“Viles soldados, volved las armas a los enemigos de vuestra patria…”

Policarpa Salavarrieta ante el pelotón de fusilamiento

‘La Pola’, una eterna heroína

LA GUERRILLERA MARTIR  DE LA INDEPENDENCIA COLOMBIANA

Policarpa  Salavarrieta fue la heroína más popular de la Nueva Granada durante la ‘Época del terror’, nombre que se le dio al periodo de la reconquista española a principios del siglo XIX. Ella no fue la única mujer víctima del general de Fuentesecas, Pablo Morillo; se calcula que durante esos años hubo al menos 150 mártires femeninas más.

 La heroica figura de Policarpa ha interesado a muchos historiadores. Aunque un buen número de libros repasan su vida, al contrastar sus relatos aparecen contradicciones o vacíos. Aún no es claro cuál fue el nombre preciso y completo de la Pola o su lugar y fecha de nacimiento. Por el testamento de sus padres sabemos que Policarpa perteneció a una familia acomodada de Guaduas (Cundinamarca). Pero la casa familiar, que aún se conserva y hoy es un museo, no es de las más prestantes ni suntuosas de la villa.

La historia latinoamericana tiene sus heroínas que llenaron de orgullo en sus  luchas por las independencias  de nuestro continente, ellas llamaron a los pueblos que se levantaran en armas con los ocupantes imperialistas hispanos y muchas ante ese grito de guerra contra el invasor pagaron con sus vidas como yo  llamo las rebeldes de América Latina  ella esta colombiana  conocida como la “Pola”  dijo un no a los imperialistas y su lucha fue  única y breve por fue sacrificada muy joven en manos de los españoles.

Pero jamás su ejemplo de heroína y rebelde será olvidado, su ejemplo como mujer e idealista es para seguir en la América Latina en que vivimos.

El traslado a Bogotá de la familia Salavarrieta Ríos probablemente se debió a la búsqueda de una mejor educación para sus hijos varones. El padre, don Joaquín, adquirió una casa baja de tapia y teja en el barrio Santa Bárbara, una de las zonas pobres de la ciudad. Pero su permanencia en la capital fue efímera, pues la epidemia de viruela de 1802 cobró su vida, la de su mujer y sus hijos Eduardo y María Ignacia.

   Después de este suceso trágico, la familia se disolvió: José María y Manuel ingresaron a la comunidad agustina; Ramón y Francisco Antonio viajaron a Tena y empezaron a trabajar en una finca. Hacia 1804 Catarina, la hermana mayor, resolvió regresar a Guaduas con Policarpa y Bibiano (el menor), para vivir con su madrina Margarita Beltrán.

   Cuando Catarina se casó con Domingo García, sus dos hermanos se trasladaron a vivir con la nueva pareja. De esta época transcurrida en Guaduas hay poca información. La mayoría de los estudiosos afirman que Policarpa se desempeñaba como costurera, labor que más tarde ejercería en Bogotá.

   La Pola creció durante el periodo de reconquista e independencia, una época de guerra. Compartió con su familia el espíritu patriota. Su cuñado, Domingo, murió luchando al lado de Antonio Nariño en la campaña del sur. Su hermano Bibiano fue veterano de la misma campaña, y en 1815 regresó a Guaduas malherido, después de haber sido prisionero de las fuerzas realistas. La estadía en la casa de los Beltrán, familia que había participado activamente en el movimiento de los Comuneros (rebelión que mostró el descontento del pueblo con el régimen colonial, en 1781), muy seguramente afianzaron en Policarpa sus ideales de lucha y su inconformidad con el sistema establecido por los pacificadores.

   Al parecer, la Pola no estuvo envuelta en actividades políticas antes de 1810. Pero en 1817, cuando se trasladó a Bogotá, ya participaba en ellas. Ella y Bibiano entraron a la capital con salvoconductos falsos y una carta escrita por Ambrosio Almeyda y José Rodríguez, dos líderes de las guerrillas, que los recomendaba para que Andrea Ricaurte y Lozano los alojara.

   En Bogotá Policarpa realizó actividades subversivas y tareas peligrosas, como coser para las señoras de los realistas con el fin de escuchar noticias, averiguar el número, los movimientos, el armamento y las órdenes de las tropas enemigas. También convencía a los jóvenes para unirse a los grupos de patriotas, y compraba material de guerra. Casi siempre hacía estos trabajos al lado de compatriotas, como Alejo Sabaraín, de quien se dice era su novio.

   Quizá las actividades de la Pola no habían resultado sospechosas para los realistas hasta que se descubrió la huida de los hermanos Almeyda, quienes cayeron en manos de los españoles con documentos que la comprometían. El arresto de Alejo Sabaraín fue definitivo para que el sargento Iglesias detuviera a Policarpa en la casa de Andrea Ricaurte y Lozano.

   Presa la Pola y reducida a un calabozo en el Colegio del Rosario, un consejo de guerra la condenó a muerte el 10 de noviembre de 1817, junto a Sabaraín y otros patriotas más. Marchó rumbo al cadalso acompañada por dos sacerdotes, pero no repetía las plegarias de los religiosos, sino maldecía a los españoles. Pidió ponerse de rodillas y mostrando gran parte de su espalda, murió. Sus hermanos sacerdotes reclamaron y guardaron sus restos en el convento de San Agustín.

   La ejecución de la joven Policarpa por un delito político conmovió a la población y creó una mayor resistencia al régimen impuesto por Juan Sámano. Su caso cautivó la imaginación popular, su muerte inspiró poetas, escritores y dramaturgos para inmortalizar su historia. Su memoria se esparció no solo por Hispanoamérica, sino también por el Viejo Continente.