A aquellos lectores azarosos y espontáneos que nada premeditan y que cada año escasean más, que cayera en sus manos por casualidad la vieja historia de Miguel de Unamuno llamada “La tía Tula” -escrita en 1907 y publicada en 1921-, en un ejemplar de la editorial Salvat, omnipresente en las viejas bibliotecas de los argentinos del siglo XX y que ahora casi regalan en comercios de libros usados, se toparán, sin preverlo, con un momento histórico: la primera vez en que se utiliza y propone el término Sororidad en español -hoy día concepto imprescindible en el feminismo para describir un tipo específico de solidaridad entre mujeres-, que popularizaría luego la feminista mexicana Marcela Lagarde (1948).

Unamuno lo hace a través del ejemplo de Antígona, la santa anarquista y pagana, y lo hace porque como conocedor del lenguaje, del latín y del griego, descree de la engañosa palabra fraternidad, unión o hermandad entre los hombres:

 

“… es extraño que junto a fraternal y fraternidad, de frater, hermano, no tengamos sororal y sororidad, de soror, hermana. En latín hay sororius a um: lo de la hermana, y el verbo sororiare:    ´crecer por igual y juntamente´.

Se nos dirá que la sororidad equivaldría a la fraternidad, más no lo creemos así.

Sororidad fue la de la admirable Antígona, esta santa del paganismo helénico, la hija de Edipo, que sufrió martirio por amor a su hermano Polinices, y por confesar su fe de que las leyes eternas de la conciencia, no son las que forman los déspotas y tiranos de la tierra.

Antígona, la anarquista, según su tío, el tirano Creonte, modelo de virilidad, pero no de humanidad.

Hablamos de patrias y sobre ellas de fraternidad universal, pero no es una sutileza lingüística el sostener que no pueden prosperar sino sobre matrias y sororidad. Y habrá barbarie de guerras devastadoras, y otros estragos, mientras sean los zánganos, que revolotean en torno de la reina para fecundarla y devorar la miel que no hicieron, los que rijan las colmenas

(Prólogo a “La tía Tula”, por Miguel de Unamuno en 1921. También publicado en la revista Argentina Caras y Caretas del mismo año).”

 

Bruno del Barro

15 de marzo de 2019