VER BALLENAS EN COMPAÑÍA DE GRANDES CONTINGENTES.-

Los viajes en épocas de ballenas desde la primera vez, serían para quién suscribe también una verdadera experiencia humana que nunca había vivido. Se trata de viajes en los cuales por diferentes circunstancias me tocó oficiar de improvisado “guía especializado”. Fueron los viajes de los años 1991, ‘93 y ‘94. El primero de estos tres periplos fue para un encuentro de la RENACE “Red Nacional de Acción Ecologista” de Argentina.

Algunas de las ONGs socio ambientales  en las que uno ha militado a lo largo de estos años han sido parte de esta histórica red, fue en octubre de 1991 cuando su reunión anual se desarrolló en Puerto Madryn, y era lógico pensar que el final de ese encuentro de tres días terminaría con un posterior embarque inolvidable. Queda grabado en mi memoria que ese viaje de octubre de 1991 coincidió con un lamentable y doloroso empetrolamiento de Pingüinos de Magallanes, cuyo desenlace fue que aproximadamente 17.000 ejemplares murieran a consecuencia de ese criminal derrame. En esos días además de sesionar para la RENACE, también colaboramos con la Fundación Patagonia Natural que realizaba ingentes esfuerzos para limpiar y salvar de una muerte segura a miles de pingüinos magallánicos. Muchos murieron como dijimos, pero muchos más se salvaron y nosotros fuimos parte de esa historia.

El viaje de 1993 también sería inolvidable, fue en una combi con un grupo de 7 a 8 personas, pero lo más sentido desde lo personal fue llevar en ese recorrido a el hijo de mi querida esposa María Eva.

 

En ese Mariano, homónimo del “Rey de las Ballenas”, también sería uno de los que con sus nueve
añitos se sorprendería para nunca más olvidar ese contacto visual con la “ballena franca austral”.

Pero no solo eso, la generosa fauna de la Península nos regalaría todo su encanto, siendo testigos de grandes grupos de elefantes marinos, lobos marinos, guanacos, choiques, maras, etc.…

El viaje de 1994 también sería muy particular ya que me tocaría oficiar, como dije en otras líneas más arriba de “guía improvisado” del primer contingente de estudiantes que me tocaba en suerte conducir. Las protagonistas de ese viaje fueron las alumnas de los últimos años de la secundaria del “Colegio Santa Juana de Arco” de la localidad cordobesa de Cruz Alta. Un amigo de Rosario que era parte del staff de docentes de ese instituto educacional fue quien ofició de conexión para ese fabuloso viaje. Este contacto había logrado que en muchas oportunidades yo diera sendas charlas en ese lugar, y fueron esas conferencias con posterior proyección las que en definitiva construyeron una relación para que  en ese año de 1994 realizáramos esa travesía desde la provincia mediterránea hasta Patagonia. No solo nos embarcaríamos a ver ballenas, también tendríamos un contacto visual extremo con un grupo de aproximadamente 60 a 100 delfines en la localidad de “Las Grutas”, en la provincia de Río Negro.

Luego proseguirían los viajes “guiando” contingentes como el que me tocó guiar en el año 2000
cuando llevamos a alumnos de los últimos años de una escuela primaria de la zona sur de Rosario. Fue fantástico ver como se transformaban los rostros de esos chicos de la Escuela Nuestra Señora del Valle. Pibes muy humildes de la siempre relegada zona sur de mi ciudad a los cuales por un concurso de un emprendimiento turístico se los premió con ese viaje extraordinario que probablemente nunca olvidarán. Hoy todavía me cruzo en las calles con esos -ahora jóvenes o a sus padres-, y todavía después de muchos tiempo, aún me manifiestan que nunca olvidan esa fantástica experiencia.

En octubre de 2004 la ONG “Fundación Patagonia Natural” de Puerto Madryn me invitaría para
participar de un “Seminario de Comunicadores de los Medios de Comunicación Patagónicos”. Esta rica experiencia en donde pude compartir vivencias como por ejemplo con Sergio Elguezabal,
conductor desde hace muchos años de “TN Ecología”, y otros tantos colegas, que cerró de la mejor forma,  embarcándonos desde Puerto Pirámides para contemplar a las “gigantes del mar” en todo su esplendor.

Particularmente esto fue muy enriquecedor ya que era para mí, la primera vez que navegaba con colegas de la región patagónica, muchos de los cuales nunca habían pasado por esa experiencia de ver ballenas de tan cerca, mientras que este litoraleño que suscribe, ya por esa época llevaba dos décadas de experiencias con estos hermosos animales.

Tres años después en octubre de 2007 me tocaría vivir otro viaje inolvidable y sublime guiando un contingente. En nuestra ciudad se había conformado el grupo de “Voluntarios de Greenpeace Rosario”, estos jóvenes eran el primer grupo con la autoridad de “voluntarios” que la famosa ONG internacional formaba fuera de la ciudad de Buenos Aires, lugar en dónde funcionan sus oficinas.

Recuerdo que por esos días estos jóvenes se encontraban juntando firmas en la calles de la
ciudad para repudiar una de las tantas incursiones que los japoneses hacen todos los veranos en las heladas aguas antárticas para venir a matar cetáceos bajo el falso pretexto de “caza científica”.
Conversando en esos días con el coordinador del grupo le dije si alguno de los muchachos
voluntarios alguna vez había experimentado una vivencia con ballenas, me respondió que ninguno, ahí mismo le dije: …  “y entonces porque no nos vamos a Península Valdés a verlas”…Le encantó la idea  y a los pocos meses “sacábamos” un colectivo con aproximadamente 60 jóvenes de esta ONG más algunos jóvenes más del “Taller Ecologista”, ONG rosarina en la cual milité durante largos 22 años de mi vida. Pero quizá lo más significativo y como dije más arriba “sublime” para mí, fue que en ese contingente pude llevar a mis tres hijos, que si bien ya conocían la Patagonia, porque junto a mi señora habíamos estado en febrero del año 2004, ésta era la primera vez que verían a las grandes ballenas. Las caritas de asombro de Marianela, Ludmila y Pedro nunca más las olvidaré en mi vida, esto fue parte también de un “sueño cumplido”.

COMO CONOCÍ A MARIANO VAN GELDEREN “EL REY DE LAS BALLENAS”.-

Para narrar la experiencia de cómo conocí a el famoso “Gordo” Mariano tengo que remontarme en el relato cronológico del principio, al año 1993. Ese viaje como dijera tuvo la particularidad que lo realizamos ocho personas en una combi.

Fue un viaje maravilloso, el muy buen tiempo nos acompañó todos los días, tuvimos un buen
embarque viendo a las maravillosas ballenas, y buenas observaciones desde la costa, tanto en la conocida Playa El Doradillo, como en otro lugar espectacular de la Península que es muy buscado por los buceadores, me refiero a Punta Pardelas, ahí las ballenas se aproximaron tanto a la costa que las disfrutamos como cuando uno se embarca. Además pudimos ver mucha fauna terrestre en nuestro recorrido por Península, dónde se nos fueron cruzando maras, zorros, guanacos, choiques y hasta peludos… Fueron unas jornadas inolvidables.
Pero claro, una de las “perlas” de ese viaje de octubre de 1993 sería mi encuentro con Mariano el “gordo” Van Gelderen, el “rey de las ballenas”.

Recuerdo que fue una mañana, nosotros habíamos decidido en ese viaje que nuestro campamento lo haríamos en el Camping de Puerto Pirámides. Este lugar es una pequeña localidad, la única dentro de la Península, desde la cual se realizan los famosos embarques para ver a las grandes ballenas. Recuerdo que una mañana al levantarme decidí aproximarme hasta la casa de Mariano que a su vez también era parte del local comercial en dónde el público podía contratar los embarques. Con mucha timidez y ya jugado por jugado le pregunté a una de las personas que atendía si estaba Mariano Van Gelderen.

Mi sencilla pregunta tenía que ver con que a veces el “gordo” se encontraba en Buenos Aires y no estaba por ende en Península. Pero decididamente esa era “mi mañana”…La persona a la cual había consultado con mi pregunta, me contestó “si está…lo necesita para algo”…

Enseguida me presenté como periodista de la ciudad de Rosario y le dije que mi intención era
hacerle una nota. Esta empleada me dijo que aguardara unos segundos…esos instantes para mi fueron eternos. Pero todo “andaría sobre ruedas” esa soleada y bonita mañana. Luego de unos instantes y al salir nuevamente está mujer recuerdo me dijo: “Espérelo unos instantes y ya los atiende”. Estallaba de alegría por dentro, sabía que si Mariano se encontraba rara vez negaba entrevistas, eso fundamentalmente porque él tenía interés en que la leyenda de su figura siguiera creciendo, pero también sabía de su carácter bastante fuerte, y si ese mañana no hubiese  estado de humor no me habría atendido. Pero como dije, ésa “Era mi mañana”…
Después de esperar unos minutos, no muchos, me hicieron ingresar a lo que a todas luces era el comedor de esa casa, ahí, sentado sobre un sillón estaba él: Mariano el “rey de las ballenas”, esa robusta figura sobre la cual se habían tejido tantos relatos y leyendas. Con una sonrisa que apenas se dibujaba entre su espesa y larga barba me invitó a sentarme  y ahí nomas comenzó la entrevista.

Mi grabador encendido fue testigo de ese reportaje que hoy atesoro con tanta alegría y cuidado. Fue muy rica toda la charla que se extendería en total casi una hora. En ella me contaría sobre la sexta generación de holandeses en la Argentina de la que el formaba parte, sobre sus comienzos llevando gente para avistar ballenas…siendo crítico también para con el tema del buceo con esos animales diciendo que estaba bien que estuviese prohibido.
Aclaro que si bien toda la entrevista fue muy rica, también debo decir a fuerza de ser sincero que muchos conceptos interesantes los deslizó ya con el grabador apagado, como si esa cuestión lo animara a contar algunos secretos bien guardados de su relación con las ballenas.
Una de las preguntas finales de la entrevista, de hecho la tenía reservada para el final del reportaje, era saber si como decía la “leyenda” Mariano Van Gelderen hablaba con las ballenas…

Recuerdo que hizo un silencio, sonrió y dijo…

“Bueno eso es…con bastante éxito  como con los perros, los gatos o las vacas…si le imitas el sonido que ellas hacen conociéndolas tienen una reacción, es el reflejo condicionado, son
mamíferos…uno les imita el sonido y prestan atención…”

¿Creés que tantos años llevando gente a verlas ya hay con ellas como un entendimiento mutuo…?

 

“Yo creo que hace muchos años cuando estaba solo, sí podía haber un entendimiento, capaz que conocían mi lancha, a uno le parece, son animales, en este momento cualquiera de los chicos está posibilitado de reconocer y que las ballenas se acerquen a la lancha, en reconocimiento, y parece que lo reconocen a uno, es una sensación, hay ballenas que nosotros las vemos de año a año, son ballenas más dóciles que inmediatamente se vienen a la lancha a verla y así uno las reconoce de otro año, inclusive les ponemos nombres…yo lo hice al  principio y ahora lo hacen todos, es relativamente sencillo hacerlo, vos ves a una misma ballena tres años seguidos, se llama Rosita por ejemplo, y chau de ahí en más se llama con ese nombre y de esa forma la identificás”.

Si bien, y como dijera líneas más arriba, se explayaba mucho más sobre el tema cuando el
grabador se apagaba. Es como que sin ese aparato funcionado, que en definitiva multiplicaría su voz en las radios de mi ciudad, se animaba a hablar más, a contar las increíbles historias vividas desde los comienzos mismos de la década del setenta en contacto con estas enormes criaturas, las verdaderas protagonistas de los mares del sur argentino.

Así es un poco está historia de casi tres décadas de viajes permanentes a las costas de Chubut. No sólo fueron viajes en época de ballenas, también los hubo en épocas de verano e invierno. Y claro está, las historias para narrar son muchas. Quedan algunos hechos que seguramente en otras notas contaremos, y quedan también  otros relatos, casi fantásticos diría yo, que quedan se guardan en lo más profundo del corazón.

 

SERGIO RINALDI

 

TALLER DE COMUNICACIÓN AMBIENTAL

 

tallerdecomunicacionambiental@gmail.com