Por Mariana Miranda

       “Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles, así terminó  la Carta Abierta a la Junta Militar Argentina el periodista y escritor Rodolfo Walsh a sabiendas que con ella acababa de firmar su propia sentencia de muerte. La carta fue enviada por correo a las secretarías de redacción de los principales diarios del país el 25 de marzo de 1977. Al terminar de dejarlas en el buzón Walsh es interceptado por un grupo de tareas de la ESMA se tirotea con ellos y es llevado moribundo a un centro clandestino de detención. Desde ese momento integra la negra lista de los desaparecidos argentinos.

    Rodolfo Walsh nació en Choele-Choel (Provincia de Río Negro) el 9 de enero de 1927 y desapareció el 25 de marzo de 1977. De ascendencia irlandesa, su  padre queda  desocupado en 1937, entonces él y su  hermano  son internados en un hogar para niños irlandeses católicos en la  provincia de Buenos Aires, de donde sale  a los 17 años sabiendo perfectamente traducir hablar y escribir en inglés. Así consigue su primer trabajo como traductor y corrector de novelas policiales inglesas en Editorial Hachette. Sus primeros escritos siguen el formato del policial inglés: el policial clásico en donde el crimen es estético. Se sigue un sistema de indicios en donde la crónica fragmentada del caso va creando el suspenso, el crimen es a puertas cerradas y el personaje busca las pruebas. No sigue la novela policial negra del tipo de “A sangre fría” (Capote), novela negra testimonial en  donde aparece el crimen como producto social, ni el estilo de los policiales negros de Chandler ni de Hammet. En 1953 publica “Diez cuentos policiales argentinos” y gana con “Variaciones en rojo” (cuentos policiales) el Premio Municipal de Literatura de Buenos Aires.  Obsesivo de la investigación del crimen individual pasa luego a la investigación del crimen social y el crimen del estado. Este modelo siguen “Operación Masacre” (1957), “El caso Satanowsky” (1958)  y “¿Quién mató a Rosendo?” (1969). “Operación masacre”, su obra más célebre es una novela negra testimonial en donde el narrador  es el personaje principal y narra el crimen al mismo tiempo que va haciendo la investigación del caso. Destruye la teoría de la objetividad periodística porque el narrador es parte de la nota, narra la investigación desde adentro, es un crimen del estado que se basa en la inocencia de los fusilados, el gran momento de la obra es el fusilamiento en los basurales de José León Suárez. Hay evidencias que después se resuelven a nivel policial y otras evidencias se resuelven en un constructo subjetivo. Lo inverosímil construye la esencia del crimen: ninguno de los fusilados estaba en la movida revolucionaria de Valle  y sin embargo son fusilados, el crimen es politizado. Si bien ya venía investigando y publicando notas sobre el caso, a partir de escuchar que “hay un fusilado que vive” Walsh arma la novela. En 1957 fue publicada por entregas semanales en la revista Mayoría y el mismo año sale en formato libro. Luego se reedita continuamente, sobre todo a partir de la democracia.

    A mediados de los ’60 estrena en teatro “La granada” y “La batalla” y publica “Los oficios terrestres” (1965) y “Un kilo de oro” (1967). En “Cuento para tahúres y otros relatos policiales”, compilación póstuma de cuentos policiales publicados y escritos entre 1951 y 1961 rompe con el esquema del policial clásico inglés, aparecen los retratos psicológicos de los personajes y el lector se identifica con ellos.

    Se reconoce entre los cuentos  de Walsh dos sagas importantes: la saga de los irlandeses integrada por “Irlandeses detrás de un gato” (1957), “Un kilo de oro” (1957) y “Un oscuro día de justicia” (publicada por la revista Adán en 1967) y la saga del peronismo integrada por dos cuentos: “Esa mujer” (1957) y “Ese hombre” (publicación póstuma) aunque no se puede negar que en “Un oscuro día de justicia” hay referencias y alusiones tácitas al peronismo y a la coyuntura política por la que pasaba el país en ese momento. En la saga de los irlandeses los cuentos son referidos al internado de irlandeses católicos en donde Walsh pasó buena parte de su vida, hay en ellos toda la violencia y el maltrato hacia los internos de parte de los celadores y curas que, convengamos, es habitual en los internados y/u orfanatos. Sin embargo, en “Un oscuro día de justicia”, algunas frases se refieren a toda la realidad: el cuento empieza con “Cuando llegó ese oscuro día de justicia, el pueblo entero despertó sin ser llamado”… “llegó al fin ese día”…”Allí acabó la felicidad, tan buena mientras duraba,” “…y el pueblo aprendió que estaba solo y que debía pelear por sí mismo y que de su propia entraña sacaría los medios, el silencio, la astucia y la fuerza…” Lo que Walsh llama en el cuento “el pueblo” se refiere a la comunidad de niños y adolescentes internados en el lugar, pero, también, en forma no tan elíptica está nombrando al pueblo de afuera, al pueblo de la comunidad toda.  En “Esa mujer”, según Ricardo Piglia, la eficacia del relato pasa porque Eva Perón nunca es nombrada, a pesar de que se la refiere continuamente en frases como “Yo busco una muerta, un lugar en el mapa” (el periodista que va a hacerle la nota al coronel es la voz del narrador) “El coronel sabe dónde está” “Estaba desnuda en el ataúd y parecía una virgen…ese gallego asqueroso se le tiró encima….tuve que taparle el monte de Venus…” “¡La enterré parada, como Facundo, porque era un macho!” el periodista pregunta: “-¿Dónde, coronel, dónde?” a lo cual la respuesta es “Es mía….Esa mujer es mía.” En “Ese hombre” se refiere a Perón pero tampoco lo nombra nunca, pasa del diálogo en el primer cuento al estilo indirecto en el segundo. “Ese hombre” es el último cuento que escribe, lo encuentran entre sus papeles en la ESMA y es publicado en forma póstuma. Allí, la eficacia del relato pasa no por preguntar “¿Dónde, coronel, dónde?” como pasa con “Esa mujer” sino por preguntar “¿Cuándo, coronel, cuando?”

   Otros cuentos importantes de su autoría son “Cartas” y “Fotos” en donde a partir de fragmentos interrelacionados y vinculados entre sí logra la narración de un relato que aparece como completo recién al final de la obra (este modelo lo sigue en general toda su obra es la reconstrucción periodística de un acontecimiento que aparece narrado en toda su envergadura recién como epílogo de la obra y no desde un principio).

   Capítulo aparte merece el cuento “Nota al pie”, cuento en donde aparece como tema en principio el oficio del traductor (oficio que Walsh desempeñó largamente y permanentemente a lo largo de su vida) y a partir de una nota al pie para aclarar algo de lo que está escrito en el cuerpo principal del artículo que está escribiendo esa nota va creciendo en forma paulatina hasta inundar el cuerpo principal de lo que esta escribiendo, invadirlo, y al final hacerlo desaparecer.

   Walsh alrededor del ’58 piensa que el estado es criminal en forma momentánea, a partir del ’60 piensa que el estado es criminal y que la única solución es la revolución. Toda la intelectualidad argentina se pasa del lado de la revolución cubana, la discusión es qué tipo de revolución se hace, pero se toma a la revolución como algo inevitable. Se pensaba al castrismo en perspectiva de futuro. Estando en Guatemala  Walsh descifra un comunicado entre la CIA (Agencia de Investigaciones Norteamericana) y  la embajada yanqui en dónde decía cuándo y dónde iban a invadir Cuba. Avisa inmediatamente y cuando hacen el desembarco los yanquis  en Bahía de los Cochinos, los cubanos los estaban esperando y se produce el triunfo de la revolución. Se va a Cuba y empieza a trabajar allí con Masetti. Jorge Masetti era un periodista del diario “El Mundo” que va a Sierra Maestra para hacerle una entrevista al Che Guevara y otra a Fidel Castro. Va a cubrir la nota del triunfo de la revolución cubana. Crea Prensa Latina que es el órgano de prensa de la revolución, en donde trabajan García Márquez, Onetti, Walsh, y grandes periodistas y escritores. En esa época para los principales intelectuales de la izquierda era obligatorio el entrenamiento militar en Cuba y expandir la revolución al mundo, sobre todo a América Latina.  Jorge Masetti recibe entrenamiento militar en Cuba, luego va a Argelia, después vuelve a Argentina en donde crea “Comandante Segundo” (El Comandante Primero era el Che)  que era un lugar de entrenamiento militar en Salta hasta que lo descubren y exterminan a todos. El cadáver de  Masetti no apareció nunca.

    A partir del postperonismo (después del ’55) triunfa la revolución cubana en el ’58 y se publican  tres libros para entender la guerra de guerrillas de la década del ’60 al ’70: uno es “Los condenados de la tierra”, de Franz Fanon, el otro es “La guerra de Guerrillas”, del Che Guevara y el otro es “La revolución en la revolución”, de Régis Debrai. Aparecen las células, los focos, los campos de entrenamiento clandestino, y la guerra termina siendo una guerra civil entre el ejército revolucionario (guerrillero) y el ejército imperial: Vietnam fue el gran ejemplo. Guevara quiere hacer un campo de entrenamiento en Bolivia. Toman prisionero a Débrai y lo hacen confesar dónde está Guevara. El Che, aparece así, muerto en La Higuera, el 9 de Octubre de 1967. Luego diría Walsh, “lo inconcebible es que muera solo”.

   Prensa Latina expande los ideales castristas y guevaristas a toda América Latina y  tiene como corresponsales extranjeros las mejores plumas: Onetti, Walsh, David Viñas, Cortázar, García Márquez. Se crea la Casa de las Américas  como centro de gestión cultural creando el premio literario y la revista literaria y planteando la difusión de los ideales revolucionarios. Se expanden los ideales de la Latinoamérica antiimperialista con una generación de intelectuales comprometidos a favor de la revolución cubana.  A la vez se crea  OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad con Cuba). Algunos intelectuales como Vargas Llosa pasaron, a lo largo del tiempo, del castrismo a la izquierda crítica y después a la derecha neoliberal. Julio Cortázar plantea en el ’73  que “mi ametralladora es mi lapicera” y Walsh ya desde el ’70 plantea que “es imposible hacer literatura desvinculada de la política” y de hecho termina dejando de escribir para hacer uso de las armas, se convierte en un cuadro de la inteligencia montonera y actúa como tal en sus últimas épocas, si bien sus últimos trabajos publicados salieron ya con seudónimo por cuestiones de seguridad.

  Al momento de su desaparición estaba fugado porque sabía que lo buscaba la inteligencia del proceso, habían allanado su casa en el Tigre, su hija Vicky, activista montonera muere en un tiroteo con los militares en 1976, Paco Urondo muere en el mismo año.  “No podré despedirme… Nosotros morimos perseguidos, en la oscuridad. El verdadero cementerio es la memoria.”, le escribirá  Walsh a su hija en una carta que circuló por ahí y fue publicada en forma póstuma. Existía la decisión  de no entregarse con vida, de ahí las pastillas de cianuro con las que murió Urondo, de ahí que Walsh haya entrado a tirotearse con los militares y anduviera armado. En los últimos documentos escritos a la organización y en una perspectiva mucho más que crítica Walsh plantea que si bien se sabía de la inminencia del golpe militar Montoneros nunca planteó un plan de emergencia y contingencia para la ocasión, la organización subestimó al enemigo, no tuvo autocrítica y siguió triunfal como en sus orígenes, sabiendo que había una lucha militar en su contra, que el enemigo era superior en armas y en fuerzas, que montoneros se fue aislando cada vez más de otras organizaciones y sobre todo del pueblo. Que montoneros se sostuvo en un vacío histórico: cualquier militante montonero conoce como Lenin y Trotsky toman San Petersburgo en 1917 pero desconocen la historia argentina previa a 1945, la que va de 1815 a 1870 y ni siquiera conocen a los propios caudillos montoneros que se apoderan de Buenos Aires en 1821. Aparte, después de aniquilar la dirigencia del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) en Julio de 1976 las Fuerzas Armadas se concentraron en destruir Montoneros.

    A partir del golpe militar del 24 de marzo de 1976 Rodolfo Walsh crea ANCLA (Agencia de Noticias Clandestina) que surge como una agencia de difusión de información que circulaba de mano en mano por la censura imperante y que informaba sobre el genocidio que se estaba perpetrando (secuestros, desapariciones, homicidios). Con esta agencia colaboraron muchos periodistas de la agrupación montoneros, luego de la muerte de Walsh quien fue su fundador y director, la dirección de la publicación pasó a Horacio Vertbisky. Al final de cada noticia publicada por ANCLA se editaba: ”Reproduzca esta información, hágala circular por los  medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez lo estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote al terror, haga circular esta información”.

   En “El violento oficio de escribir” que es una compilación de la totalidad de las notas periodísticas escritas por Walsh entre 1953 y 1977, el autor hace constantemente referencia al periodismo como oficio violento porque dar información, de por sí, es una tarea peligrosa.