Hace unos cuantos años atrás, en esta misma revista, escribí una nota llamada “Culturas alternativas”. La mencionada nota daba cuenta de que más allá de una cultura muy visible que responde a los cánones oficiales de lo que es el arte (sea en la disciplina que sea, plástica, teatro, danza, literatura, música) existe otra cultura, trabajadora incansable y subterránea que resiste desde sus trincheras produciendo más y mejor arte para una fauna variopinta de público que busca alternativas más allá del “buen gusto” establecido. Lo asociaba con el fenómeno del Parakultural de Buenos Aires, de donde surgieron actores como Gasalla, Perciavale, Urdapilleta, Tortonese y el grupo Gambas al Ajillo, entre otros… Sin ir más lejos, en los sótanos del Berlín he escuchado gratis al Cholo Montironi artista mundial y a Noelia Moncada y Leonel Capitano que empezaron ahí y hoy son presencia en los mejores escenarios europeos. 

En un polo cultural como lo es Rosario, con más y mejor cultura para todos que nada tiene que envidiarle al monstruo porteño, múltiples emprendimientos editoriales nacieron, crecieron, vivieron lo que pudieron y murieron.  La ciudad es chica, guita no hay, siempre estamos en crisis y hay un par de medios grandes que captan el mercado local sin dejar mucha chance a otros para que crezcan. Esto sin contar lo que viene de Buenos Aires que, sin duda, es lo más vendido. 

En este panorama una revista independiente no parece tener oportunidad de crecer, sin embargo, la revista El Vecino se sostuvo desde el retorno de la democracia (septiembre de 1984) hasta el 2020. ¿Fue el porvenir de una ilusión? Apostaría a que sí. En un principio, su director, Carlos Eduardo Galli, para todos conocido como “el Turco” Galli, había trabajado unos  años en la revista “Para Vos”, minirevista que se distribuía gratuitamente en la peatonal Córdoba y los bares de la ciudad. “Para Vos” fue un emprendimiento editorial de Carlos Gabetta, una  suerte de pasatiempo en donde se entremezclaban algunas notas muy serias y críticas entre medio de artículos pasatistas y superficiales. 

 Cuando vino la democracia muchas cosas pudieron decirse, explotó el mundo editorial y periodístico ya que la ausencia de censura puso sobre la mesa todo lo que no se pudo decir antes y todo lo que se quería decir ahora. Muchos periodistas que se hicieron famosos en Buenos Aires o escritores de fuste, pasaron por El Vecino: Patricia Suárez, Osvaldo Aguirre, Patricio Pron, el amado poeta Jorge Isaías, tótem de la poesía local y el diputado provincial Carlos Del Frade, que no se cansa de laburar nunca, ni en periodismo, ni en política, ni en literatura. Es encomiable que estos dos últimos están desde los inicios de la revista hasta ahora y siempre escriben, cada vez más diría, para la revista. Hay periodistas jóvenes como Bruno del Barro y Mila Kobryn que hacen un trabajo brillante, otros más viejitos entre los cuales me incluyo, además de Gustavo Fernetti, Marcelo Agnoli, Sergio Rinaldi y Daniel Briguet. 

El hecho memorable es que El Vecino cumple 36 años esta primavera, con esta pandemia grave y certera, como lo son, además, todas las pandemias, una Latinoamérica que parece una postal de lo que ya fue (si éste no es el Plan Cóndor, es el Condorito) en donde los gobiernos de derecha encarnan las oligarquías locales asociadas a la tiranía yanqui encarnada hoy, peor que nunca, por un Donald Trump que de pato no tiene nada pero sí está, a Dios gracias, apestado por el virus. Un panorama cultural devastado y saqueado, ya sea por la pandemia, por los costos de producción, por una serie de muertes de artistas geniales como Quino que partió hace pocos días, después de regalarnos Mafalda, pasión de chicos y grandes, pasión eterna que no cesa, encarnando en su figurita, la protesta y la crítica hacia todoloquenofuncionaenelmundodelosadultos….

El mercado editorial no se salva, parece, y El Vecino, adaptándose a los nuevos  tiempos, sale a partir de este año 2020 en versión digital. La revista siempre fue gratuita, siempre salió en papel en forma mensual, en forma virtual se renueva constantemente ya que  la dinámica de las publicaciones es mucho más ágil lo que permite un acercamiento más profundo y veraz de esta realidad tan cambiante.

Entre la diversidad y pluralidad de ofertas periodísticas que, también, explotaron en forma virtual este año, El Vecino supo sostenerse, desde siempre y como siempre, sosteniendo una oferta periodística singularmente cultural, respetando la pluralidad de voces de su propio staff y adaptándose, como siempre, a las vicisitudes de cada uno de los tiempos por los que le toca transitar. Siempre fue un producto muy visible en los bares de la ciudad, distribuido en forma gratuita en El Resorte y El Cairo, del cual su fundador no deja de ser uno de los sobrevivientes de la Mesa de los Galanes, creada en torno de la figura de Fontanarrosa. Hoy por hoy su acceso es muy simple, en Facebook está como El Vecino, en la web está como El Vecino Rosario y sigue siendo una publicación gratuita para todos y todas.

Todos y cada uno tiene su propia impronta de redacción, su trayectoria y formación y cada uno es respetado y valorado por lo que hace. La revista nunca pretendió ser un canal de noticias pero sí siempre fue, desde sus inicios un producto cultural de excelencia, que, a la vez, informa. 

Así como existen culturas alternativas que no van de la mano de los cánones oficiales establecidos sino que crecen y se reproducen en forma subterránea para otro tipo de público, la revista El Vecino nunca fue subterránea pero sí supo ofrecer una oferta de periodismo alternativo que nunca obedeció a ningún tipo de canon, sino tan sólo al “olfato” del Turco Galli para encontrar gente muy valiosa que la hizo posible, antes y ahora, a lo largo de estos 36 años. Fue escuela de periodismo para muchos, entre los cuales me incluyo, que luego trazaron un camino propio y trascendente…

Sobrevivir en la trinchera, sobrevivir a los odiadores, sobrevivir resistiendo a todas las crisis posibles, las personales, las políticas y las económicas, a lo largo de estos últimos 36 años no fue una joda…El Turco Galli lo hizo posible…. Logró  sostenerse, desde la resistencia, a una ciudad caníbal, que no tan sólo asesina niños y mujeres sino que, también, dificulta la supervivencia de los medios periodísticos alternativos, sean gráficos o virtuales…