Luchar para ganar

Desde la alegría de la cancha chica a la necesidad de pelear por la felicidad en la cancha grande de la realidad y la historia. Esta muchachada sintetiza la porfiada pelea cotidiana de insistir en realizar los sueños de los de abajo.

En un país saqueado de manera permanente no es sorpresa que se sufra también en la cancha chica del fútbol porque es lo que sucede en la vida cotidiana y en la historia que se mete en los colores celestes y blanco de la camiseta y la bandera.

Pibada exiliada pero que ama su pueblo a partir del amor que reciben de millones y millones que encuentran un cachito de felicidad en cada grito de gol, en cada atajada y también en cada pared, caño, lujo y pisada que vienen en la cultura futbolera que se sintetiza en la frase toque corto y corazón. Y esa síntesis de la vida que suelen ser los partidos de fútbol, dos muchachos, los más grandes, Messi y Di María, marcaron la pertenencia de una ciudad atravesada por dolores que son consecuencias de negocios mafiosos impunes.

En los goles de los dos, en sus gambetas, en su insistencia hay también un símbolo de la vieja y querida ciudad obrera, portuaria, ferroviaria e industrial que habrá que recuperar para ganar el campeonato de la felicidad en la cancha grande de la vida cotidiana y colectiva.

Las camisetas vendidas en cada rinconcito de la Argentina también empiezan a latir por nuevos éxitos que habrá que conquistar. Aquellos que están en las necesidades que hay que satisfacer apelando al juego en equipo, a la confluencia de gente con experiencia y pibada hambrienta de justicias por descubrir, con garra, talento y la profunda convicción de no aflojar hasta el último momento.

Porque eso viene del fondo de la historia argentina, de las gestas imposibles como fue el cruce de Los Andes y enfrentar a los ingleses en cualquier siglo.

Quizás para ganar el campeonato mundial de la felicidad del pueblo argentino haya que modificar las reglas de juego. Imitar la mística de esta muchachada: luchar para ganar.

Celebremos, gocemos, tenemos derecho. Y busquemos ganar otros partidos. Aquellos que se juegan en la cancha grande de la realidad.