Este año será recordado como el año de los dantescos incendios en el Amazonas. Mucho se escribió, y seguramente mucho más se escribirá. Además seguramente de aquí en más llegarán a nuestras manos informes minuciosos y profundos sobre esta verdadera tragedia continental. Por lo pronto en este número publicamos los posicionamientos que han emanado de organizaciones ambientalistas y conservacionistas de mucho prestigio a nivel mundial…Las compartimos…

LAS TRES  CAUSAS DE LOS INCENDIOS EN EL AMAZONAS…POR GREENPEACE ARGENTINA

Los incendios en el Amazonas llamaron la atención de todo el mundo y no es para menos. Entre enero de este año y el pasado 20 de agosto el número de incendios en el área aumentó un 145% en comparación con el mismo período en 2018. Las llamas consumieron 2,5 millones de hectáreas solo en agosto, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE).

En este post, te explicamos las tres razones principales que llevaron al Amazonas a esta situación y que pondrán en peligro más bosques en los próximos años.

¿Cuáles son las causas de los incendios en el Amazonas?

1. El cultivo de soja y la ganadería

Brasil es el principal exportador de carne vacuna del mundo. Según el Departamento de Agricultura de la Unión Europea, cerca del 20% de las exportaciones mundiales provienen de este país.

Para satisfacer la alta demanda de los mercados, la industria brasileña necesita de más espacios y recursos para el ganado. Como consecuencia, se generó más deforestación con el fin de cultivar más soja para exportación (es el alimento de vacas, pollos, cerdos y otros animales que componen la dieta rica en proteína animal).

Sabemos que la quema es una práctica común de agricultores y ganaderos para “limpiar” el terreno. Pero lo más preocupante es que el actual discurso del gobierno brasileño incentiva a la industria ganadera a continuar con su expansión en la selva amazónica.

Si esto sigue, más empresas verán en el Amazonas un espacio rentable para sus actividades y como resultado podrían desatarse más incendios en los próximos años.

2. La deforestación y la industria de la madera

Los incendios en el Amazonas están relacionados a los procesos de deforestación. Cuando se talan árboles se alteran los ciclos hídricos naturales, es decir, llueve menos y el suelo es más seco. Además, las ramas y las hojas que quedan luego de la tala funcionan como combustible para las llamas, haciendo que se reproduzcan más rápido de lo normal.

La tala ilegal es común en los países donde se extiende la Amazonía, como Brasil. Las maderas de alto valor (por ejemplo, la caoba o el ipé) son productos que tienen gran demanda en los mercados europeos, lo que alimenta el fraude y la corrupción en la industria forestal. Cuando las zonas o especies protegidas son ignoradas en favor de las actividades económicas, la selva pierde.

3. El debilitamiento de las políticas medioambientales

El gobierno del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, incentivó la agresiva expansión de la industria en la selva amazónica. En repetidas ocasiones, el mandatario aseguró que las compañías “son multadas excesivamente” por daños ambientales. El recién elegido ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, fue señalado como ¨un amigo cercano de la industria ganadera y agrícola¨ por diversas organizaciones ambientalistas.

El relajamiento de las políticas medioambientales favorece las causas de los incendios en el Amazonas, las talas, y otras amenazas. Una de las estrategias es recortar o frenar recursos para las dependencias o entidades que protegen la selva amazónica.

Desde que inició su mandato, Bolsonaro redujo los fondos para la agencia encargada de vigilar el cumplimiento de las políticas de conservación de esta región. Además, acusó falsamente a las organizaciones ambientalistas de provocar los incendios en el Amazonas.

Los responsables de la sobreexplotación en las selvas tropicales saben que salir impunes será más fácil si las dependencias y las organizaciones están debilitadas.

Como ves, las causas de los incendios en el Amazonas requieren atención urgente.

Debemos asegurarnos que esta situación no se repita. De lo contrario, habrá más destrucción en la selva tropical, lo que pondrá en peligro a miles de especies que la habitan y que no tienen a dónde ir. Además, estará en riesgo el medio de vida de las comunidades indígenas, quienes defendieron por siglos este ecosistema.

Si perdemos al Amazonas, perderemos el futuro del planeta.

 

DECLARACIÓN DE WWF SOBRE LOS DEVASTADORES INCENDIOS FORESTALES EN LA AMAZONÍA…

 

La Organización Mundial de Conservación (WWF) expresa su seria preocupación por la propagación de incendios en la Amazonía que amenazan la existencia del bosque tropical más grande del mundo, hábitat de miles de animales y plantas y hogar de más de 34 millones de personas, incluyendo alrededor de 500 pueblos indígenas.

Los incendios están consumiendo importantes extensiones de bosque en la Amazonía brasileña y boliviana, y en otras ecoregiones como el Bosque Chiquitano, el Chaco el Pantanal y el Cerrado, tanto en Bolivia como en Paraguay.

Ante esta devastación ecológica, WWF hace un llamado a los países de la región – Brasil, Bolivia, Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela, Guyana y Surinam- para proteger la Amazonía, combatir la deforestación y reducir los factores detrás de los incendios.

La Amazonía juega un rol importante en la regulación climática de Sudamérica, influyendo incluso en el régimen de precipitaciones de la región. Además de afectar gravemente a la biodiversidad de la zona, los incendios que se han intensificado desde hace aproximadamente dos semanas, agudizarán la crisis climática a causa de las emisiones de carbono provenientes de la quema de materia orgánica.

Las áreas dañadas serán más vulnerables a sequías, inundaciones y a otros efectos del cambio climático, por la falta de cobertura vegetal. La pérdida del bosque reducirá también la capacidad de absorción de dióxido de carbono por parte de los ecosistemas. La generación y la dispersión de humo comprometen la calidad del aire de varias regiones relativamente cercanas a los incendios y aun de ciudades lejanas como Sao Paolo, en Brasil. El impacto inmediato de los incendios en la biodiversidad, es la muerte de miles de animales y plantas que habitan estos bosques, entre ellos especies emblemáticas y de gran importancia ecológica como el jaguar, pero, además, las quemas ocasionan una pérdida de hábitat que amenaza la supervivencia de las especies. De igual forma, los incendios conllevan graves problemas sociales, económicos y de salud pública. Los medios de vida de pequeños productores locales y pueblos indígenas se ven amenazados por el avance de las llamas.

Entre los afectados está la comunidad indígena Chiquitana de Santa Mónica en Bolivia, que ha perdido aproximadamente 60 mil dólares en ingresos por la madera de sus bosques que manejaban de manera sostenible en el territorio Monte Verde. Históricamente, los incendios en la Amazonía han estado ligados a la deforestación por expansión de la actividad agropecuaria y esta ocasión no es la excepción, como se verificó con el aumento de la deforestación en el último año. Según el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía de Brasil (IPAM), los diez municipios con más focos de calor son los mismos que tienen la mayor deforestación. Un dato a destacar es que las condiciones de la estación seca este año han estado en rangos normales por lo que no se puede atribuir al clima la gran cantidad de incendios experimentados con respecto a otros años.

Combatir este incendio requiere más que recursos. El fuego y los incendios forestales son causados por acción del hombre, comenzando por la deforestación de los bosques. Las políticas públicas deben actuar para poner fin a la deforestación a gran escala en la Amazonía. WWF se suma a la preocupación de la sociedad civil y llama a los políticos a tomar partido en este problema.

En este sentido, rechaza contundentemente las declaraciones del presidente Jair Bolsonaro, quien atribuye la responsabilidad a las ONG, deslegitimando el debate propuesto por la opinión pública y la sociedad civil, y desviando el foco de atención sobre lo que realmente importa: el bienestar de la naturaleza y la gente de la Amazonía.

Para prevenir futuros incendios urge combatir las causas de la deforestación en todo el bioma e impulsar una reforestación posterior que permita restaurar el bosque y evitar una mayor degradación y pérdida de la cobertura vegetal. Adicionalmente, se requiere impulsar medios de vida sostenibles para los pequeños productores agropecuarios, que pueden originar incendios forestales debido a un mal manejo del fuego como herramienta para ampliar sus tierras.

WWF está comprometido con la conservación de la naturaleza y seguirá actuando a través de sus diferentes programas y proyectos para frenar la actual crisis de destrucción que está experimentando la Amazonía y otras ecoregiones de gran importancia para la salud de nuestro planeta

 

ES EL NEOLIBERALISMO LO QUE HACE ARDER EL AMAZONAS…POR AMIGOS DE LA TIERRA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE…

El territorio de los pueblos arde, los árboles se convierten en cenizas que vuelan y se desmoronan sobre las ciudades: el cielo oscuro cae con un peso inconmensurable, desalineando el tiempo, y ya no sabemos si habrá futuro. Los habitantes de las metrópolis están olvidadizos, enclaustrados en edificios y en embotellamientos, miran para arriba asustados y parecen, por fin, recordar que hay una selva, ahí al lado. O había.

Ciertamente, podemos hacer poesía con lo que está sucediendo, las tragedias son cantadas, pero no nos engañemos: hay algo crudo y feo que está por detrás del fuego que consume el Amazonas – las cortinas del humo no nos tapan la visión. La mano manchada de sangre que enciende la llama es la mano del capital. Es la política neoliberal colonialista, tan dócilmente adoptada por el gobierno de Bolsonaro, que permite el ataque a los pueblos de las selvas y sus territorios.

Cada palabra proferida por Bolsonaro (PSL) y sus ministros, principalmente el ministro de Medio Ambiente Ricardo Salles (Partido Novo), es como un soplo que estimula la llama. Cuando alguno de ellos intenta crear fantasmas y enemigos, invirtiendo papeles y culpando a las organizaciones ambientalistas por los incendios que el mundo observa perplejo; o, cuando otro intenta responsabilizar con zancadillas a “las personas del Norte” (refiriéndose a la población brasilera del Amazonas, que culpabiliza por supuestos “hábitos arcaicos”) por el fuego que consume el territorio con toda su magnífica biodiversidad. Y si los discursos ya encienden la brasa, sus acciones son como alcohol, causantes de esa explosión calamitosa. Podemos citar la reducción de R$ 187 millones en el presupuesto del Ministerio del Medio Ambiente, que causó una secuencia de cortes en programas dirigidos al cuidado ambiental; la Política Nacional sobre Mudanza del Clima tuvo un corte equivalente a 95% en su presupuesto; el Programa de Apoyo a la Creación, Gestión e Implementación de las Unidades de Conservación Federales, del ICMBio (Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad), fue recortado en más de R$ 45 millones. Podemos mencionar además: la extinción y ataques a importantes consejos que trabajan en la fiscalización y planificación de políticas ambientales, como es el caso del Consejo Nacional del Medio Ambiente (Conama); las frecuentes agresiones al Ibama (Instituto Brasilero del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables), considerados por el gobernante de ultraderecha como una simple “industria de la multa”; la negación de la ciencia, cuando es ella la que ayuda a denunciar lo obvio, desde el aumento de la desforestación en la gestión actual, hasta el mal causado por los agrotóxicos a la salud de la población (estos agrotóxicos fueron liberados de forma record y, recientemente, disminuyeron las clasificaciones con relación a sus toxicidades).

Podríamos extendernos con la lista, pero paramos por aquí. En este momento el foco es otro: es la mano que coloca el fuego, más que el fuego que se propaga; la mano que manipula este gobierno racista, colonizado y misógino: la mano del capital.

Es verdad que no es absolutamente nuevo lo que está pasando. Nuestra tragedia socio ambiental no comienza hoy: mega-proyectos de desarrollo, con grandes focos en la minería agresiva, en las represas y el agro-negocio, impactan el medio ambiente y a los pueblos de Brasil desde hace tiempo. Parece eterno el saqueo de nuestros bienes comunes. Tampoco es ninguna novedad que el clima seco facilita el inicio de los incendios: así mismo que la ignorancia de los tiempos actuales desafíe los conocimientos básicos, parece haber consenso en esto.

Sin embargo, son otras las dimensiones de lo que está sucediendo en este momento. “El Amazonas se está quemando más en 2019, y el período seco, por sí solo, no explica este aumento”, nos alerta Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia -IPAM. Y dice más: la concentración de incendios forestales en áreas recién desmatadas y con sequía suave, es un fuerte indicativo del carácter intencional de los incendios, que tienen la función de limpiar esas áreas. Vaciadas de gente y de selvas esas tierras pueden ser, entonces, utilizadas para la expansión del capital a través del avance de la frontera agrícola para el agronegocio y para los mega-proyectos de extracción mineral, que cuentan con gruesas inversiones extranjeras.

Más del 60% de los focos de incendio fueron detectados desde inicio del año en propiedades privadas registradas en el Registro Ambiental Rural, apuntando a los arcaicos ruralistas nacionales como los peones del agronegocio global. Incentivado por las políticas de Bolsonaro, el fuego neoliberal se propagó –y dura mucho más que un día, desgraciadamente.

Brasil vencerá al Brazil

¿Y cómo combatir el fuego que se esparce con los vientos fascistas que asolan el país, y que colocan literalmente en llamas al Amazonas y ponen en riesgo la vida en el planeta? La respuesta nos surge en una verdad irrefutable: las selvas se mantienen en pie donde están los pueblos originarios, y ellos son parte de ellas –así como lo somos nosotros también, a pesar que no sepamos o nos hayamos olvidado, eludidos por las falsas soluciones del capitalismo que, cuando es conveniente, se disfraza de verde y se dice preocupado por la selva que más tarde arrasa, o deja en pie privatizada y transformada en activos de las bolsas de valores, expulsando de ella a quien vive en armonía en ella. Causan daño, sumando la ignorancia de unos y la ganancia de otros, y es peor cuando surgen combinadas en una sola persona. Ejemplos de esto no nos faltan en el actual gobierno brasileño.

Por eso, los modos de vida tradicionales nos enseñan sobre cuidar la naturaleza: la relación es de pertenencia, no de uso. Son las luchas históricas de los pueblos originarios y de las comunidades tradicionales en defensa de sus culturas y de sus territorios que inspiran la lucha que llevamos por justicia ambiental, social, económica y de género para todos los pueblos. De ahí vendrá la respuesta que buscamos – ¿qué hacer?! – porque de ahí siempre vino, corresponde a nosotros escuchar. Es así que una alerta debe ser repetida, en sonido bien alto, independiente de cualquier buena intención, la solución para los absurdos que presenciamos en este triste capítulo de la historia está en fortalecer la lucha indígena, quilombola, campesina, feminista y agroecológica. En construir la soberanía popular desde los territorios para cambiar el sistema. Toda acción que tome otro camino, o que venga de arriba para abajo, desde Norte hacia el Sur, del capital sobre la vida, anda a contramano.

La tristeza y la vergüenza generadas por los incendios criminales son devastadoras, pero deben ser transformadas en indignación y lucha, uniendo todos los pueblos de Brasil, en sus diversidades y saberes que emanan de cada territorio, con sus selvas, sabanas, campos y ciudades, montañas y aguas, culturas y memorias, para decir que seguiremos resistiendo, existiendo, construyendo y re-construyendo la fuerza y la soberanía popular para derrotar ese fascismo tosco, servil a los intereses de las transnacionales y a la lógica colonialista, racista y patriarcal del mercado. Los dolores y las pérdidas son inmensas: el capitalismo asume con gusto su naturaleza neoliberal, ataca con fuerza, defiende toda y cualquier tentativa de equidad, invade y extrae lo que hay en la tierra, en las aguas y en los cuerpos.

Pero no son novedades los ataques como tampoco son novedad las resistencias que encuentran aliento y apoyo en la solidaridad internacional entre los pueblos del mundo que luchan contra ese mismo sistema y sus injusticias. Y si avanza el fascismo neoliberal, avanzan en la misma proporción las diversidades y las defensas por los pueblos y sus territorios. Puede tomar más tiempo del que nos gustaría, es verdad; sin embargo, si fuera una cuestión de gusto, ciertamente, no estaríamos aquí. No hay opción: nos queda siempre luchar.

La lucha impuesta a nosotros por nuestro tiempo, y  ésta hoy en día es la nuestra. Por lo tanto, Luchemos.

Al fin, Brasil vencerá al Brazil.