LA ARGENTINA Y AMERICA LATINA Y LAS INTRIGAS DEL NAZISMO

La historia de muchas ideas donde la políticas se asocian a sociedades secretas y justamente referidas al Tercer Reich antes del nacimiento del mismo; muchas actividades ocurrieron en Argentina y el resto de América Latina.

 Las historias son numerosas y enigmáticas donde el misterio y las sombras son un continuo sentido de momentos oscuros de la humanidad y como veremos en esta nueva entrega de mis artículos sobre las operaciones nazis antes y durante los años treinta y cuarenta, hubo algo extraordinario y no muy claro una actividad secreta del Reich conocida como «Operación Bolívar”. Uno viendo una historia que parece lejana, la misma está más cercana que nunca y este hecho muestra claramente, el compromiso de los gobiernos de entonces, con el nazismo. 

Pero lo más irónico de la trama oscura de estos episodios es en este caso la de otra figura enigmática y siniestra como fue Simón Bolívar.

 Cada uno de mis lectores sacara sus propias interpretaciones y se harán una idea del contenido de este capítulo.

¿Hitler vivo?

Esta suma de datos, varios de ellos inéditos, alcanza para justificar la aparición de este nuevo libro de Editorial Planeta, pero el autor, quien en obras anteriores expuso su teoría de que Hitler no se suicidó en Berlín sino que escapó a la Argentina, avanza un paso más.

Al respecto, asegura que Adolf Hitler no solo se refugió en el país sino que además mantuvo diferentes reuniones y encuentros con políticos, militares y hombres de negocios nacionales y extranjeros. En ese sentido, menciona, a partir de testimonios recogidos durante su investigación, una supuesta reunión entre Adolf Hitler y el empresario rosarino Luis Escarabino, vinculado al club Rosario Central, realizado en 1949 en La Falda, Córdoba. El autor asegura que Escarabino era socio del matrimonio compuesto por Ida y Walter Eicchorn, financistas germano- argentinos de Hitler.

Este relato concuerda con el de Catalina Gamero, persona de confianza de los Eichhorn, quien en los años 90 aseguró públicamente que atendió al ex Führer en la residencia de la pareja ubicada en La Falda. 

También es concordante, de acuerdo a la explicación del autor, con una documento desclasificado del FBI, posterior a la terminación de la guerra, que señala que los Eichhorn habían realizado en la  La Falda “los preparativos necesarios” para recibir a Hitler. En otro caso, Basti asegura que durante esos años también hubo una reunión de la que participó Hitler en la localidad chaqueña de Samuhú, donde el ex Führer se reunió con directivos de las firmas La Forestal S.A. y Samuhí S.A., ambas dirigidas por afiliados al partido nazi, para ese entonces formalmente inexistente. De ese encuentro participaron el empresario germano Walter Hinckeldeyn y dos directivos de las empresas mencionadas, de apellidos Hote y Hoefe, según la meticulosa narración de un custodio de los alemanes que estuvo en ese encuentro realizado en una casona conocida como “La Mansión”, actualmente en ruinas, ubicada dentro de un gran predio que en noviembre de ese año fue expropiado en favor del municipio de Samuhú, mediante la ley provincial N° 1.432.

Allí, además de “La Mansión”, en los años 40, funcionaba una industria procesadora de tanino, un laboratorio, un hotel y una estación de trenes. También una pequeña pista de aterrizaje que era utilizada por los alemanes, de acuerdo al testimonio de antiguos pobladores. Basti relaciona este lugar, y la localidad cercana de Charata, con un sugestivo documento desclasificado, también del FBI, presentado en su libro, que asegura que el máximo jerarca nazi tenía un refugio alternativo en territorio chaqueño.

Hitler y el Nuevo Orden invitan al lector, créase o no en el escape del Führer, a un impactante recorrido revisionista de la historia con datos documentados y precisiones de una increíble trama de intereses que pone en jaque a la historia oficial.

¿Distracción?

Otro elemento que señala el investigador argentino es que el supuesto cráneo de Hitler que guardaron en Moscú las tropas soviéticas que tomaron en 1945 la capital alemana, no sería del líder alemán sino de una mujer. Así lo señalaron científicos británicos hace un par de años.

No obstante, hay historiadores e investigadores sobre el tema que desechan cualquier otra versión que no sea la muerte oficial que se conoce de Hitler.

«Él murió en el búnker en 1945 como está comprobado», dijo a BBC Mundo el escritor y periodista Uki Goñi, autor de publicaciones sobre la huida de criminales nazis a Argentina tras la Segunda Guerra Mundial.

«No hay prueba de que llegó en un submarino a la Patagonia. En aquella época investigadores ingleses hicieron un inventario de los submarinos alemanes y no les faltó ninguno», señaló Goñi.

«Además hay numerosos testigos que estuvieron presentes cuando murió. Los historiadores dicen que no se puede probar un negativo. Yo no puedo probar que Hitler no vino a Argentina, pero hasta que haya evidencia concreta de que sí vino a este país no se puede afirmar eso seriamente», agregó.

 A juicio de Uki Goñi, la teoría de que Hitler huyó a Sudamérica y «la fascinación que hay sobre este tema, lo que hacen es desviar la atención de lo que sí realmente ocurrió que fue el escape de cientos de Nazis a Argentina con la ayuda del gobierno de Suiza, el Vaticano, el alemán y la Casa Rosada».

«Entre estos criminales hay personajes terribles como (Otto Adolf) Eichmann y Josef Mengele (acusado de experimentos médicos con humanos)», apuntó.

De acuerdo con libros de escritores como Goñi o Alberto Sarramone, fue durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón cuando se facilitó la llegada a Argentina de personas que habían combatido con las tropas nazis.

«Yo tengo una lista de 280 personas con causas abiertas por lesa humanidad que vinieron en esa época y que he cotejado con el registro de migraciones aquí. Unos 33 son alemanes o austriacos, el resto son nazis belgas, franceses, croatas o de otras nacionalidades», señaló Goñi.

De hecho, según Sarramone, el director de Migraciones que nombra Perón crea un comité que diseña la estrategia para recibir extranjeros a finales de los años 40, en el que participan un belga, un croata y un checo que tenían acusaciones por crímenes de guerra.

«Esto es mucho más serio y comprometedor que la fantasía de que Hitler pudo venir (a Argentina) en un submarino», señaló Goñi.

Así se montó la ‘Operación Bolívar’, la red de espionaje nazi que actuó en Suramérica

 El vínculo entre el nazismo y América Latina suele centrarse en el escape de importantes figuras del régimen del Eje una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, había enviados nazis desplegados en el territorio desde 1940 trabajando en una red de espionaje que se conoce con el nombre de ‘Operación Bolívar’.

La operación fue investigada por el historiador David P. Mowry en su trabajo ‘Actividades clandestinas alemanas en Suramérica durante la Segunda Guerra Mundial’, elaborado en 1989 para la oficina de Archivos e Historia de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés). El documento fue declarado en su momento como ‘ultra secreto’ y desclasificado recién en 2009.

En su investigación, Mowry recoge que la Operación Bolívar fue implementada por la ‘Sicherheitsdienst’, el Servicio de Seguridad nazi, y que tuvo actividad especialmente en Brasil, Paraguay y Argentina, donde llegó a tener influencia en «círculos oficiales».

Se considera al alemán Johannes Siegfried Becker, cuyo nombre clave era ‘Sargo’, como el principal responsable de la operación, al ser el encargado de organizar las redes de espionaje en América Latina. Su primer destino fue Buenos Aires, adonde arribó en 1940 con una misión inicial de sabotaje pero que luego se limitó únicamente el espionaje.

Becker debió, sin embargo, mudarse a Brasil en setiembre de ese año, al haber sido identificado como agente nazi. Allí inició contactos con Gustav Albrecht Engels, cuyo nombre clave era ‘Alfredo’, quien se especializaba en realizar espionaje económico para la ‘Abwehr’ (Inteligencia Militar alemana) desde 1939.

Engels transmitía información valiéndose de un transmisor de radio que, cuando conoció a Becker, pasó a utilizarse para la transmisión de toda la red de espionaje desde San Pablo, en Brasil, hacia Berlín

Los agentes alemanes lograron así proveer al régimen nazi de vasta información sobre temas militares, navales, industriales y económicos que recababan agentes secretos en América Latina y EEUU.

En Brasil también operaban otras tres estaciones de radio dedicadas a la transmisión de información secreta. Uno de ellos era el denominado grupo ‘Lirmax’, cuyo nombre derivaba de la operación conjunta de las radios ‘Lir’ de Brasil y ‘Max’ de Alemania, que tenía presencia en Argentina, Brasil, Ecuador y Uruguay.

En noviembre de 1941, Berlín reorganizó su presencia de espías en Suramérica, disponiendo que las operaciones de espionaje en toda la región estuvieran a cargo de Becker y fueran monitoreadas desde Buenos Aires. También se definió el desarrollo de nuevas redes de espionaje en Chile y Paraguay.

La investigación de la NSA consigna que el objetivo de Becker era instalar un radio transmisor de la red de espionaje en cada país suramericano pero únicamente fue posible en Argentina, Chile y Paraguay.

En febrero de 1942, la estación de radio instalada en Chile ya transmitía información recogida por agentes ese país pero también en Perú, Colombia, Ecuador, Guatemala, México y EEUU.

Por supuesto, la cantidad creciente de agentes secretos nazis en América Latina requería que Alemania enviara fondos para su sustento. Como el financiamiento debía hacerse de forma clandestina, el régimen nazi decidió solventar a sus agentes enviando de forma secreta piedras preciosas para que vendieran luego en el mercado negro.  

Más tarde, Alemania comenzó a enviar de la misma forma medicamentos de alto costo que los agentes podían intercambiar en sus países por buenas sumas de dinero.

El envío clandestino de joyas y medicamentos, así como de material criptográfico, solía hacerse a través de tripulantes de embarcaciones españolas que viajaban con mercadería hacia los países de Suramérica.

La red de espionaje en América Latina tuvo un importante desarrollo que le permitió, según la NSA, llegar a enviar hasta 15 mensajes al día a las autoridades nazis en Berlín.

Sin embargo, el trabajo de los propios gobiernos latinoamericanos, que identificaron y detuvieron a varios agentes con el correr de los años, las acciones de contrainteligencia de EEUU y el Reino Unido en la región y el propio transcurso de la guerra, hicieron que la red perdiera peso poco a poco.

La investigación de la NSA concluye que la información transmitida desde Suramérica hacia Alemania «probablemente» no definió la guerra. Incluso, considera que los pocos datos que espías nazis lograron enviar a Berlín desde EEUU fueron mucho más efectivos en favor de los intereses nazis.