Por Verónica Lagamma

No podemos dudar en decir que uno de los síntomas actuales que afecta cada vez más a nuestra sociedad es la violencia. Digamos que, vivimos en una época de odio, de violencias y segregación social. El factor que los une es un mal destructor que puede habitar en el ser humano, Freud lo llamó pulsión de muerte. Entendida como un empuje a la destrucción del otro y de sí mismo. Cabe agregar que la violencia está en estrecha relación con el capitalismo salvaje. La violencia no pertenece a un régimen patriarcal sino a la declinación del padre. La declinación de la autoridad del padre recae sobre la virilidad que intenta ser restituida en el ejercicio de la violencia.

 La  violencia contra las mujeres este es un problema que presenta nuestra época actual, abriendo una cantidad de preguntas. Es un problema que nos sacude fuertemente desde todos los discursos que la abordan. Cuando se comienza hablar de violencia hacia las mujeres lo primero que aparece es que se trata de un tema que no es nuevo; nuevas serían, en todo caso las formas de presentación del mismo. Digamos que la violencia hacia la mujer existe desde siempre. Sólo que la misma adopta distintos ropajes en diferentes tiempos. Ahora el tratamiento no es el silencio, sino que se abren las posibilidades de la denuncia y se reconoce los lugares de víctima y victimario.

La historia nos muestra como las mujeres fueron tratadas como brujas, esclavas, etc. Y que no hubo límites a la hora de denostar y perseguirlas. Felipe Pigna nos dice en su libro “Mujeres tenían que ser”, que se podría elaborar un extenso apéndice con todas las barbaridades que se han dicho sobre el género femenino a lo largo de la historia, en la que campeó impugne la misoginia.

¿Qué puede decir el psicoanálisis sobre la violencia contra la mujer? Al psicoanálisis le interesa el síntoma social que va surgiendo en cada época, pero su abordaje es el síntoma subjetivo, como atraviesa a cada sujeto aquello que nombra en un principio como síntoma social.

El psicoanálisis tiene una lectura sobre lo femenino, sobre el modo singular de gozar de una mujer, que es diferente al goce masculino. Lacan nos dice que no podemos hablar de La mujer, con un artículo universal porque “La mujer no existe”. Solo se la puede contar una por una y en su singularidad. El goce femenino, tal como lo nombra Lacan,  se enlaza con el silencio, con un modo de goce que la puede llevar hacia lo ilimitado, y a la ausencia de sus actos. Hay varias maneras de presentarse este goce de la mujer, no se puede universalizar.

Lacan al adentrarse en la singularidad del goce femenino advirtió los efectos  que puede llegar a tener el partenaire en la vida de una mujer. Y es en esta dirección que decimos que un hombre puede ser un estrago para una mujer. Arrastrándola a una posición de maltrato, jugándose lo ilimitado de lo femenino en relación a su partenaire Cuando hablamos de estrago nos referimos a rasgos de devastación, y destrucción. Es la destrucción que puede provocar en ellas el amor. Y es tal vez, lo que puede explicar que algunas mujeres denuncian y luego retiran la denuncia, otras nunca llegan a realizar la denuncia. En cada una de ellas se juega lo singular de su síntoma. Es importante aclarar que hay distintas modalidades del estrago y diferentes formas de presentarse.

Cuando las mujeres reclaman sus derechos, como por ejemplo el pedido del aborto legal, se trata de considerar la decisión de una mujer con respecto al acto de parir. No escuchar este derecho es dejar a una mujer en ese lugar de desecho, es también violencia contra el cuerpo de una mujer, es dejar a una mujer como bolsa de basura. Son muchos casos de mujeres que mueren por causa de un aborto o de una praxis violenta al no realizarse en un marco hospitalario.

 Otras veces, el aparato judicial no está a la altura de las pasiones violentas que habitan en el ser humano. El derecho tiene que servir de freno a la violencia. Recordemos lo que paso hace poco con el juez que dejó libre a un violador. Este juez comete una trasgresión, legalizando la violencia fatal que se desencadena después.

*Psicoanalista