QUIÉN FUE EL MISTERIOSO RUDOLF HESS

La historia tiene sus puertas secretas con acontecimientos increíbles de verdades oscuras. Hess el hombre más enigmático del Tercer Reich, fue de un simple colaborador desde las profundidades de la cárcel de Spandau donde transformó y reinventó a un mesiánico divulgador de mentiras diabólicas, como fue Hitler

En un libro cuyo contenido satánico donde las letras eran sangre y odio,- llevaron al mundo al mismísimo infierno del Dante Alighieri- , ese libro maldito que nadie vio en sus contenidos se llamo «Mi lucha “o Mein Kampf (que inicialmente pensaba poner el título poco comercial de Cuatro años y medio de lucha contra las mentiras, la estupidez y la cobardía) donde sus páginas cautivaron a millones humanos, pero fue muy tarde cuando se dieron cuenta de la oculta realidad demencial que ese libro maldito provocó, el incendio de la humanidad.

Hess fue quien colaboró  para escribir un documento diabólico junto a su mentor el líder de una Secta Satánica que llamo Nacional Socialismo de los trabajadores alemanes, pero la historia se encargó de llamarlo la Biblia del Nazismo en cuyas páginas cada palabra era el Holocausto que iba a venir y nadie vio. Por esa razón Hitler fue el autor y Hess el coautor del mismo; por esa razón dentro de los misterios de este personaje.

Su mismo nacimiento fue un misterio porque su origen de nacimiento fue en Alejandría (Egipto), en el norte de África, fue el destino de un hombre  y un lugar asociado a otro demencial conquistador que lleva el nombre de dicha ciudad, es decir la ciudad de Alejandro Magno el joven Dios terrenal que quiso dominar el mundo conocido y desconocido de la antigüedad hasta los confines de la India.

Retornando  a Hess, en la celda con Hitler por el fracasado Putsch de la Cerveceria por allá en 1923, paso a ser el inspirador del Mein Kampf  y luego se transformó en el hombre más poderoso de la Alemania Nazi como secretario de Hitler y luego vino de la mano del mismo Rudolf Hess; la traición  a su líder venerado y que él creó desde la oscuridad de Landsberg en letras manchadas de odio que llevo a la humanidad a la noche más oscura del siglo XX.

Y queda la pregunta en el aire quien fue realmente este personaje que surgió de la nada y llego a ser como un segundo Führer.

LAS CONFESIONES DE HESS

Muchos años después, Rudolf Hess le confesó a su hijo que ese viaje en avión y su capacidad para sortearlo pese a las circunstancias, era uno de los mayores orgullos de su vida. Después de dos horas de charla, Churchill le pidió un respiro a Lord Hamilton porque quería ver una película de los Hermanos Marx. Lo que se decidió esa noche fue que debían determinar sin que quedaran dudas la identidad del prisionero, y luego rechazar cualquiera de sus ofertas.

¿Por qué Hess se animó a tanto y además eligió a Lord Hamilton como interlocutor? La teoría más sólida al respecto sostiene que todo se trató de un gran engaño de los servicios secretos ingleses que convencieron al alemán de que el noble sería el puente hacia Churchill (los soviéticos estaban convencidos de que así había sido).

La ingeniería del fraude incluyó astrología, videntes y argumentos poco racionales pero a los cuales Hess era permeable (Goebbels utilizó estas inclinaciones de Hess para desprestigiarlo ante la opinión pública una vez que se conoció en Alemania su paseo inglés). El pensamiento mágico se impuso a las razones geopolíticas.

Los ingleses detuvieron a Hess y lo recluyeron. Pasó por varias cárceles y terminó confinado en la Torre de Londres hasta que luego de la guerra fue enviado a Núremberg para su juzgamiento como criminal de guerra. Hess no fue escuchado por los ingleses y fue negado por los alemanes.

Cuando la noticia se dio a conocer al mundo provocó un lógico impacto.

LA VENGANZA DE HITLER

Albert Speer sostiene esa mañana cuando recibió la carta, que Hess le había dejado a su secretario personal para que fuera entrega en mano y en la que contaba lo sucedido, Hitler pegó un grito agudo, casi animal, desaforado. Otros afirmaron que la actividad del Führer fue más frenética que lo habitual pero que no hizo comentarios al respecto. Están los que afirman que empezó a tratar destempladamente al resto, haciendo recaer su ira sobre los colaboradores más cercanos, gritando su enojo por la traición de su (ex) hombre de confianza.

También están los que cuentan que nada varió en el semblante de Hitler cuando le acercaron el papel con la noticia, como si la hubiera estado esperando.

Lo único en lo que todas las fuentes coinciden es que Hitler informó que terminara como terminara la cuestión, aún si se llegaba a un acuerdo con Churchill, a Hess le esperaba la pena de muerte. Debía ser ejecutado apenas lo vieran. En ese mismo momento lo exoneró de todos los cargos oficiales que detentaba y lo degradó. Para Hitler era la peor traición que había sufrido en su vida pública. Durante unos días estuvo paranoico, creyendo que ese movimiento podía ser el inicio de un golpe de estado contra él.

EL ENIGMA HESS EN NUREMBERG

Rudolf Hess apoya sus manos sobre el banco de los acusados en Núremberg. Junto a él: Joachim von Ribbentrop, Wilhelm Keitel, y Hermann Göring.

Lo que sí se sabe con certeza es la reacción de Rudolf. Y no sólo en los momentos de su detención sino a lo largo de los 46 años que le quedaban de vida. Impasible, su regla fue el silencio. Se convirtió en el rey de la desmemoria. Vivió casi medio siglo en una nube de amnesia y silencio.

El comandante inglés Sheppard escribió sobre Hess en un informe del 21 de mayo de 1941, una decena de días después de su detención: “A veces he dudado del equilibrio mental de él. Es astuto y egocéntrico. Tiene muy mal genio y hay que ir con pies de plomo si lo queremos engañar. Su carácter refleja crueldad, brutalidad, falsedad, engreimiento y arrogancia; también algo de cobardía. Creo que se ha quedado sin alma”.

Los interrogadores, especialistas en la cuestión, campeones olímpicos en aprovechar ocasiones, en esperar su momento, en filtrarse en los resquicios de la debilidad de sus oponentes, no podían con él. Los hacía perder fácilmente la paciencia. En cada charla, cientos de ellas, en cada interrogatorio, cientos de ellos, las preguntas y las estrategias de acercamiento variaban pero las respuestas eran inmutables. “No lo sé”, “No lo recuerdo” “¿No me diga?”. Rudolf Hess siempre respondía lo mismo. Nadie le creía.

Convencidos de que estaba actuando, lo presionaban y ponían en juego todas las técnicas de interrogación y seducción conocidas pero ninguna dio resultado.

En Núremberg lo carearon con otros jerarcas caídos en desgracia. Pero nadie logró que hablara ni que demostrara atisbo de recuerdo alguno. Hess se convirtió en el hombre sin memoria.

UN SILENCIOSO ENIGMA EN SPANDAU

Hess estuvo recluido en Spandau el resto de su vida. Fue el último prisionero. Murió el 17 de agosto de 1987. Tenía 93 años

Muchos nunca le creyeron. Sostenían que todo era una gran puesta en escena.

De haber sido así -una posibilidad- se trató de la actuación más convincente y, especialmente, más prolongada de la historia. 46 años de mente en blanco, 46 años de sostener el personaje. Nadie supo bien nunca cuál era el estado mental de Hess. Logró despistarlos a todos. ¿Estaba completamente loco? ¿Era un eximio simulador? ¿O alternaba periodos lúcidos con ataques maníacos?

En Núremberg fue condenado a cadena perpetua. El haber estado fuera del juego desde 1941 lo salvó de la horca. Estuvo recluido en Spandau el resto de su vida. Fue el último prisionero. La de Spandau fue una cárcel, a cargo de cuatro países diferentes, de un solo prisionero. Murió el 17 de agosto de 1987. Tenía 93 años.

Pasados ochenta años, ese vuelo nocturno con destino a Escocia, sigue siendo uno de los grandes misterios de la Segunda Guerra Mundial. A veces las motivaciones de los hombres son más sencillas y mezquinas de lo que se está dispuesto a aceptar. Mucho más si se trata de las de hombres sin alma.