveres para las familias de los detenidos, recaudar dinero, difundir panfletos por zonas republicanas; relatando las victorias de los sublevados y actuando como enfermeras de los refugiados en las embajadas. Después de ser descubierta y asesinada por las milicias republicanas, Carina Unciti, su hermana, recogió el testimonio y asumió la dirección de una organización que llegó a tener más de 5000 colaboradoras.

Destacó, por el esfuerzo de las medidas de seguridad del grupo creando un sistema de comunicación a tres, es decir, cada integrante solo conocía a las otras dos mujeres de su triángulo, salvo una de ellas que ejercía como enlace con otros triángulos. De esta manera se aseguraban la más rigurosa clandestinidad. Una de las agentes más destacads fue Enriqueta López Moncade, afiliada al Partido Comunista y funcionaria del Ministerio de Obras Públicas. Gracias sus gestiones, algunos miembros de Falange y militares jubilados consiguieron salir en libertad tras haber sido detenidos.

UNA CONTRIBUCIÓN VITAL

Las mujeres participaron en la consolidación del franquismo, desarrollando un papel clave,  permitiéndonos identificarlas como sujetos históricos y huyendo de la victimización con que habitualmente se las ha mirado. Muchas de ellas escogieron apoyar a la causa franquista, defendiendo un ideal femenino determinado, al igual que las mujeres republicanas reaccionaron ante la amenaza del golpe de Estado a las libertades conseguidas durante la República tanto en la retaguardia como en el alistamiento como milicianas por la causa revolucionaria.

El hombre y las hazañas de los hombres de la Guerra Civil son conocidos por el público general, pero ellas fueron vitales para sus organizaciones e ideales sin los que no se puede entender el siglo XX. Es necesario el conocimiento y reconocimiento.

ANEXO

DOS MUJERES POLITICAMENTE INCORRECTAS

CLARITA STAUFFER

Clara Stauffer parece un personaje sacado de una película de espías y suspenso, pero no, fue muy real. De familia alemana muy relacionada con el gobierno nazi, hija de un químico y cervecero que trabajó en la fundación de la actual empresa cervecera Mahou, Stauffer fue una de las primeras mujeres exitosas en el deporte español, tanto en natación como en esquí, destacada propagandista de la Sección Femenina y organizadora de una red clandestina que ayudó a cientos de criminales de guerra a burlar la justicia internacional después del fin de la Segunda Guerra Mundial.

Clarita, por sobrenombre, era una mujer criada en las altas esferas madrileñas, y pronto se relacionó con las nuevas corrientes políticas afines al gobierno nacionalsocialista alemán, convirtiéndose en persona importante dentro de la Sección Femenina de Falange, creada en 1934. Es partir de 1945 cuando, bajo el amparo del régimen franquista fue la tejedora de unas redes clandestinas, Organización Odessa, con sede en Madrid que ocultó y facilitó huidas de numerosos criminales de guerra nazis a América del Sur.

A pesar de que el Servicio de Inteligencia Británico incluyó su nombre entre los 107 agentes nazis más buscados en España para su posterior juicio en Alemania, Franco siempre denegó sus extradición, igual que al resto de conocidos criminales de guerra. Ella, Clarita Stauffer, murió plácidamente en su querida Madrid, a mediados de la década de los 80, con una España ya enteramente democrática.

MIKA ETCHEBÉHÉRE

La internacionalización del conflicto derivó en la llegada de una oleada de voluntarios extranjeros con las famosas Brigadas Internacionales. Con el inicio de la sublevación militar, miles de extranjeros acudieron a España, y entre estos destacó el papel llevado a cabo por Mika Echebéhère. Junto con su marido, se alistó en las milicias donde asumió labores sanitarias  en la retaguardia hasta la muerte en el frente de él. Es en ese momento cuando asume responsabilidades militares y  acepta el mando de una columna de más de 150 hombres como única vía para conseguir la victoria y la tan deseada revolución. A pesar de las reticencias del hombre hacia el mando de una mujer, su liderazgo y determinación hicieron olvidar toda conciencia de género que pudiera haber establecida durante la época del siglo XX, arrojando  incluso cierta leyenda en muchas de las historias que protagonizó.