Una persona de 32 años falleció en el Hospital de Coronda, en la provincia de Santa Fe, tras ingerir una cantidad significativa de un insecticida, y al menos 14 profesionales de la salud que lo atendieron resultaron intoxicados.

El producto ingerido sería un potente y volátil “veneno”, cuya toxicidad, de manera muy benévola, el SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) clasifica como “banda amarilla”, y que habitualmente se utiliza en la producción frutillera y es considerado como “moderadamente peligroso”.

Esta es una manifiesta mentira de la industria química, que los pesticidas que nos ofrecen (no sólo los agrotóxicos, sino incluso los que nos venden para uso doméstico) son inocuos.

Lo cierto es que son muy peligrosos y las consecuencias, como vimos en este caso, las padecen en primer lugar los trabajadores que están en contacto con los mismos, expuestos a graves daños sobre sus cuerpos.

Los profesionales de la salud intoxicados fueron los médicos, enfermeros y personal del Servicio Integrado de Emergencias Médicas (Sies) 107, que atendieron al paciente y fueron derivados al Hospital Cullen de la ciudad de Santa Fe.

Según informó la prensa local, el insecticida, a pesar de las medidas de seguridad implementadas, contaminó no solo al personal que atendió a la víctima, sino también al ambiente del hospital y no se descarta que otras personas también terminen intoxicadas. Los síntomas incluyeron vómitos, diarrea, dolores de cabeza y erupciones cutáneas.

Lo acontecido en la localidad de Coronda, con uno de los agrotóxicos utilizados habitualmente en esta agricultura químico-dependiente, pone de manifiesto lo que sostienen desde hace décadas las comunidades “fumigadas”, las organizaciones socioambientales, los profesionales de diversas áreas y las/los representantes de la “ciencia digna”, acerca de los riesgos a que este modelo productivo dominante nos expone, cuando comemos, bebemos o simplemente respiramos.

¿Será que con la dictadura de los 40 agrotóxicos usados en la frutilla, los encontraremos en la bandejita del supermercado? Tal cual lo expresan desde el colectivo “Desvío a la Raíz”, de la localidad cercana a Coronda, Desvío Arijón.

En nuestro país se utilizan más de 600 millones de litros de agrotóxicos todos los años. A mediados de la década de los 90, cuando se aprobó el paquete tecnológico de la soja transgénica, se pulverizaban alrededor de 30 millones de litros por año.

Es necesario otro modelo de producción, sin venenos, que respete la naturaleza, que no intoxique y que además no colabore con el cambio climático. Que no expulse gente de los territorios, obligándola a hacinarse en las ciudades, que no contamine aguas, aire y suelos, y que evite la concentración de la tierra en pocas manos. Un modelo sin venenos, AGROECOLÓGICO en su esencia.

Es necesaria una transición urgente en esa dirección: hacia una AGRICULTURA SIN VENENOS, diversa e inclusiva.

Entre otras medidas, creemos que los proyectos de ley que venimos impulsando desde hace quince años, en la legislatura de la provincia de Santa Fe, harían un gran aporte.

 A -Proyecto modificatorio de la ley 11.273/95, de “agrotóxicos”.

 B -Proyecto de erradicación de los Silos de acopio, de los pueblos y ciudades.

 C- Proyecto de Fomento a la Producción Agroecológica.

Solo se necesita decisión política.

Por una agricultura sin venenos!!!

La salud no se negocia!!!

Paren de Fumigarnos!!!

MULTISECTORIAL PAREN DE FUMIGARNOS DE SANTA FE.

Santa Fe, 3 de mayo del 2024.