EL NUEVO  CUARTO  REICH  COMIENZA A GOBERNAR DESDE LA ARGENTINA Y OTROS LUGARES DE  AMERICA LATINA.

Durante los años ‘40, en la Argentina políticamente hablando, empezaba  el auge del nuevo movimiento nacionalista conocido como: el Nacional Justicialista, era durante la última fase a nivel mundial de la Segunda Guerra mundial.

El tercer Reich estaba en plena caída  y comenzaba la fuga generalizada y programada desde la Alemania de Hitler, para esconder durante décadas e inclusive hasta hoy -en el pleno siglo XXI- de los valores monetarios  y documentos reveladores que ante el paso del tiempo muchos no están desclasificados, pero demostrarían que en la Argentina pre y pos justicialista en la cual el  líder fue responsable de  operaciones  encubiertas para proteger el patrimonio del vencido Imperio Hitleriano.

 Además fueron  protegidos algunos personajes destacados del Tercer Reich. Todo esto, fue planificado desde el comienzo de la derrotas militares del mismo, por el año 1943 justamente  cuando en la Argentina, el GOU una sociedad secreta militar donde participaban altos rangos de la oficialidad nacionalista  empezaba a tener protagonismo en la historia del siglo pasado.

Las torres nazis en la Argentina

Me acuerdo de una canción que dice en una de sus letras… “que hay otra historia” y es un disparador muy importante para entender el pasado de nuestro país donde existen muchos lugares oscuros de la historia Argentina. Por ejemplo: en el siglo pasado o mejor dicho, en  el siglo XX, hubo hechos no muy claros en los períodos que van de los años cuarenta hasta los setenta inclusive y… más

Pero el tema fundamental , es el porqué muchos agentes nazis encubiertos se instalaron en  el territorio nacional casi al finalizar la segunda guerra mundial o mejor dicho el Genocidio Mundial de los intereses capitalistas y para empezar debemos remontarnos a 1944, casi la antesala de la derrota de la Alemania Nazi y el comienzo del gran escape de personajes y dinero de dicho Movimiento político  en la famosa ruta conocida ratline o ruta de las ratas que desde el Vaticano, emitía  los salvoconductos  entregados por orden del obispo Alois Audal quien jugó un papel fundamental en dicha operación de fuga y refugio en países de América del Sur y en especial el nuestro.

Las historia más importante comienza con Perón  y la oficialidad nacionalista del ejército argentino aglomerados en el GOU, una Logia militar nacionalista afín  a los ideales nazis y fascistas de la época que en sus orígenes se lo menciona durante la Revolución de 1943 y donde el coronel Perón juega  el movimiento más importante dentro del tablero de ajedrez  de las militares. 

Pero siguiendo el nudo del tema y el porqué de la llegada de agentes nazis a la Argentina, era precisamente preparar el terreno -ante la posibilidad de la derrota- de salvar y refugiar a los jerarcas importantes del Tercer Reich y salvaguardar sus riquezas expoliadas a muchos países europeos durante dicho conflicto. 

Sabemos que la embajada alemana en Buenos Aires recibía radiomensajes desde Berlín para iniciar las operaciones de los agentes nazis en el territorio nacional. Una de dichas operaciones se conoció como Operación Tierra del Fuego; donde y no por casualidad desembarcaron en las costas patagónicas una serie de submarinos alemanes que luego de la caída de Berlín, -que puso fin a la guerra mundial- iniciaron una ruta de escape con los tesoros y otros elementos que nadie sabe hasta la fecha que secretos trasladaban los U-  Boot y donde uno de ellos se entregó en la base de la marina argentina en Mar del Plata.  Asimismo, el comandante del mismo Shaffers  negó que dichos submarinos trasladaran a personajes muy importantes del Reich derrotado.

Pero, según un informe del FBI de Hoover,  decía que Hitler escapo de Berlín junto a su esposa Eva Braun y otros jerarcas  hacia la Argentina u otro país sudamericano en dichos submarinos y que el suicidio fue una fachada para la fuga. Como sabemos Stalin había dicho en Potsdam  -en la reunión de los vencedores y los futuros contrincantes de la guerra fría: los Estados Unidos y sus aliados, como así también la Unión Soviética y los países satélites del  comunismo-, que un secretario norteamericano que había participado de la misma dijo  que Hitler escapó hacia la Argentina. Esto puso en estado de alerta a los Estados Unidos y podría insinuarse que los soviéticos escondían algo sobre Hitler y su cuerpo en la llamada Operación Mito donde  Stalin ocultaba un secreto de estado que tendría sus consecuencias en el tiempo.

Los nazis argentinos preparan el terreno para el Reich

 Mientras tanto los Estados Unidos en los años  que van de los ‘40  hasta los ’80, con la caída del Muro de Berlín, post guerra mundial,  inició una operación secreta llamada Operación Paperclip, dicha directiva fue secreta proveniente del presidente  Truman en septiembre de 1945 cuyo fin era extraer de Alemania, 700 científicos nazis para que trabajaran con el gobierno de los EEUU. Era una forma de enfrentar a su gran enemigo rojo del Este de Europa y convertirlos a los nacionalsocialistas en permanente colaboradores y aliados anticomunistas en el mundo científico y de espionaje.

Pero volviendo al tema de las operaciones encubiertas en Sudamérica veremos que muchos países que se decían aliados del  norte continental fueron también protagonistas de recibir a refugiados nazis pero no los científicos sino a los criminales guerra así también sumas altísimas de dineros transferidos casi al final del conflicto por compañías, financieras y bancos germanos con ideología nazi. 

En el caso de la Argentina las operaciones comenzaron antes de la caída del Tercer Reich  es decir desde 1943 donde los militares argentinos se dividían en dos grupos pro aliados y nacionalistas entre estos últimos figuraba un importante militar: el Coronel Juan D. Perón que tendría un rol muy importante con los fugados de la Alemania nazi y cuando digo que todo comenzó con anterioridad  en la Francia ocupada; hubo una reunión donde economistas y políticos estaban preparando la fuga de capitales hacia otros rincones del mundo en esta caso fue en un principio la Argentina.

En el aspecto formativo debemos pensar que la Argentina recibió a varios científicos e ingenieros alemanes como por ejemplo a Kurt Tank el diseñador de los aviones Pulqui I y II y otras figuras del régimen derrotado quienes obtuvieron del gobierno argentino documentación oficial que le permitirían  como entrar y salir del país y cuyo ejecutor fue el mismo Perón que realizo tratos secretos con dichos personajes.

Pero la historia debemos verla como una sucesión de acontecimientos que están relacionados temporalmente en distintos procesos políticos y sociales por esa razón el nazismo en la Argentina surge antes de 1943. Ya en los años ‘30, los militares asumieron a un rol muy importante en la vida pública y se expresa  en el  Golpe del 30’donde asume una dictadura filo germana con la figura del general José Félix Uriburu.

En este período empezaron a tener notoriedad los nazis que conformaron las fuerzas de choque con la Legión Cívica e iban a tener notoriedad en las luchas callejeras contra comunistas y judíos.

Asimismo,  se crea el Grupo Argentino del Partido de los Trabajadores Nacional Socialista Alemán fundado en 1931, en ese mismo año estos dos grupos desfilaron frente al dictador con sus camisas pardas y las cruces gamadas en la conmemoración patria de la Revolución de Mayo el día 25 de dicho mes.

 Estas fuerzas paramilitares tuvieron intervenciones en más de una ocasión en las calles de Buenos Aires en 1933  atacaron a manifestantes de organizaciones judías que se habían reunido en el Luna Park para denunciar la liquidación del Parlamento Alemán  en ese mismo año cuando asume Hitler como Canciller del Reich  la llegada al poder fue festejada en un acto en el teatro Colón.

El auge de la militancia nazi en Entre Ríos

La historia del activismo nazi en diversas localidades de la provincia y las acciones que se hicieron para contrarrestarla y evitar el avance del nazi fascismo.

El edificio de General Galarza en su apogeo lucía la Bandera Argentina y otra nazi.

El edificio de General Galarza en su apogeo lucía la Bandera Argentina y otra nazi.

En mayo de 1945 terminaba oficialmente la Segunda Guerra Mundial en Europa. La rendición de Alemania cerraba el principal teatro de operaciones del conflicto global más grande de la historia. Todavía quedarían varios meses de guerra en el Pacífico. Recién el 2 de septiembre de aquel año, y después de dos bombas atómicas, el emperador de Japón, Hirohito, presentaría su rendición incondicional al general aliado Douglas MacArthur, cerrando los seis años más sangrientos de la historia humana.

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La relación de Argentina con Europa era entonces muy fuerte. Sobre todo, con la Alemania e Italia de la preguerra, debido a la enorme cantidad de inmigrantes que habían llegado desde aquellos países, y por la sólida relación política y comercial que existía con ellos.

   Tan fuerte eran aquellos lazos, que Argentina se negó a declararle la guerra al Eje pese a las presiones de Estados Unidos e Inglaterra, y solo lo hizo el 27 de marzo de 1945, un mes y medio antes de la rendición alemana, y cuando la derrota de Hitler y Mussolini ya eran un hecho consumado. Pero aquella relación no era solo una cuestión formal entre los gobiernos o las grandes corporaciones comerciales. Una gran cantidad de ciudadanos argentinos estaban comprometidos con la causa nacionalsocialista que encabezaba Adolf Hitler en el Reich alemán, y con el fascismo italiano que encarnaba il Duce Benito Mussolini. 

   Las muestras de apoyo habían comenzado a finales de los años 20, y fueron cobrando fuerza a medida que el poder del nazismo se hacía sentir en todo el mundo a través de un gigantesco aparato de propaganda. Las cruces esvásticas se multiplicaban en todos los países donde había comunidades alemanas importantes y comprometidas. En Argentina había, y en Entre Ríos también. 

Las primeras alertas 

   A principios de 1936, las comunidades judías de Entre Ríos comenzaron a movilizarse y a alzar las primeras voces de alerta ante la creciente ola antisemita que avanzaba en Europa. Todavía faltaban tres años para el comienzo de lo que sería la Segunda Guerra Mundial, pero el nazismo avanzaba en Alemania, y su aparato de propaganda diseminaba sus ideas por todo el mundo. 

   En su libro Nazismo y otros extremismos en Entre Ríos, los investigadores uruguayenses Celomar Argachá y Orlando Busiello hacen un pormenorizado recorrido por la realidad de aquellos años a través de una profusa investigación sobre la prensa escrita de entonces. En este rabajo rescatan una conferencia brindada por la escritora estadounidense de origen judío Gina Medem, quien, en una muy concurrida charla brindada en el Centro Social Israelita de Concepción del Uruguay, ya alertaba en 1936 sobre el avance del Tercer Reich sobre Europa y el tremendo hostigamiento al que estaba siendo sometido el pueblo judío de aquellos países. 

   Ese mismo año, la derecha entrerriana de aquellos tiempos provocó un hecho que se destacó sobre los demás en materia de actos públicos, y lo hizo desde la localidad de General Galarza, un pequeño pueblo en el Departamento Gualeguay, que se convertiría en uno de los primeros lugares del país donde se efectuaría un acto de neto corte nazi.

   El 19 de septiembre de 1936, se inauguró en Galarza el edificio de la Unión Germánica, un centro social que nucleaba a una porción importante de la población que tenía origen alemán. Las crónicas periodísticas de la época dan cuenta de discursos racistas enfervorizados, señalando a los judíos con los más crudos adjetivos, y enalteciendo la superioridad alemana. Entre los discursos más encendidos, se habla de un médico que habría llegado a la ciudad especialmente para el acto.

   Según la investigación de Busiello y Argachá, se trataría del Dr. Miguel Facello, un profesional de la salud que había viajado hasta Galarza desde la ciudad de Nogoyá. 

   El diario El Día de Gualeguay, destaca en su edición del 22 de septiembre de 1936, la enorme cantidad de banderas nazis durante el acto. “Se habló de salir en manifestación por las calles con un centenar de banderas con esvásticas, pero no se llevó a cabo porque uno de los organizadores hitleristas no estuvo de acuerdo”, remarca el relato periodístico de la época, señalando que “los hitleristas se sentían dueños de Galarza, como si estuvieran en Alemania…”

   Los actos se sucedieron de forma ininterrumpida durante todo aquel tiempo, pues las notas periodísticas se multiplicaron durante varios meses relatando nuevas acciones del grupo germánico en General Galarza. A los discursos y los actos en este pueblo le sucedieron hechos más graves que motivaron una intervención directa de la Justicia. Un grupo perteneciente al Centro Germánico salió una noche y pintó cruces esvásticas en las puertas de todos los vecinos de origen judío. 

   Por aquel hecho hubo tres detenidos que fueron condenados a tres meses de prisión por daños. La actividad política del fascismo en General Galarza ya había trascendido, y gran parte de la región estaba enterada de lo que sucedía en aquella localidad. Aparecieron sectores de la prensa de la época que comenzaron a minimizar los hechos, y otros sostenían la necesidad de un urgente llamado a la cordura. 

 “Galarza es un pueblo progresista, con camiones, carros y automóviles que van y vienen, con una mayoría de hombres honestos y trabajadores alejados de las malsanas propagandas exóticas”, señalaba por entonces el diario El Debate. 

“Sobre el final del año 37, lejos de disminuir, el movimiento nazifascista de Galarza parecía incrementarse, demostrando sus adeptos mayor confianza, desinhibición y una actitud desafiante frente la comunidad”, detallan los investigadores uruguayenses, autores del libro Nazismo en Entre Ríos. Uno de los registros más salientes de aquellos años cada vez más cercanos a la guerra fue el relato de un inspector que recorrió un “centro nacionalista” del pueblo, y se encontró con que los niños del lugar despidieron a la autoridades con la mano en alto haciendo el saludo nazi. No se sabe a ciencia cierta si el hecho ocurrió con los alumnos de la escuela que funcionaba en la Unión Germánica o en algún otro lugar del pueblo. 

En el resto de la provincia

Hechos parecidos a los de Galarza se sucedieron en otros lugares de Entre Ríos. En Concordia, con motivo del acto del 9 de Julio de aquel mismo año, un grupo de jóvenes ingresó al desfile que llevaba adelante el Regimiento 6 de Caballería, y desfilaron ante las autoridades haciendo el característico “paso de ganso”, que distinguía a las tropas nazis, e hicieron el saludo fascista “ante el estupor e indignación de los presentes, relata una investigación del historiador Filiberto Reula. 

En este caso se trataba de un grupo que se hacía llamar Los Legionarios, por pertenecer a una agrupación denominada Legión Cívica Argentina. Vestían uniformes, eran nacionalistas, y se presentaba en grupo cerrado durante los actos. 

En La Paz sucedió algo parecido. Otro grupo de derecha, en este caso llamado Movimiento Nacionalista, intentó hacer un desfile al término del acto del Pronunciamiento de Urquiza, el 1° de Mayo de 1938. Salieron de la parroquia de la ciudad y, vestidos con camisas pardas, se formaron para comenzar a desfilar por la plaza, pero la intervención de la Policía impidió la marcha. 

Las actividades pronazis se sucedían en distintos puntos de la provincia a medida que Alemania crecía en propaganda y sumaba publicaciones que se distribuían en distintas localidades entrerrianas, sobre todo en aquellas donde la comunidad de ascendencia germana tenía incidencia dentro de la sociedad local.

En Crespo, por ejemplo, se destaca la inserción de la propaganda alemana a través de publicaciones deportivas que exaltaban el poderío germano en esas disciplinas. El equipo de gimnasia de esa localidad estaba dirigido por un profesor nacido en Alemania llamado Guillermo Pentke, un gimnasta de excelencia que fue parte de una delegación que fue seleccionada por la embajada alemana para recorrer Alemania a fines de 1938. 

La propaganda alemana era demoledora en todo el mundo. Joseph Goebbels, el artífice máximo del aparato publicitario nazi, generó el clima necesario para fomentar el odio racista hacia los judíos en muchos países, y en Entre Ríos estaba dando resultados. Las acciones en contra eran aisladas. En abril de 1938, desde Concepción del Uruguay se comenzó a organizar un congreso que reuniría a todas las organizaciones judías de Entre Ríos.

El lugar elegido como sede sería la ciudad de Basavilbaso, donde residía una de las mayores colectividades judías de Entre Ríos. Si bien la idea era mostrar todos los aspectos positivos en que la comunidad judía había sido parte de los logros culturales, sanitarios, económicos, industriales y cooperativos para el desarrollo de toda la región, el objetivo era claramente otro: tratar de contrarrestar la propaganda nazi en la región.

Una crónica del diario Los Principios de aquel año lo deja claro. “Desde tiempo atrás se ha infiltrado en nuestro medio una propaganda virulenta en desmedro de la colectividad judía. Esa táctica inusitada ha provocado una justificada reacción en la colectividad judía, y esa reacción no es otra que la organización de este congreso”, señala.

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Acto en el Luna Park

   La cúspide del accionar del nazismo en la Argentina fue el acto que se llevó a cabo en el Luna Park el 10 de abril de 1938. Fue una celebración multitudinaria de la anexión de Austria a la Alemania nazi de Adolf Hitler. “La cita estaba prevista para las diez de la mañana de ese mismo 10 de abril. Media hora antes, las puertas el Palacio de los Deportes se abrieron para recibir una multitud de alemanes, austríacos y argentinos. Entre doce y veinte mil personas llegaron hasta las proximidades de Corrientes y Bouchard. Contaban con la venia de la jefatura de policía, que dos días antes había accedido al pedido de la comunidad austroalemana para realizar el acto”, reconstruyen los periodistas Guido Carelli Lynch y Juan Manuel Bordón en su libro Luna Park: El estadio del pueblo, el ring del poder.

   Como para describir el grado de complacencia que existía con el movimiento nacionalsocialista alemán por parte de las autoridades, se destaca el permiso presidencial que hubo para el acto de parte de Roberto M. Ortiz, y la presencia de personalidades de la política local, como el gobernador de Buenos Aires, Manuel Fresco, y su ministro, Roberto Noble, fundador de diario Clarín.

   Alentados por semejante despliegue, las actividades de los grupos germanófilos en Entre Ríos continuaron desarrollando sus actividades cada vez más exaltados. Ya desatada la guerra a partir del 1° de septiembre de 1939, las noticias fueron dejando de lado los actos vinculados con la propaganda ideológica y se abocaron a la cobertura de los hechos bélicos en Europa. Sin embargo, el accionar de los grupos nazifascistas continuó trabajando en toda la provincia.

   Seguidores del Duce No solo el fanatismo por el nazismo alemán canalizaba las expectativas de la derecha entrerriana, también el fascismo italiano, encarnada en la figura de Benito Mussolini, fue una vertiente con muchos seguidores en esta provincia. La enorme comunidad de ascendencia italiana encontró en muchos centros urbanos provinciales un punto de referencia para apoyar al Duce. La ciudad de Paraná fue escenario en mayo de 1936 de una enorme celebración con motivo del triunfo del ejército italiano en Etiopía. Hubo desfiles y banquetes para realzar la victoria del fascismo.

   En consonancia con ese hecho, los escritores uruguayenses Bussielo y Argachá ejemplifican una variada gama de denuncias realizadas a través de la prensa sobre actos de infiltración de la propaganda fascista en distintos puntos de Entre Ríos.

   Desde implicancias con el poder político en San Salvador, hasta colonos de General Campos, acusados de ingresar y distribuir propaganda italiana. También en Paraná se realizó la denuncia mediática sobre la instalación de “un centro fascio que ocupa las instalaciones de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos, frente a la Plaza Alvear”, señala un artículo de El Diario de mediados de 1938.

“Las autoridades fascistas, representadas por miembros de la colectividad italiana y el agente consular, efectúan una intensa campaña para constituir el fascio o Dopolavoro”, remarca la crónica sobre la actividad fascista en la capital provincial.